sábado, 16 de julio de 2011

LA MEMORIA DE LA IGLESIA



Cierta prensa de este país llama la atención sobre los bienes que la Iglesia en España ha conseguido en los últimos tiempos. Más que información se trata de intoxicación movida por los prejuicios de la cristianofobia de algunos. Es de justicia que la Iglesia reciba lo que le corresponde: por su labor social; por el ahorro que permite al Estado; y por devolverle parte del expolio y destrucción atizados por el laicismo de cada época.

Labor social de la Iglesia
Aunque los últimos Gobiernos nos han hundido en la crisis actual, la Iglesia trabaja todos los días por remediar las necesidades de millares de personas. El reciente informe de la ONG eclesiástica "Cáritas ante la crisis" muestra el aumento de sus ayudas a parados, familias jóvenes y mujeres solas. A través de sus programas de empleo ayudó a 84.000 personas en 2010, invirtiendo 33 millones de euros, doblando lo hecho en 2005.

Si una "memoria histórica" sesgada se empeña en desunir, la Iglesia logra unir solidariamente a todos sin preguntar su credo. La "Memoria económica de 2009", presentada ahora, destaca su labor humanitaria gracias a las donaciones que recibe directamente de los fieles, y la retribución de Hacienda cuando cumple la voluntad de los contribuyentes.

La Iglesia atendió a en 2009 a un total de 3.646.332 personas, cerca de 900 mil más que el año anterior, en cerca de cinco mil centros asistenciales católicos. Labor que es consecuencia directa de la actividad pastoral y de los valores humanos que transmite, que hacen posible el voluntariado y servicio desinteresado a los necesitados. En realidad son las obras de misericordia corporales y espirituales propias de su misión de la Iglesia, que goza un de un merecido prestigio. Basta ver cómo acuden los inmigrantes a los despachos parroquiales diseminados por toda la geografía española.


Cada año la Iglesia ahorra al Estado unos 40.000 millones de euros, cifra real y nada exagerada. Basta comprobar el ahorro que suponen los 4.400 colegios católicos concertados, donde la plaza escolar cuesta mucho menos que la de un centro público. Debe ser por aquello de que el dinero público "no es de nadie", como dijo la inefable ministra.

Por tantos
Sigue adelante la campaña "Por tantos" para concienciar a los creyentes y no creyentes sobre la necesidades de la Iglesia para sus obras de evangelización y de solidaridad. Cada año aumenta el número de contribuyentes que destinan ese 0,7 por ciento de sus impuestos a la Iglesia y a otras instituciones de ayuda social. Hacienda Pública cumple escrupulosamente esa indicación de los ciudadanos, incluso cuando el Gobierno de turno no mueve ni un dedo por facilitar esa obligación ciudadana. Pues bien, esa declaración a favor de la Iglesia que cada año hacemos los contribuyentes indica el arraigo social de esa institución, el reconocimiento de sus actividades, a la vez que muestra palmariamente que los servicios de tipo espiritual -llamémoslos así- son necesarios para las personas y constituyen una parte importante, por no decir decisiva, del bien común, que es la obligación fundamental del Estado y de los Gobiernos. Y cuando llega a faltar esa atención al bien común, es sustituida por el bien particular de algunos -tan propio del sectarismo-, o es amputado en su dimensión moral y espiritual, el Estado socava su legitimidad y la de sus instituciones, algo que es patente en los totalitarismos considerados de derechas -como el de Hitler- y los totalitarismos de izquierdas, como el interesadamente olvidado del camarada o padrecito Stalin.

Los bienes de la Iglesia
Aquella prensa de este país denuncia que la Iglesia logre regularizar algunos bienes de acuerdo con la reforma legal de l988. Les sorprende que esta institución consiga terrenos y locales, aunque es natural pues más bien se trata de restituirle bienes expoliados a lo largo de siglos. La "desamortización" es una palabra elegante para  no hablar del expolio a manos de los anticlericales del siglo XIX, como el tristemente famoso Mendizábal. Elaboraron una legislación para vender "los bienes que estaban en manos muertas". Bienes que procedían del trabajo de los monjes, de los bienes heredados por ellos de sus familias o de donaciones.

Uno de los objetivos teóricos de esa desamortización fue consolidar el régimen liberal y crear una nueva clase de pequeños y medianos propietarios adictos al régimen. Sin embargo no se consiguió este objetivo, al adquirir los grandes propietarios la mayor parte de las tierras desamortizadas, particularmente en el sur de España: los ricos fueron más ricos y los pobres quedaron igual. Como los pequeños agricultores no tenían recursos económicos suficientes para pujar en las subastas de grandes propiedades, fueron a parar a manos de oligarquías y se reforzó el latifundismo. Véase la obra de Francisco Tomás y Valiente: El proceso de desamortización de la tierra en España, 1978.

Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países, aunque una gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades. Quedaron abandonados numerosos edificios de iglesias y monasterios, con la consiguiente ruina de los mismos, aunque es verdad que otros se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones. Puede consultarse el interesante estudio de  Francisco Martí Gilabert: "La desamortización española". Rialp, 2003.

Y sin embargo, los de siempre, los lobos con piel de oveja, intrigaron contra los monjes y hostigaron a la Iglesia para hacerse con los bienes que codiciaban. Porque es bien sabido que las tierras, las haciendas, los templos y los bienes desamortizados-expoliados acabaron en poco tiempo en manos de los desamortizadores y de sus amigos, e incluso incrementaron el patrimonio real o del Estado. Después de estos sucesos del siglo XIX-que tenían también sus antecedentes-, vino el siglo XX en que se remodelaron ciudades llegando a expropiar conventos y templos para hacer plazas y calles, algo razonable pero no siempre bien realizado. Allá por los años treinta resulta que muchos templos, conventos, y casas rectorales "ardieron" como por arte de magia. Por lo visto nadie era responsable, ni siquiera los dirigentes de la República, el frente popular de comunistas y socialistas, o los sindicatos. Esta vez sí que cuadra la palabra "desamortización" con referencia a las manos muertas, pues fueron miles los sacerdotes y religiosos que murieron, y no precisamente en la cama. 

Bien común social
Si a cierta prensa de este país le escandaliza que la Iglesia recupere bienes o los reciba por donaciones, habrá que mirar a otros bienes que poseen los anticuados sindicatos de la izquierda. En la democracia, éstos han recibido millones de euros del estado, a cuenta del expolio de algunas sedes durante el franquismo. Además, cada año reciben subvenciones millonarias para financiar sus actividades, que no siempre gestionan bien pues, a menudo, saltan los escándalos de las cooperativas en beneficio de sus dirigentes. Se invoca como razón no sólo el pasado sino principalmente la función social que ejercen en defensa de los trabajadores. Por eso no me escandaliza que la Iglesia logre regularizar ahora bienes que ha utilizado durante siglos para ejercer su misión religiosa y humanitaria. La mayoría de esos templos y locales han sido donaciones de familias y de de los pueblos reconocidos por el bien espiritual que reciben una generación tras otra. Pero quizá hoy no todos están capacitados para reconocerlo.

Los Gobiernos pasan y la Iglesia permanece. Por eso, la insistente campaña del laicismo para asfixiar a la Iglesia está abocada al fracaso. En lugar de intentar apartarla de la vida pública, los Gobiernos deberían colaborar estrechamente con ella para combatir los peores efectos de la crisis, y fomenar aquellos valores que permiten vivir en libertad.

Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico




martes, 12 de julio de 2011

VOY A RECIBIR LA CONFIRMACIÓN


SELECCIÓN  DE  FICHAS


1. No tener miedo a ser santos

* Mirar el Evangelio

Busca la Parábola de los invitados descorteses (Lc 14, 1ó-24). Nos muestra el desagradecimiento de aquellos hombres ante la generosa invitación de Dios al banquete del Reino de los cielos. Se excusan con cosas buenas. Por contraste indican que el cristiano está llamado a buscar la santidad -vir­tudes heroicas por amor- en medio del mundo, sin abando­nar las cosas.

* Meditar la Palabra de Dios

- Sed perfectos como vuestro Padre celestial es per­fecto (Mt 5, 48).

- Si no os hacéis semejantes a los niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18, 3).

- Padre nuestro que estás en el cielo (Mt 6, 9).

- Nos ha escogido antes de la creación del mundo para ser santos (Flp 1, 4).

* Conocer el Catecismo

1275 « La iniciación cristiana se realiza mediante el con­junto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación que es su afianzamiento; y la Eucaristía que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en El».

2021 «La gracia es el auxilio que Dios nos da para respon­der a nuestra vocación de llegar a ser sus hijos adoptivos. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria».
2028 «"Todos los fieles... son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (LG 40). "La perfección cristiana solo tiene un límite: el de no tener Ií­mite" (S. Gregorio de Nisa, Vida de Moisés)».

1726 «Las bienaventuranzas nos ensenan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios».
1728 «Las bienaventuranzas nos colocan ante elecciones decisivas respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios por encima de todo».

2. El Espíritu Santo es la Tercera Persona divina

* Mirar el Evangelio

Busca la escena del Bautismo de Jesús (Mc 1, 9-11). Aparecen bien claramente las tras divinas Personas del único Dios: el Hijo que es bautizado por Juan, el Espíritu Santo en forma de paloma que desciende del Cielo; y el Pa­dre en la voz que se oye. Son iguales. Son el único y verda­dero Dios.

* Meditar la Palabra de Dios

- ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros? (1 Co 3, 16).

- Los que son llevados por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios (Rm 8, 14).

- Y por ser hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu Santo de su Hijo, que clama Abbá Padre (Ga 4, 6).

* Conocer el Catecismo

743 « Desde el comienzo y hasta de la consumación de los tiempos, cuando Dios envía a su Hijo, envía siempre a su Espíritu: la misión de ambos es conjunta e inseparable».

74ó «Por su Muerte y su Resurrección, Jesús es consti­tuido Señor y Cristo en la gloria (Hch 2, 3ó). De su pleni­tud derrama el Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Iglesia».

747 «El Espíritu Santo que Cristo, Cabeza, derrama sobre sus miembros, construye, anima y santifica a la Iglesia. Ella es el sacramento de la Comunión de la Santísima Tri­nidad con los hombres».

3. Vivir en gracia y las virtudes cristianas

* Mirar el Evangelio

Fíjate en la sorprendente conversión de Saulo (Hch 9). Desde entonces, tocado por la gracia de Dios, Pablo -antes Saulo- se entregó sin reservas al servicio de Dios y de la Iglesia. La Confirmación tiene que ser para nosotros oca­sión de una nueva conversión a la santidad y al testimonio cristiano.

* Meditar la Palabra de Dios

- Te oí en el tiempo oportuno, te ayudé en el día de la salvación (2 Co 6, 2).

- Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho (Lc 16, 10).

- Te basta mi gracia (2 Co 12, 9).

* Conocer el Catecismo

2019 «La justificación entraña la remisión de los pecados, la santificación y la renovación del hombre interior».

2020 «La justificación nos fue merecida por la Pasión de Cristo. Nos es concedida mediante el Bautismo. Nos con­forma con la justicia de Dios que nos hace justos. Tiene su fin en la gloria de Dios y de Cristo y el don de la vida eterna. Es la obra mas excelente de la misericordia de Dios».

2023 «La gracia santificante es el don gratuito que Dios nos hace de su vida, infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para curarla del pecado y santificarla».

202ó «La gracia del Espíritu Santo, en virtud de nuestra fi­liación adoptiva, puede conferimos un verdadero merito según la justicia gratuita de Dios. La caridad es en nosotros la fuente principal del merito ante Dios».

4. El sacramento de la Confirmación

* Mirar el Evangelio

Considera el relato de Pentecostés (Hch 2, 1-12). Reunidos los Apóstoles y discípulos en torno a María en el cenáculo por temor a los judíos, recibieron el Espíritu Santo en medio de manifestaciones extraordinarias y fue­ron transformados. Todo cambia y empiezan a cumplir fielmente lo que Jesucristo les había mandado llegando en seguida los frutos: multitud de conversiones que obra el Espíritu Santo por medio de ellos.

* Meditar la Palabra de Dios

- Recibiréis el poder del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos (Hch 2, 8).

- Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo (Hch 2, 3-4).

- Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que este con vosotros eternamente (Jn 14, 16).

* Conocer el Catecismo

1316 «La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vinculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayu­darnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras».

1317 «La Confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o carácter indeleble; por eso este sacramento sólo se puede recibir una vez en la vida».

1318 «En Oriente, este sacramento es administrado inme­diatamente después del Bautismo y es seguido de la partici­pación en la Eucaristía, tradición que pone de relieve la unidad de los tres sacramentos de la iniciación cristiana. En la Iglesia latina se administra este sacramento cuando se ha alcanzado el uso de razón, y su celebración se reserva ordi­nariamente al obispo, significando así que este sacramento robustece el vínculo eclesial».

1319 «El candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales».

5. La ceremonia de la Confirmación

* Mirar el Evangelio

Busca la escena en que los Apóstoles hacen milagros y hablan de Jesús (Hch 3,1-26). Pedro y Juan curan en nombre de Jesús a un paralítico a la entrada del Templo. En medio del asombro de la gente Pedro les predica a Jesús, que fue anunciado por los profe­tas como el Mesías.

* Meditar la Palabra de Dios

- Habéis recibido el Espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos: ¡Abbá, Padre! (Rm 8, 15). -Aquí estoy, Señor, porque me has llamado (I S 3, 5).

- Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca (Mt 7, 24).

* Conocer el Catecismo

1293 «En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la unción y lo que la unción designa e imprime: el sello espiritual.
La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundan­cia (cfr. Dt 11, 14, etc.) y de alegría (cfr. Sal 23, 5;104, 15); purifica (unción antes y después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de cura­ción, pues suaviza las contusiones y las heridas (cfr. Is 1, 6; Lc 10, 34) y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza».

1299 «En el rito romano, el obispo extiende las manos so­bre todos los confirmandos, gesto que, desde el tiempo de los apóstoles, es el signo del don del Espíritu. Y el obispo invoca así la efusión del Espíritu:
"Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesu­cristo, que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos tuyos y los libraste del pecado: escucha nues­tra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito; llénalos de Espíritu de sabiduría y de inteligencia, de Espíritu de consejo y de fortaleza, de Espíritu de ciencia y de piedad; y cólmelos del Espíritu de tu santo terror. Por Jesu­cristo nuestro Señor"».

1301 «El beso de paz con el que concluye el rito del Sa­cramento significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles (cfr. S. Hipólito, Trad. ap. 21)».

1317 «La Confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o carácter indeleble; por eso este sacramento sólo se puede recibir una vez en la vida ».

6. Respondo de las promesas del Bautismo

* Mirar el Evangelio

Fíjate la valentía con que San Pablo predica su fe en Atenas (Hch 17,1ó-33). Los atenienses vivían la religión con superficialidad, pero Pablo les habla todos los días del verdadero Dios manifestado en Jesucristo. Empieza por alabar las buenas cualidades que tenían, y les descubre luego que su reli­gión no es verdadera -son politeístas: creen en varios dio­ses, cosa poco razonable-, aunque algunos con bue­nas disposiciones reflexionarán llegando a conocer al verdadero Dios.

* Meditar la Palabra de Dios

- Dejemos, pues las obras de las tinieblas y revistá­monos de las armas de la luz (Rm 13, 12).

- Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame (Lc 9, 23).

- Nadie puede invocar a Jesús como Señor, si no es en el Espíritu Santo (1 Co 12, 3).

* Conocer el Catecismo

1277 « El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que in­troduce el Bautismo».

1279 «El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Pa­dre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho participe del sacerdo­cio de Cristo».

1280 « El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del carácter, el Bautismo no puede ser reiterado».

1282 «Desde los tiempos mas antiguos, el Bautismo es dado a los niños, porque es una gracia y un don de Dios que no suponen meritos humanos; los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. La entrada en la vida cristiana da acceso a la verdadera libertad».

1321 « Cuando la Confirmación se celebra separadamente del Bautismo, su conexión con el Bautismo se expresa en­tre otras cosas por la renovación de los compromisos bau­tismales. La celebración de la Confirmación dentro de la Eucaristía contribuye a subrayar la unidad de los sacramen­tos de la iniciación cristiana».

7. Quiero recibir dignamente la Confirmación

* Mirar el Evangelio

Considera cómo Pablo extiende el Evangelio en Éfeso (Hch 19, 1-20). Confirma a los cristianos y predica con valentía en la sinagoga por dos años. Dios hacía por medio de Pablo mu­chos milagros. Destruyen los libros que atacaban la fe.

* Meditar la Palabra de Dios

-El fruto de la luz consiste en caminar con toda bon­dad y justicia y verdad: buscando lo que es agradable a Dios (Ef 5, 10).

- Dejemos, pues, las obras de las tinieblas y revistá­monos de las armas de la luz (Rm 15,12).

- La palabra de Dios es viva y eficaz, y más pe­netrante que cualquier espada de dos filos (Hb 4, 12).

* Conocer el Catecismo

1306 «Todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la Confirmación (cfr. CIC, can. 889, 1). Puesto que Bautismo, Confirmación y Eucaristía forman una unidad, de ahí se sigue que "los fieles tienen la obligación de recibir este sacramento en tiempo oportuno" (CIC, can. 890), porque sin la Confirmación y la Eucaristía el sacramento del Bautismo es ciertamente válido y eficaz, pero la iniciación cristiana queda incompleta».

1307 «La tradición latina pone, como punto de referencia, para recibir la Confirmación, "la edad del uso de razón". Sin embargo, en peligro de muerte, se debe confirmar a los niños incluso si no han alcanzado todavía la edad del uso de razón (cfr. CIC, can. 891; 893, 3)».

1308 «Si a veces se habla de la Confirmación como del "sacramento de la madurez cristiana", es preciso, sin em­bargo, no confundir la edad adulta de la fe con la edad adulta del crecimiento natural, ni olvidar que la gracia bau­tismal es una gracia de elección gratuita e inmerecida que no necesita una "ratificación" para hacerse efectiva. (…)

1310 « Para recibir la Confirmación es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al sacramento de la Pe­nitencia para ser purificado en atención al don del Espíritu Santo. Hay que prepararse con una oración más intensa para recibir con docilidad y disponibilidad la fuerza y las gracias del Espíritu Santo (cfr. Hch 1, 14)».

8. El sacramento de la Reconciliación o Confesión

* Mirar el Evangelio

¡Que aleccionador es el episodio de la mujer pecadora y arrepentida! (Lc 7, 3ó-50). Jesucristo ama la sinceridad auténtica: por eso perdona a los pecadores humildes y reprende a los fariseos por la soberbia y dureza de corazón.

* Meditar la Palabra de Dios

- Al ver aquellas muchedumbres se compadecía de ellas, porque estaban malparadas y abatidas como ovejas sin pastor (Mt 9, 35).

- Hoy ha venido la salvación a tu casa (Lc 7, 9).

- Te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho (Lc 7, 47).

* Conocer el Catecismo

1486 «El perdón de los pecados cometidos después del Bautismo es concedido por un sacramento propio llamado sacramento de la conversión, de la confesión, de la peniten­cia o de la reconciliación».

1487 «Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva».

1488 «A los ojos de la fe, ningún mal es mas grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los peca­dores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero».

1491 «El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el penitente, y por la absolución del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la confesión o manifestación de los peca­dos al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y las obras de penitencia».

1493 «El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aun y de los que se acuerda tras examinar cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión de las faltas veniales esta reco­mendada vivamente por la Iglesia».

9. Oración de amistad con Dios

* Mirar el Evangelio

Considera el pasaje del ciego de Jericó (Lc 18, 35-43). Un hombre ciego se entera de que Jesús está pasando a cerca. Los ruidos y la gente parecen sugerirle que no puede hablar con Él. Pero aquel buen hombre grita, arroja su manto y pide con fe: ¡Señor, que vea! El milagro se produce y sigue agrade­cido a Jesús por los caminos.

* Meditar la Palabra de Dios

-A vosotros os he llamado amigos (Jn 15, 15).

- Fueron, pues, y vieron dónde habitaba, y se queda­ron el Él aquel día (Jn 1, 39).

- Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos (Lc 11, 1).

* Conocer el Catecismo

2752 «La oración supone un esfuerzo y una lucha contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador. El combate de la oración es inseparable del «combate espiritual» necesario para actuar habitualmente según el Espí­ritu de Cristo: Se ora como se vive porque se vive como se ora». Ver también, 2754, 2755 y 2757.

10. Fortaleza para confesar siempre a Jesucristo

* Mirar el Evangelio

Busca la escena en que Pedro es librado de la cárcel por un ángel (Hch 12, 1-17). Herodes persigue a la Iglesia y apresa a Pedro. Los discípulos rogaban al Señor por el. Un ángel le libra de todos los peligros y le saca milagrosamente de la cárcel. El Evan­gelio se extendía cada vez más.

* Meditar la Palabra de Dios

- Soporta las dificultades como buen soldado de Cristo Jesús (1 Tm 2, 3).

- Las armas con las que combatimos no son carnales, sino fortaleza de Dios para destruir fortalezas, desbara­tando con ellas los proyectos humanos, y toda altanería que se levante contra la ciencia de Dios (2 Co 10, 3-4).

- Siempre eres, oh Dios mío, mi fortaleza (Sal 42, 21).

* Conocer el Catecismo

863: «Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los apóstoles, en comunión de fe  de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es “enviada” al mundo entero: todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. “La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado”. Se llama “apostolado” a -toda la actividad del Cuerpo Místico” que tiende a "propagar el Reino de Cristo por toda la tierra" (AA 2). Ver también, 1891, 1895, 189ó y 1925.


Invocación al Espíritu Santo

Ven, espíritu Creador,
visita las mentes de los tuyos;
llena de gracia celestial los corazones que Tú creaste.

Tú, llamado el Consolador,
Don del Dios Altísimo,
Fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú, con tus siete dones,
eres fuerza de la diestra de Dios.
Tú, el prometido por el Padre;
tu palabra enriquece nuestros labios.

Enciende tu luz en nuestras mentes,
infunde tu amor en nuestro pecho,
y a la debilidad de nuestra carne
vigorízala con redoblada fuerza.

Al enemigo ahuyéntalo bien lejos,
danos la paz cuanto antes.
Yendo Tú delante como guía
sortearemos todos los peligros.

Que por Ti conozcamos al Padre,
conozcamos igualmente al Hijo
y en Ti, Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.

Jesús Ortiz López [1]


[1] Se trata de unas fichas que complementan la edición: JESÚS ORTIZ LÓPEZ, Voy a recibir la Confirmación,  17ª dbolsillo mc. Madrid, 2009. 78 págs.

Amar y ser amados


            En el año 1994 Juan Pablo II pronunció una homilía en la Capilla Sixtina con motivo de haber concluido las obras de restauración de los frescos de Miguel Ángel, primero las bóvedas y después el Juicio Final. En ese ámbito el Papa recordaba esa “teología del cuerpo” de que habló en varias ocasiones para explicar la idea católica del amor del varón y de la mujer, creados por Dios para ser felices alcanzando la perfección como personas con un destino eterno. Esas pinturas hablan con elocuencia  de la bondad del cuerpo y de la belleza de la persona, pero también de la caída original por autosuficiencia. Por ello el Papa afirmó a la vez la vocación al amor personificada en la figura de Jesucristo, que ha redimido al hombre entero, cuerpo y alma, y en él a toda la creación.


            Benedicto XVI ha publicado su primera encíclica titulada “Dios es amor” mostrando así la radical verdad sobre Dios en tres Personas pero un solo Ser, en eterna relación de conocimiento y amor.

            Es natural, por tanto, que la creación del hombre sea también obra de su amor, y que la vocación de todo hombre y mujer sea el amor. Sin embargo hoy día esta palabra está altamente contaminada, y sirve para lo más bajo o para lo más alto. Por ello las explicaciones del Papa teólogo ayudan a rescatar la verdad sobre el amor humano.

            Concretando esto en la sexualidad humana vemos que no es algo simplemente biológico porque afecta al núcleo más íntimo de la persona y abarca muchos aspectos como la afectividad, la capacidad de amar y de procrear, o la aptitud para establecer vínculos profundos de comunión con otro. Las diferencias físicas, psíquicas y espirituales del varón y de la mujer están orientadas a complementarse en el matrimonio que genera la familia. Porque esa unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Dios

            En este terreno la virtud o castidad consiste en la integración de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad de su ser corporal y espiritual. Se puede decir que la castidad es una afirmación del amor porque despliega la sexualidad que plenifica al hombre o la mujer con entrega de sí mismo, sea en el matrimonio o en el celibato. No consiste en la represión sino en el dominio de los impulsos desordenados por el pecado: la virtud de la castidad no se opone a la naturaleza sino al egoísmo más o menos velad.

            Frente al rechazo maniqueo del cuerpo, la doctrina cristiana enseña su bondad natural, y a la vez la necesidad de la templanza para que el cuerpo sirva al fin al que está destinado. Por eso la castidad implica un aprendizaje y el dominio de sí, una verdadera pedagogía de la libertad humana para que el hombre controle sus pasiones, mantenga el equilibrio y alcance la paz interior, frente al desequilibrio que producen las pasiones descontroladas. Y también por eso es muy importante dominar la tendencia hacia las cosas sensibles en los diversos campos, como el afán excesivo de comodidad, los caprichos, la gula, o la destemplanza en las bebidas. Toda esa lucha facilita el desarrollo de la virtud de la castidad, el equilibrio y el dominio de sí, y lo contrario va deslizando hacia la impureza que causa la ceguera del espíritu para las cosas de Dios.


            No es ocioso insistir en que esa virtud no es un prejuicio religioso, sino que se trata de una exigencia de la ley moral natural: la castidad es una virtud humana que deben practicar todas las personas si quieren vivir de acuerdo con su dignidad, puesto que la persona humana, alma y cuerpo, ha sido creada para amar. Por eso el apóstol Pablo invita a rechazar las falsificaciones del amor: «Huid de la fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera del cuerpo; pero el que fornica peca contra el propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?» [1]. Además, los cristianos encuentran en Jesucristo un nuevo motivo para vivir la castidad como donación sacrificada y alegre de sí mismos, pues en el Bautismo hemos sido revestidos de Cristo, modelo de toda virtud. Y así como la castidad forma parte de la templanza, con más razón está impregnada por la caridad, que es la primera virtud cristiana porque lleva al amor de Dios y del prójimo. 


            La natural unión sexual del varón y la mujer está ordenada al amor conyugal, es decir, se realiza de modo verdaderamente humano cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. Y sólo dentro «los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud»[2].

            Dentro del estado matrimonial, vivir la castidad lleva consigo que el amor conyugal esté abierto generosamente a la transmisión de la vida, sin poner obstáculos a esa confianza del Señor, que ha querido contar con la cooperación de los hombres para aumentar el número de sus hijos en este mundo. Porque el amor conyugal, de acuerdo con su naturaleza, está ordenado a la generación; hay «una inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador»[3].


            La sexualidad es una riqueza de la persona, que lleva al varón y a la mujer a la entrega de sí mismos en el amor, y esto requiere una continua educación de los sentimientos, del cuerpo y del espíritu mediante la santa pureza. Es tarea que dura toda la vida y que tiene exigencias concretas en cada época, desde la infancia y adolescencia a la senectud. Se trata de una tarea eminentemente personal de poner los medios para vivir y acrecentar la virtud de la castidad, contando siempre con el desorden de la concupiscencia y con la gracia de Dios. Pero también supone un esfuerzo cultural para valorar esta virtud sin poner obstáculos, especialmente a los más débiles como son los niños y los jóvenes.


            «Si Dios ha creado el cuerpo humano, ¿por qué hemos de cuidar el pudor? Juan Pablo II se plantea esa cuestión en las catequesis sobre este tema a las que antes me refería, y aporta una reflexión profunda. «¿Por qué ese cambio de significado? El cuerpo expresa la persona, el yo humano y, manifestándolo, hace de intermediario; mejor, hace posible la comunicación entre los hombres y mujeres según esa peculiar comunión querida por el Creador, que es el matrimonio. La desnudez física es, pues, expresión auténtica y verdadera de la persona si se ordena a esa comunicación, y pierde todo su sentido en la medida en que la excluye, la dificulta o sale de ese ámbito. Tras el pecado, al enturbiarse o envilecerse la mirada humana, al modificarse la actitud del corazón que busca -o puede buscar- poseer y dominar en vez de entregarse, el pudor y el recato se convierten en algo absolutamente necesario. La manifestación del propio cuerpo, o de otros cuerpos, cuando es indebida -en determinadas situaciones es no sólo legítima, sino obligada-, implica desconocer la dignidad del ser humano y, por tanto, en algún grado, la posibilidad de corromperse y de corromper a los otros. El pudor ante los demás y el respeto del pudor en los demás proclama y defiende la conciencia del valor del propio yo, de la persona, que no debe reducirse nunca a objeto»[4].



Tomado de la obra del autor: J.ORTIZ, Creo pero no practico, Eiunsa, 2010, 2ªed., pp. 136 y ss.

[1] 1 Co 6, 18-19.
[2]  Vaticano II. Const. Gaudium et Spes, 49.
[3]  Catecismo, 2363.
[4] J.ECHEVARRÍA. Itinerarios de vida cristiana. pp. 148-149.