viernes, 30 de diciembre de 2016

Huellas de Mons. Javier Echevarría

Un hombre de Dios muy humano deja profundas huellas en miles de personas que le han tratado directamente por un tiempo, como es mi caso. La Iglesia dirá más adelante si se inscribe en el elenco de los santos, pues Mons. Javier Echevarría  recibe ya peticiones personales para obtener favores de Dios.
            La última vez que hablé con él me despidió con un abrazo fuerte parecido al movimiento del corazón, apretando primero para impulsar después la sangre oxigenada que rejuvenece al organismo. Esa es sin duda la huella de un buen Pastor como ha sido él en su misión de Obispo Prelado del Opus Dei durante veintidós años.
            Sin contar las Cartas mensuales a los fieles de la Prelatura y numerosos libros y escritos, valoro el libro titulado Itinerarios de vida cristiana, una visión cristiana llena de actualidad sobre los problemas de nuestro tiempo. Y entre la muchas entrevistas me quedo con aquella tan personal a Pilar Urbano en 1994. Manifestaba que, aunque siendo niño vivió en el mismo edificio donde había un centro del Opus Dei, fue en Diego de León donde se informó con unos amigos un domingo de 1948 por la tarde sobre la Obra. Refería que salió con una estampa de Isidoro Zorzano que había fallecido antes, un posible santo con corbata. Le rezó más tarde por su padre que había sufrido un infarto y falleció después. Ese verano la familia permaneció en Madrid, comenzó a frecuentar un centro en la calle Españoleto y se enganchó.
            De sus primeros encuentros con el Padre, san Josemaría, tenía grabadas sus palabras sobre fidelidad, amor a la Iglesia y al Papa, y luego les regaló un paquete de tabaco Chesterfield que le habían dado en el Vaticano. Y en verdad fue bien valorado porque era tiempo de escasez.
            Recordaba al Padre yendo siempre al encuentro de los demás, entregándose a tiempo completo sin reservarse un minuto para sí mismo. Y a don Álvaro le ha visto eclipsarse siempre en un segundo plano con el deseo de aprender del Fundador.
            Desde el comienzo de su vocación -afirmaba en esa entrevista- se sentía muy querido por el Fundador pero también muy exigido; recordaba que más tarde -ya en Roma desde el año 1955- le dijo una vez: hijo mío, si no cambias, no podré confiar en ti. Así formaba el Fundador a los suyos en una atmósfera de cariño, familia y milicia, como solía decir.
            A la hora de suceder a don Álvaro afrontó con paz el desafío de seguir a dos santos que han dejado el listón muy alto, según dijo. Sin embargo no ha sido una fotocopia de sus predecesores, porque ha ejercido la paternidad y el gobierno con su propia personalidad revestida hasta el final con la participación creciente en Jesucristo Buen Pastor.
            Actuaba de ese modo porque se sabía y sentía poyado por el amor y la oración de sus hijas e hijos, y de tantos cooperadores y amigos. Como ahora rezamos por él millares de personas que confían en el Opus Dei.
            También tuve ocasión de rezar varias veces el Rosario con san Josemaría, que variaba cada vez el tono en alguna palabra del Avemaría para actualizar el diálogo contemplativo con la Virgen María. Varias veces era don Javier quien dirigía ese rezo mientras unos pocos realizábamos unos trabajos de decoración. La Virgen de Guadalupe le ha acogido ahora como ya hizo con el Beato Álvaro y san Josemaría. Cosas de la Providencia y señal para las gentes con fe.


Jesús Ortiz López 

http://www.religionconfidencial.com/tribunas/Disfrutar-Navidad_0_2847315250.html

La Navidad genuina


Comprobamos ahora intentos varios para desvirtuar el sentido cristiano de la Navidad. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid ha suprimido la representación luminosa de la Sagrada Familia en la emblemática Puerta de Alcalá de Madrid, y antes las figuras de la Sagrada Familia en Belén. En cambio, algunos indignados por esa torpeza van colocando allí las figuras tradicionales junto con el Misterio; porque si no celebramos este misterio del Hijo de Dios que se hace hombre para salvarnos, sobran los regalos, las burbujas, y la tramoya de Cortylandia o similares.

            Día tras día abundan las columnas, artículos y cartas en la prensa o en la redes sociales recordando el genuino sentido de la Navidad. Y genuino es lo que nace proyectado en la existencia por encima de las ideologías o intentos de distorsionar la realidad. Esto sí que es una marea de tradición cristiana que el laicismo no puede detener con sus pequeñitos y ridículos intentos como unos Mag@s vestidos con cortinas de ducha. Tanto en Madrid como en Valencia, en Barcelona, y en los ayuntamientos bien conocidos de todos. Fracasan y fracasarán como todos los que van contra el Evangelio desde hace veintiún siglos.

            Hace tiempo que el socialista Francisco Vázquez escribía sobre la adulteración de la Navidad como si esta tradición de fe cristiana fuera unas simples fiestas de invierno. Y añadía que: “En estos años últimos los católicos nos hemos visto engañados por unos y amenazados por otros, y siempre ninguneados por todos, carentes del más mínimo gesto de atención o de cariño”. No exagera y pienso que si somos coherentes tendremos que ningunear a los partidos que boicotean la Navidad, engañan a las familias, o pretender asfixiar a las escuelas concertadas. Así lo decía Vázquez: “Quienes tienen a gala para nada relacionarse con la Iglesia, en justa reciprocidad reciban en las urnas su mismo trato por parte de los católicos”. De modo que la responsabilidad no está sólo en los políticos y sus manejos sino en ese pueblo de bautizados, que son el setenta por ciento, y tienen capacidad para mantener o expulsar a las ideologías enemigas de la libertad que confunden voluntariamente como trileros la aconfesionalidad con el laicismo negativo.

            Mientras el Ayuntamiento madrileño intenta cambiar la Navidad reduciendo Belenes, la Autonomía de Madrid monta su tradicional Belén en la Puerta del Sol, siempre renovado como ahora con una evocación del Madrid de Carlos III, y recibe gran afluencia de visitantes que hacen colas interminables con tal de disfrutar de la Navidad. Dejando aparte los réditos de imagen que logra así la Cifuentes, quizá con ello puede empezar a redimir sus políticas en contra la familia y a favor de la ideología de género.
            Por otra parte, frente a los grandes almacenes como El Corte Inglés afectados de asepsia que intentan seducirnos con animalitos cantarines sin apenas Navidad, muchos comercios pequeños exhiben con naturalidad sus Belenes y atraen más clientes. Y no digamos en nuestros hogares con múltiples Belenes heredados de los abuelos o traídos de la Tierra Santa y de lugares exóticos. Sin embargo ese pueblo teóricamente católico se deja el sueldo en esas grandes superficies.

            Una vez más son las ocurrencias de cierta izquierda que intenta inútilmente disolver la Navidad ocultando que celebramos el nacimiento del Niño Dios, que abre sus brazos incluso a los que no le quieren recibir.


Jesús Ortiz López 

Disfrutar la Navidad

Se trata de disfrutar la Navidad, el Acontecimiento que sostiene nuestro sistema de valores desde la fe, más que de disfrutar con una navidad de gorros y burbujas.

Crece el número de hogares que celebran la Navidad de verdad, con fe y agradecimiento al Niño Dios con María y José, la Sagrada Familia que inspira a toda familia humana, aunque todavía algunos no lo sepan: un madre, un padre, unos hijos, unos abuelos… La mayoría de estos hogares coloca varios belenes: uno más grande para disfrute de los hijos y nietos, otro con el Misterio, y otros traídos de lugares exóticos.

Olvidarse del sentido claramente religioso y solidario sería tan penoso como recibir de regalo una gran caja envuelta en bello papel y lazos brillantes para comprobar con desilusión que está vacía, pues no tiene más que aire. Eso les puede ocurrir a los que se disfrazan de renos, Santa Claus o punkis para celebrar el solsticio de invierno.

En la prensa escriben estos días columnistas que subrayan el contenido cristiano de la Navidad, sin el cual todo queda en luces, regalos y burbujas. Solo algunos celebran estas fiestas sin pensar en el contenido cristiano, el asombro continuado en la historia, porque Dios se ha hecho hombre sin dejar de ser Dios para salvarnos, Enmanuel: Dios-con-nosotros. No es un mito sino la realidad que sustenta nuestra historia, y por eso nos deseamos Paz y Felicidad; y nos esforzamos por ayudar a los necesitados, viendo a los pobres como hijos de Dios, personas con la que intercambiar un saludo, interesarse por ellos, y darles alguna limosna.

Volviendo a la Gran Noticia he leído varias columnas que centran la Navidad cristiana sin remilgos, subrayando las valores que sostienen nuestra civilización, -mejorable desde luego por su incoherencia con el Evangelio- pero muy superior a otras que desconocen a Jesucristo. De esto han  escrito estos días la periodista Isabel San Sebastián, el escritor Juan Manuel de Prada, el consejero Luis Peral, o el bioquímico César Nombela, dando cada uno su testimonio natural de fe según su oficio. Otro tanto acaba de hacer Esperanza Aguirre en el pleno de la Asamblea de Madrid con un discurso claramente testimonial que se hace viral en las redes.

Y no digamos la participación popular creciente en la madrileña Puerta de Alcalá, como reacción a la retirada por parte del Ayuntamiento de la Capital de cualquier símbolo del Dios-que-nace-en el Portal de Belén. Esa Puerta emblemática aparece vestida con luces como de cortina de ducha,  pero acoge estos días unos trescientos belenes depositados por los ciudadanos, así como a una multitud de madrileños y turistas que invaden la Puerta para contemplar, rezar o hacerse selfies. Por eso la actitud de unos poderes institucionales efímeros que quieren borrar la Navidad, queda eclipsada por la vida de los creyentes dispuestos a disfrutar la Navidad: el día que cambió la historia de la humanidad, aunque todavía algunos no se han enterado. Feliz Año de Gracia 2017.


Jesús Ortiz López 

http://www.religionconfidencial.com/tribunas/Disfrutar-Navidad_0_2847315250.html