Pensar con el Papa
Mostraba
esa solicitud pastoral a favor de las mujeres en el Congreso celebrado en Roma este
octubre sobre el tema “Dios confía el ser humano a la mujer”. No hablaba pues
al aire ni dirigiéndose a toda la Iglesia. Mostraba además que todos –varones y
mujeres- debemos servir en la Iglesia, servir en la sociedad principalmente
desde el trabajo honrado bien hecho, y servir en definitiva al prójimo, otro
Cristo. Añadía además que el servicio genuino no debe ser servidumbre, en el
sentido negativo que suele darse: ni en las mujeres a quienes Dios les ha
confiado la vida, ni tampoco en los hombres.
Porque si
no se reflexiona desde el texto y el contexto las feministas exaltadas acaban
por retorcer las palabras del Papa, o antes las de Benedicto XVI y de Juan
Pablo II. El Papa Francisco no es un feminista de ese tipo porque cree en las
mujeres y las respeta, pidiendo como buen pastor que las instituciones
católicas actúen de acuerdo con el Evangelio. Un modo de hacerlo será no hablar
tanto de “la mujer” en abstracto sino de las mujeres concretas que sirven con
gozo a la familia, sirven eficazmente a la vida, y sirven en los trabajos
derrochando cariño, sensibilidad y fe.
Mujeres aliadas de Dios
El Papa
Francisco sabe bien que la fe ha entrado en Europa en la persona concreta de
Lidia, aquella mujer que escuchó con un corazón abierto a Pablo en la ciudad
macedonia de Filipos, recibiendo el bautismo junto con su marido, sus hijos y
sus servidores, poniendo a disposición del apóstol su casa para celebrar la fe
y evangelizar.
También
Febe colaboró con Pablo y sirvió a la
evangelización llevando nada menos que la Carta a los romanos, un monumento de
fe, de proselitismo –puesto que atraían con la verdad y el amor a los paganos y
prosélitos del judaísmo- y aun de teología natural mostrando la verdad a los
que buscaban a tientas a Dios. Y Junco con Febe, Pablo agradece y recomienda a
otras mujeres como Prisca, Junia, Trifena y Trifosa, Julia, y un largo etcétera;
personajes todas ellas que muestran el papel de servicio de las primeras
mujeres cristianas, por no hablar de María de Cleofás, Magdalena y
singularmente de la Virgen María.
Desde
entonces la historia del cristianismo y el progreso de la Iglesia y sus
instituciones han recibido el impulso, la iniciativa y el amor de mujeres como
Escolástica, Clara, Hildegarda, Teresa de Jesús, Teresa Benedicta, o Teresa de
Calcuta. “E cosí vía” que dicen los italianos. Estemos pues tranquilos con el
Papa Francisco y descansen en paz las feministas exaltadas.
Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho
Canónico
http://www.analisisdigital.org/2013/10/21/un-papa-feminista/