Los variados casos de corrupción están desmoralizando
a los españoles. No hace falta hurgar más en la herida de la gente ni dejarse
llevar por el alarmismo alimentado por algunos medios de comunicación oral,
escrita y televisiva, por no hablar de de la epidemia de pronunciamientos
desaforados a cargo de usuarios de la redes sociales.
Reaparece el Guerrero del Antifaz
Hace falta un poco de de
moderación para no imponer tantas penas de telediario y de tertulias
escandalosas. Hace años que varios jueces están jugando a reinventar al
Guerrero del Antifaz para resolver de un plumazo todos los males que nos
aquejan, mandando a la Guardia Civil
para esposar a los “presuntos”.
No cabe concluir que todos los jueces están politizados, y menos que todos los
comunicadores son igualmente frívolos, y menos aún que todos los políticos son
iguales.
Por eso da miedo oír a esos fanfarrones de la rectitud que acusan a
un partido desde una supuesta altura moral ocultando con hipocresía sus propias
corrupciones multimillonarias. Peor aun los populistas que se presentan como nuevos cirujanos que pueden
regenerar la vida política, porque el bisturí que esgrimen hoy puede ser mañana
el puñal que corte en seco la libertad de quieren no piensen como ellos.
Regeneración moral de la sociedad española
Si bien la mayoría está
alarmada con razón no se encuentran sin embargo tantos que acepten la raíz
moral de esta profunda crisis social. El teólogo Olegario González de Cardedal
se preguntaba “¿qué mutaciones se han dado en las conciencias para llegar a
tales acciones y omisiones?” Considera que la real explicación hay que buscarla
en la culpa moral de una generación
que ha relegado la moral cristiana y no ha cultivado la ética civil. Los
jóvenes y sus progenitores se encuentran ahora desnortados y colgados del abismo
del nihilismo que todo lo arrasa, principalmente los principios morales y las
verdades permanentes, y nada ofrece salvo el salto al vacío. El populismo
rampante es una clara muestra de ello.
Por su parte el pensador
Javier Gomá propone algo positivo basado en el valor social del ejemplo, “la ejemplaridad pública”, de quien
actúa con una conciencia rectamente formada. “No es suficiente cumplir la ley.
Hay cosas legales que son un disparate. El ejemplo de uno beneficia o perjudica
a su círculo”, afirma. No descubre nada nuevo cuando señala un error fatal del
Estado de derecho en su versión clásica que es preciso superar y que se ha resumido
en el “cumple la ley y haz lo que quieras”. Esa norma de conducta no se
sustenta porque la persona es una unidad real y no es posible compatibilizar
una vida privada inmoral y una vida pública honrada. Esto se llama esquizofrenia moral, una enfermedad
especialmente moderna que destruye el valor de la conciencia y constituye un
cáncer en el tejido social. De ahí proceden las corrupciones varias: las
financieras pero también las políticas, las periodísticas y las familiares.
El rey Felipe VI ha reiterado
la importancia de un modo de convivencia basada en la honradez y en hacer valer
la palabra dada, pidiendo un “impulso
moral a la sociedad” española. Sin embargo, a muchos españoles, incluidos
políticos, profesores y tertulianos, les parecerán palabra vacías que no dan de
comer ni llevan a la fama. Estos seguirán riéndose de quienes basados en la ética civil imperecedera y en las convicciones
cristianas, llevan años trabajando por regenerar la sociedad de la profunda
crisis moral que padecemos.
Palabras sabias
El libro de la Sabiduría
describe a la perfección la persecución ominosa que los poderosos del mundo en
cualquier época hacen del hombre sabio y
justo. Comienza con estas palabras: “Amad la justicia, los que juzgáis la
tierra, pensad rectamente del Señor y con sencillez de corazón buscadle. Porque
se deja hallar de los que no le tientan, se manifiesta a los que no desconfían
de él. Pues los pensamientos tortuosos apartan de Dios y su poder, puesto a
prueba, rechaza a los insensatos.
Y el capítulo segundo retrata
el corazón de los cínicos: “Venid, pues, y disfrutemos
de los bienes presentes, gocemos de las criaturas con el ardor de la
juventud. Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, no se nos pase ninguna
flor primaveral, coronémonos de rosas antes que se marchiten; ningún prado
quede libre de nuestra orgía, dejemos por doquier constancia de nuestro regocijo;
que nuestra parte es ésta, ésta nuestra herencia. Oprimamos al justo pobre, no
perdonemos a la viuda, no respetemos las canas llenas de años del anciano. Sea
nuestra fuerza norma de la justicia, que la debilidad, como se ve, de nada
sirve. Tendamos lazos al justo, que
nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas
contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación.
“Se gloría de tener el
conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche de
nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños. Nos
tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama
dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre.
Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito.
Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de
sus enemigos. Sometámosle al ultraje
y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una
muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará."
“Así discurren, pero se equivocan; los ciega su maldad; no conocen
los secretos de Dios, no esperan recompensa por la santidad ni creen en el
premio de las almas intachables. Porque Dios creó al hombre para la
incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del
diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen”. ¿Son
palabras del siglo III antes de Cristo o del siglo XXI?
Jesús Ortiz López
http://www.religionconfidencial.com/tribunas/Desmoralizacion-social_0_2376362358.html
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