lunes, 31 de marzo de 2014

Mujeres con casco

Ahora el uso del casco en una moto es completamente normal, pero al principio no fue así. Había gentes, sobre todo jóvenes muy seguros de sí mismos, que rechazaban el casco como una imposición; restaba emoción a la conducción y sobre todo limitaba su libertad: «si me mato es un asunto mío», decía alguno. Las campañas de concienciación durante años han logrado sensibilizar a los conductores para que utilicen el casco no tanto para evitar multas sino por la propia seguridad.

Me parece que la defensa de la vida del no nacido, de la mujer, y de la maternidad tiene algo que ver con todo eso. Porque de continuo escuchamos proclamas de mujeres que exigen el derecho a decidir sobre su cuerpo. Alguien dirá que no es lo mismo ¿verdad? Sin embargo no hay tanta diferencia entre el progreso que supone la utilización del casco y la protección de la maternidad, porque hace ver el sofisma de ese «en mi cuerpo mando yo», «tengo derecho a decidir», o «el aborto es sagrado». Excluir en ambos casos a los demás supone un ejercicio de subjetivismo o incluso de egoísmo. No, las normas morales y, en cierta medida las leyes civiles, son cauces de libertad en beneficio de todas y cada una de las personas. Y no digamos cuando peligra la vida del que conduce o de una criatura concebida pero no nacida.

Nadie sensato admite exigencias de libertad sin la correspondiente responsabilidad, porque en realidad nos afecta a demás, y el hombre no es lobo para el hombre sino más bien «homo homini sacra res»: cada uno es para los demás alguien sagrado. Pensemos en el nasciturus, en la mujer tantas veces víctima de la ideología o del entorno, y en la maternidad como verdadera realización de la mujer.

Conocí a una ginecóloga que también practicaba abortos «por humanidad», aunque parezca paradójico. Conocía bien los desastres que producen  los abortos provocados por manos inexpertas o personas sin escrúpulos. Y estaba decidida a luchar para que cualquier mujer pudiera abortar sin riesgos en la sanidad pública. Buenos sentimientos no le faltaban pero sí formación antropológica y principios éticos. Los árboles de los casos penosos no le dejaban ver el bosque; no se había parado a considerar con objetividad que un mal no puede remediarse con otro peor. Una vez más un fin bueno no puede justificar el empleo de medios inmorales. Si no ¿dónde quedaría la solidaridad? En suma, ahora tienen que utilizar el casco las mujeres y los hombres que rechazan el aborto porque siguen el principio ético fundamental de no matar.

Jesús Ortiz López

Doctor en Derecho Canónico 


http://www.religionconfidencial.com/tribunas/Mujeres-casco_0_2242575756.html#

miércoles, 5 de marzo de 2014

Oscar a favor de la vida


La película «12 años de esclavitud» ha triunfado en la gala de los Oscar 2014. Un drama formidable sobre la esclavitud en Estados Unidos durante el siglo XIX. Vemos la realidad de las penalidades del protagonista, Solomon Northop, la vida real de un hombre negro libre y culto reducido al estado de esclavitud  sin poder hacer nada por impedirlo. Sin embargo no perderá la esperanza de recobrar la libertad a pesar de los malos tratos y las tremendas injusticias sufridas. Una época en que la sociedad biempensante admitía la esclavitud sin intentar cambiar las cosas, bajo el fuerte influjo de los poderosos que usan del engaño para servir a sus propios fines.

En el madrileño Parque del Oeste encontramos un monumento al sacerdote Miguel Hidalgo que contribuyó al incremento del nivel de vida su feligresía, poniendo las  bases del independentismo frente a la Corona de España, que supieron aprovechar  las oligarquías criollas para beneficiarse del independentismo, dejando a  las minorías étnicas desprotegidas hasta la actualidad. Como siempre. En el monumento madrileño, Miguel Hidalgo recibe el homenaje de dos alegorías, la Historia y la Gloria, por su lucha a favor de la libertad.

Quizá nuestra sociedad envejecida no tarde muchos años en levantar monumentos a quienes el siglo XXI están defendiendo la vida contra viento y marea. Es decir, frente a la sociedad biempensante que admite el aborto como un derecho de la mujer; admite el eufemismo de «la interrupción voluntaria del embarazo»; admite que la criatura concebida «es un ser vivo pero no un ser humano»; que admite a políticos que denuncian «el recorte de los derechos de la mujer»; que admite el acoso  a quienes intentar frenar la sangría de 115 mil abortos anuales modificando la actual ley del aborto a plazos.

Hoy día quienes defienden la vida frente al aborto y la eutanasia son tachados como retrógrados y poco democráticos, y los que impulsan el aborto como si fuera un derecho parecen héroes en una supuesta sociedad de libertades. El mundo al revés: nada nuevo bajo el sol. Algo que ha ocurrido muchas veces aunque la historia acaba por poner a cada uno en su sitio: los defensores de la vida y la libertad en los monumentos y las páginas negras para los destructores del tejido social. Ni la Historia ni la Gloria podrán decir nada bueno de ellos.

Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico



http://www.analisisdigital.org/2014/03/05/oscar-a-favor-de-la-vida/