martes, 18 de septiembre de 2012

Mao sigue vivo



Veo jóvenes chinos manifestándose contra Japón por haber comprado a sus dueños privados unas islas cercanas al continente. Nada extraña que presionen para conseguir sus intereses, ni que las autoridades aticen el nacionalismo, como medio para que el pueblo olvide otros problemas más graves. Lo que llama poderosamente la atención es que esos jóvenes porten carteles con la imagen deificada de Mao Zedong.
Probablemente no conocen la historia de su pueblo milenario, y menos durante el siglo XX, cuando Mao hizo de China una inmensa cárcel para ochocientos millones de habitantes. Parece una exageración o empresa imposible para las fuerzas humanas, pero el personaje lo consiguió con paciencia oriental. Esos jóvenes, y otros adultos, no habrán leído el relato escalofriante titulado “Cisnes Salvajes” de la autora Jung Chang.

Como es sabido, no se trata de una novela de ficción, ni de una maniobra occidental contra el enemigo comunista, sino de la realidad vivida por tres generaciones de chinos, en las personas de  Xue Zhi-heng, Den-hong, y Jung Chang, abuela, madre e hija, respectivamente. La imaginación no podría inventar una opresión más terrible, métodos más eficaces para atemorizar a la población, y atizar la violencia permanente del “todos contra todos”, dejando cada pueblo, barrio y casa en manos de la Guardia roja durante la Revolución cultural.  Y mientras tanto Mao era venerado como un dios terrenal, o incluso celestial, porque siempre hacía el bien. Digo que esa terrorífica empresa excede a las fuerzas humanas pero no a las diabólicas. La historia debería ser maestra de la vida.

Jesús Ortiz López 


http://www.religionconfidencial.com/tribunas/077695/mao-sigue-vivo

lunes, 17 de septiembre de 2012

Beirut: el silencio de las armas


El Papa Benedicto XVI pide la unión de musulmanes y cristianos para lograr la paz
      Benedicto XVI ha pedido en Beirut el silencio de las armas, y que los hombres entiendan que todos somos hermanos. No hay razones para hablar del choque de civilizaciones, y menos para verlo como un proceso inevitable. A pesar de los continuos atentados de extremistas islámicos contra los cristianos. La última en Níger donde unos fanáticos han saqueado una iglesia y se han burlado de una imagen de la Virgen María. Por lo visto para ellos eso no es blasfemia, pero sí que unos provocadores hagan un video elemental burlándole de Mahoma.
      En el Occidente cristiano hemos aprendido a convivir a pesar de tantas guerras e intereses desestabilizadores. Estamos amparados por las leyes propias de un Estado de derecho, real aunque imperfecto. Toleramos incluso los frecuentes ataques y blasfemias contra los signos cristianos. Y tenemos un sentido real de Dios y de la dignidad de las personas. Pues bien, nada de esto está presente en el panorama islámico. La primavera árabe es un sueño voluntarista de Occidente más que una realidad, en un mundo que no logra superar su edad de hierro.
      Recientemente una señora de Borja ha repintado un mural del Ecce homo en la iglesia del pueblo. Ningún católico, y menos la autoridad eclesiástica, ha tomado su fallito atrevimiento como un ofensa a Jesucristo. En cambio, esos integristas musulmanes van incendiando medio mundo: asesinan a varios diplomáticos norteamericanos, persiguen a una niña pobre y disminuida por quemar inconscientemente un Corán, o causan decenas de heridos y muertos que asisten a la Misa dominical. Esta es la diferencia entre la civilización y la barbarie. Por eso haremos bien meditando las palabras de Benedicto XVI en el Líbano, tierra de convivencia entre varias religiones.
Jesús Ortiz López Doctor en Derecho Canónico



http://www.almudi.org/Noticias/tabid/474/ID/1444/Beirut-el-silencio-de-las-armas.aspx

http://www.almudi.org/Noticias/tabid/474/ID/1445/Benedicto-XVI-en-el-Libano-20-palabras-clave.aspx

lunes, 3 de septiembre de 2012

El experimento de doña Cecilia


El eccehomo de Borja repintado por doña Cecilia Giménez tiene una lectura popular y comprensiva, aunque también tiene otra más culta y profesional.

Cómo estropear un Ecce homo
La buena voluntad de esta vecina del pueblo baturro no ha sido suficiente para acometer con éxito una restauración como Dios manda  y la imagen del  Ecce homo requiere. La buena vecina se ha visto superada por la empresa, sencillamente por exceso de confianza y falta de profesionalidad. Según  parece, ya había cogido los pinceles otras veces para plasmar algún paisaje, pero esta vez el rostro del Cristo doliente se le ha resistido, porque la proporción, las tonalidades, y la precisión de las formas requieren manos expertas. Ahora dos profesionales de la restauración artística (no confundir con la restauración de la nouvel cuisine) están evaluando los daños y dan alguna esperanza de verdadera restauración.

Preguntas sencillas
Este suceso invita a plantear algunas peguntas: ¿nadie advirtió a doña Cecilia que no estaba capacitada para acometer ese voluntarioso trabajo?, ¿quién le autorizó a dar semejante tratamiento a esa pintura mural?, ¿se sienten proporcionalmente responsables los fieles del mantenimiento de los templos que frecuentan?, ¿tiene algo que decir el párroco del lugar? Porque con este affaire tenemos nuestra peculiar serpiente de verano navegando por Internet, para chanza de medio mundo.

Sin embargo, debería servir como catalizador para valorar más el patrimonio histórico, artístico y documental de la Iglesia, para conseguir más patrocinadores, y recabar más ayudas de los fieles. Y, siempre, para que los administradores de la Iglesia sean más responsables, y no dejen los templos y las ceremonias litúrgicas en manos de aficionados, muy voluntariosos pero capaces de destrozar una obra de poco valor -el Ecce homo de Borja- pero también un tesoro de valor incalculable, como el Codex Calixtinus de la Catedral de Santiago de Compostela.

Aprender una lección
Estamos ante una desgraciada experiencia que deja en ridículo -al menos entre la gente culta y los profesionales- a una parroquia, a un pueblo, y a una diócesis española. Esto ha ocurrido con una pequeña obra artística pero también se ha dado con la dotación litúrgica de los tempos, y aun en la celebración de las ceremonias, dejadas a veces a la espontaneidad de unos y a la ignorancia de otros. Doña Cecilia, los experimentos se hacen en casita y con gaseosa.

Jesús Ortiz   
Doctor en Derecho Canónico



Link: http://www.analisisdigital.org/2012/09/03/el-experimento-de-dona-cecilia/ 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Cura de responsabilidad



La crisis económica tiene raíces morales, como  afirma Benedicto XVI y dicen algunos entendidos con sentido común.

            Acabadas estas magras vacaciones conviene reflexionar y disponerse para actuar con responsabilidad personal, que es la clave de la Prudencia. Algunos creerán que es el nombre de una señora de pueblo, pero no, es el nombre de una virtud cardinal o sustentante bastante olvidada.
            Hace muchos años que los países europeos han desarrollado el Estado de bienestar, que garantiza unos servicios a los ciudadanos, especialmente en sanidad, educación, vivienda y transportes, buscando votos por encima de todo. Un buen logro que ha exigido más impuestos y una ingente maquinaria estatal a todos los niveles, como comprobamos en la España de las autonomías.
            Pero las bases de este Estado de bienestar son frágiles por su dependencia de una antropología deficiente. En lugar de avanzar en responsabilidad personal, en virtudes y en valores morales, ha crecido en irresponsabilidad, vicios y corrupción. Muestra de ello son  las leyes permisivas que favorecen el divorcio y el aborto como derechos sociales; o la ideología de género como cáncer silencioso que va destruyendo el matrimonio y de la familia; o la corrupción de muchos poderosos en la economía y la política. La montaña de procesos judiciales contra cargos públicos por presuntas corrupciones y prevaricaciones tiene paralizados los juzgados y escandalizados a los ciudadanos. ¿Quiénes son las principales víctimas del Estado de bienestar? Los jóvenes y los pequeños que se alimentan por ósmosis de una falta de responsabilidad y de un exceso de egoísmo, que ven en la calle y a veces en su familia.
            Por todo ello parece necesario hacer una cura de responsabilidad para que cada uno administre sabiamente su libertad, arrime el hombro y aprenda a ser un ciudadano ejemplar. Es difícil, pero vale la pena intentarlo por el bienestar de todos; y actuar según una conciencia recta que sabe distinguir el bien  moral del mal. En suma, la culpa no es de los otros, sobran los victimismos y los indignados. Y cada uno debe trabajar con honrada responsabilidad sin esperar que papá Estado le resuelva la vida. En la calidad de la educación, diferenciada o no, está la clave.

Jesús Ortiz López



http://www.religionconfidencial.com/tribunas/077202/cura-de-responsabilidad