jueves, 4 de octubre de 2012

Crisis de responsabilidad



Sufrimos estas crisis porque las bases de este Estado de bienestar son frágiles por su dependencia de una antropología deficiente.

            Aquel buen hombre fue embarcado en el autobús con destino a Madrid para participar en alguna de las diez manifestaciones diarias que recorren la capital. Con el ajetreo sufrió un desmayo y fue atendido solícitamente en urgencias. Se le pasó, pero el bus ya había regresado a su pueblo y Abilio exigía cena y una cama para pasar la noche. En el hospital consiguieron por fin que fuera a una casa de acogida y satisfacer así su demanda. Es un signo de que papá Estado nos atenderá siempre, pase lo que pase.
           
            El suceso merece una reflexión acerca de la responsabilidad personal en este tiempo de crisis económica. Se trata de la Prudencia, que algunos tomarán por una señora de pueblo, pero no, es el nombre de una virtud cardinal bastante olvidada. Dispone la razón para discernir, en cada circunstancia, el verdadero bien y a elegir los medios adecuados para hacerlo. De este modo guía a las demás virtudes, indicándoles su regla y medida, dice el actual Compendio del Catecismo católico. Pues bien, la actual crisis económica tiene raíces morales -falta de virtud- , como  afirma Benedicto XVI y dicen algunos entendidos con sentido común.

El Estado de bienestar
            Hace muchos años que los países europeos han desarrollado el Estado de bienestar, que garantiza unos servicios a los ciudadanos, especialmente en sanidad, educación, vivienda y transportes, o manifestaciones, buscando votos por encima de todo. Un buen logro que ha exigido más impuestos y una ingente maquinaria estatal a todos los niveles, como comprobamos en la España de las autonomías.
            Pero las bases de este Estado de bienestar son frágiles por su dependencia de una antropología deficiente. En lugar de avanzar en responsabilidad personal y en virtudes ha crecido en irresponsabilidad, vicios y corrupción. Muestra de ello son  las leyes permisivas que favorecen el divorcio y el aborto como derechos sociales; o la ideología de género como cáncer silencioso que va destruyendo el matrimonio y de la familia.

Aprender a ser responsables
            Por todo ello parece necesario hacer una cura de responsabilidad para que cada uno administre sabiamente su libertad, arrime el hombro y aprenda a ser un ciudadano ejemplar. Es difícil, pero vale la pena intentarlo por el bienestar de todos: la culpa no es de los otros, sobran los victimismos y los indignados. Y cada uno debe trabajar con honrada responsabilidad sin esperar que papá Estado le resuelva la vida.

Jesús Ortiz López


http://www.analisisdigital.org/2012/10/04/crisis-de-responsabilidad/

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