Precisamente la vocación de los
fieles del Opus Dei es poner a Cristo en la cima de las actividades humanas;
pero esto no significa superioridad ni exclusividad, sino rectitud de intención
en la entraña de la vida personal y comunitaria
Cuando el Papa Francisco invita a
descubrir «al santo de la puerta de al lado» me viene a la mente Chema Postigo,
fallecido a los cincuenta y seis años, un cristiano corriente con algo especial
pues a sus funerales, uno en Barcelona y otro en Madrid, acudieron seis mil
personas. Además, entre el velatorio y el funeral, se repartieron miles de
rosarios a modo de recordatorio. Su hermano Miguel ha escrito un libro movido
por el asombro al contemplar la trayectoria de Chema, con su esposa Rosa y sus
muchos hijos: una vida colmada haciendo el bien a manos llenas en la familia,
con los amigos, en el trabajo, y su apostolado diario, así como las obras de
caridad y misericordia. Todo normal pero lleno de amor de Dios. Y como él
varios cientos de fieles del Opus Dei han concluido su misión en la tierra;
algunos están en proceso de beatificación, por no hablar del Beato Álvaro del
Portillo.
Alguien puede pensar que el Papa
Francisco está abaratando la santidad
por aquello de que todos pueden ser santos, como el vecino de la puerta de al
lado. Sería un error el pensar que la santidad en la vida corriente -con
algunos ejemplos que señala el Papa- equivale a una santidad mediocre, sin
relieve, y sin destacar; pero no es así porque luchar por ser santos requiere virtudes heroicas y poner los medios
para corresponder a la gracia de Dios. Hasta los apóstoles se veían incapaces
pero Jesús les dijo: «Para los hombres es imposible, pero para Dios no; porque
para Dios todo es posible».
El entonces Cardenal J.Ratzinger
escribía que las virtudes heroicas que destacan en los santos no se deben sólo
a sus fuerzas naturales sino a los dones de Dios, como se aprecia en la persona
de san Josemaría: «Virtud heroica no significa exactamente que uno hace cosa
grandes por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho
él, porque él solo ha estado disponible para dejar que Dios actuara».
San Josemaría se esforzó siempre
por ocultarse y desaparecer para que
sólo Jesús se luzca en la vida de miles de cristianos, que viven el espíritu
específico del Opus Dei. Consideraba que nuestra vida debe ser como en un bello
tapiz, para la gloria de Dios y bien de las almas, en el que lucen figuras
variadas en medio de la creación buena de Dios; pero el reverso está lleno de
nudos sin apariencia, hombres y mujeres pecadores que rectifican y se levantan
muchas veces porque cuentan con la gracia de Dios y la sanación de la Iglesia
santa, que es la comunidad de los perdonados.
https://www.religionconfidencial.com/tribunas/santos-puerta-lado_0_3136486344.html