viernes, 18 de noviembre de 2011

PROMESAS ELECTORALES DE LOS POLÍTICOS

Los partidos políticos mueven su maquinaria electoral para conseguir una mayoría de votos que les permita gobernar o al menos tener parte en el reparto de poder. Es natural que sea así, como también lo es que los votantes sean cada vez más conscientes de lo mucho que está en juego. La economía es vital y urgente pero no es lo más importante. Más decisivo aún es el planteamiento antropológico que alimenta las propuestas legislativas de cada partido y el estilo de vida social que propone.

La vida y la educación

            El derecho a la vida sin fisuras y la libertad educativa son capítulos decisivos y de fondo, en que los votantes pueden conocer qué proyecto de hombre y de sociedad, por este orden, tienen los partidos que concurren. Y del dicho al hecho hay mucho trecho. A modo de orientación los obispos españoles proponen unos principios a tener en cuenta por quienes procuran actuar con madurez cívica[1].

            Sobre el derecho a la vida y la familia escriben: «Hemos de llamar de nuevo la atención sobre el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que en realidad constituye un atentado contra el derecho a la vida. Son también peligrosos y nocivos para el bien común ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos. Es necesario promover nuevas leyes que reconozcan y tutelen mejor el derecho de todos a la vida, así como el derecho de los españoles a ser tratados por la ley específicamente como “esposo” y “esposa”, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes».

            Sobre la libertad en la educación consideran que: «El ordenamiento jurídico debe facilitar el ejercicio efectivo del derecho que asiste a los niños y jóvenes a ser educados de modo que puedan desarrollar lo más posible todas sus capacidades. Debe evitar imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. En cambio, ha de ser facilitada la justa iniciativa social en este campo. La presencia de la enseñanza de la religión y moral católica en la escuela estatal -como asignatura fundamental opcional- es un modo de asegurar los derechos de la sociedad y de los padres que exige hoy una regulación más adecuada para que esos derechos sean efectivamente tutelados».

            Es natural también que los votantes exijan cada vez más a los partidos, por madurez democrática y por experiencia de lo que ya ha realizado cada uno de ellos. Del dicho al hecho hay un gran trecho, y por eso no conviene fiarse tanto de las promesas; aunque también del poder al cohecho no hay tanto trecho, y por eso conviene tener un poco de memoria histórica sobre quiénes levantan un país y quiénes lo arruinan.

Un poco de memoria histórica

            Los grandes acontecimientos históricos están protagonizados por  personas singulares, a veces desconocidas durante muchos años, como lo muestra un libro reciente sobre los cristianos que lucharon contra el nacionalsocialismo de Hitler[2]. Presenta como muestra a seis de ellos que representan a otros muchos. Algunos ya han sido canonizados o beatificados, y se va reconociendo la heroicidad de sus acciones oponiéndose a la dictadura hitleriana, salvando a miles de judíos, y defendiendo la libertad de todos, incluso hasta el martirio.

            En sus páginas el lector conocerá la fortaleza del cardenal Clemens A. von Galen, conocido como “el león de Münster”; la valentía del joven K. Leisner que fue ordenado sacerdote en el campo de concentración de Dachau y murió poco meses después; las luchas del agricultor F. Jägestätter contra el régimen, modelo de converso, de esposo y de cristiano; o los trabajos infatigables de la enfermera polaca Irena Sendler, que salvó a centenares de niños judíos durante el “gueto” de Varsovia. Es menos conocida que Schlinder porque aún no se ha hecho una película con su hazañas y sin embargo salvó a dos mil quinientos judíos, el doble que Schlinder. También merece ser recordada otra obra de este historiador sobre los jóvenes de “La Rosa Blanca”, historia de los estudiantes que se alzaron contra Hitler, como la conocida Sophie Scholl y su hermano, aunque perdieran la vida en el intento.

            Estos luchadores por la libertad contra el nacionalsocialismo  recibían su fortaleza desde su fe cristiana y eran conscientes de estar defendiendo la civilización occidental. En este sentido son significativas las palabras de Helmuth von Moltke cuando escribe que: «Si este continente cae durante algún tiempo bajo el dominio de los nazis, desaparecerá la civilización que se ha creado a lo largo de los siglos y que se basa en el cristianismo y en la antigüedad clásica; no sabemos qué vendrá a sustituirla».

            Y otro de ellos, el joven Karl Leisner escribe también en su diario de la cárcel: «Tú, pobre Europa, ¡vuelve a tu Señor Jesucristo! Allí está la fuente de lo más bello que tú tienes. ¡Vuelve a las frescas fuentes de la auténtica y divina fuerza!». ¿No recuerdan acaso otras palabras de Juan Pablo II llamando desde Santiago de Compostela a Europa para que vuelva a sus raíces? Decía entonces: «Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes». 

Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico



[1] CEE, Nota de los obispos españoles ante las elecciones del 20 de Noviembre, nn. 5 y 7.

[2] JOSE M. GARCIA PELEGRÍN. Cristianos contra Hitler. LibrosLibres. Madrid, 2011. 



http://arvo.net/nuestros-temas-de-hoy/las-promesas-electorales-de-los-politicos/gmx-niv902-con18244.htm

http://www.analisisdigital.org/2011/11/15/partidos-ante-la-vida/

lunes, 7 de noviembre de 2011

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE


            J.L.Borges mostraba su desazón como descreído cuando dijo que tenía miedo a la inmortalidad, pues ya estaba cansado de ser Borges. Algunos no creen que la vida del hombre sobre la tierra se abra, con la muerte, a otro tipo de vida; no creen en la inmortalidad del alma, ni en la posterior resurrección de la carne. Estiman que, al morir, su vida desaparece para siempre como les ocurre a los animales; por eso se comprende que les falte sentido y busquen con avidez la imposible felicidad en esta tierra, sin lograr saciarse. Este es el gran error existencial de los materialistas a lo largo de la historia y también de tantos hedonistas de nuestra época. 

            Para un cristiano, en cambio, la muerte no es el fin sino el principio de la vida eterna. Esta seguridad nos ayuda a sobreponernos a la tristeza por la muerte de los nuestros, y también nos empuja a obrar rectamente, sabiendo que recibiremos bienes eternos. Vamos a referirnos con brevedad a las enseñanzas católicas sobre el cielo, el infierno y el purgatorio, según el juicio de Dios, que es infinita Verdad y Bondad llena de misericordia.

Realidades últimas

            Las verdades sobre la vida eterna no aparecen   como un meteorito errante sino que están vinculadas con otras verdades, que la inteligencia conoce iluminada por la fe. Entre ellas, recordemos el sentido de la victoria de Cristo sobre la muerte mediante su gloriosa Resurrección; la visión cristiana de la muerte en Cristo que se expresa en la Liturgia de difuntos; la Justicia y Misericordia de Dios que actúa con su providencia en la tierra pero que resplandecerá plenamente al fin de los tiempos. Y también la existencia de un Juicio final que completará el Juicio particular del alma al morir, semejantes ambos en cuanto a la sanción pero distintos en la forma y en su trascendencia humana. Además, el tiempo de la tierra, visto como un tiempo para corresponder a la gracia y para luchar por ser fieles a la vocación cristiana para santificar este mundo. Porque la esperanza teologal no nos aparta del mundo, sino que nos lleva a meternos de lleno en él para ordenarlo a Dios, lo cual requiere vivir el espíritu de las Bienaventuranzas enseñadas por Él.

             El Cielo contrasta absolutamente con la realidad del infierno, reservado a quienes voluntariamente se obstinen en rechazar a Dios y permanecer libremente en sus pecados, desoyendo tantos avisos de la gracia y de la Iglesia. Porque parece que algunos han pretendido instalarse en esta tierra como si fuera lo definitivo, desarrollando incluso ideologías para establecer el paraíso en este mundo sin contar con Dios, en una orgullosa exaltación de autonomía humana. Por ejemplo, las doctrinas hedonistas viven de espaldas a las necesidades del espíritu humano y construyen un hombre sin trascendencia. Y otras doctrinas materialistas han sometido a naciones enteras con la mentira y han realizado terribles daños en experimentos de ingeniería social, como el marxismo, el maoísmo o el nazismo.


Importa el Juicio de Dios

            Sobre el Juicio de Dios la Iglesia conoce que es doble en su forma, particular y universal, aunque no variará sustancialmente respecto al resultado.  Inmediatamente después de la muerte, el alma inmortal de cada persona es juzgada por Cristo en un juicio particular acerca de todos sus pensa­mientos, palabras y obras. Así lo enseña el Catecismo: «La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo. El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón , así como otros textos del Nuevo Testamento  hablan de un último destino del alma que puede ser diferente para unos y para otros» (nº 1021).

            Por la fachada de poniente de muchas catedrales góticas entran los fieles a la casa de Dios a fin de celebrar los misterios sagrados que introducen en la liturgia celestial. Precisamente en esa fachada encontrarán tres puertas con la catequesis sobre el Juicio final, en el centro Cristo Pantoócrátor como Juez rodeado de apóstoles y bienaventurados juzga a los resucitados conducidos por ángeles. Unos gozarán de Dios porque a la caída de la tarde son juzgados en el amor que imperó en su vida. Pero también los artistas medievales explayan su fantasía en la descripción de los tormentos merecidos por los condenados a manos de horribles demonios, porque fueron hallados faltos del peso de la caridad.

Esa catequesis sobre la escatología se completa con una doble llamada a la esperanza en la singular mediación de la Virgen María. En el centro del rosetón, enorme ventana circular de gran colorido, aparece la Virgen entronizada con el Niño, rodeada de ángeles que tocan trompetas. Y más abajo en la columna o parteluz que divide en dos la puerta central hallamos también la imagen de la Virgen Madre para indicar que no se puede participar de la salvación sin su mediación en la Iglesia. No hay pues motivos para el temor sino razones para la esperanza en el Dios salvador de todos, y también porque tenemos en el Cielo la poderosa intercesión de la Virgen María ante su divino Hijo hasta que lleguemos finalmente a la Casa del Padre[1].


Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico



[1] Cfr. J.ORTIZ, CREO PERO NO PRACTICO, Eiunsa, 2010, 2ª ed., pp. 66 y ss.




http://www.analisisdigital.org/2011/11/04/mas-alla-de-la-muerte/