sábado, 23 de mayo de 2020

¿Qué lecciones hemos aprendido?



Redescubrir el Pan y la Palabra

Muchas familias se reúnen bien arregladas en estas circunstancias y siguen las posturas propias de la Misa: así los más jóvenes comprenden mejor que otras veces el valor que tiene para los padres creyentes. También muchos adolescentes comprenden ahora que la Misa no es una obligación sino una necesidad para estar cerca de Jesucristo. Algunas personas han manifestado que se saltan las lágrimas a la hora de la Comunión por no poder participar sacramentalmente de la Eucaristía.

Hay mucha autenticidad en las familias que alimentan la fe también con las retrasmisiones en marzo desde Roma, como el acto impresionante del papa Francisco orando con gran devoción ante el Cristo del siglo XVI de la iglesia de san Marcelo, y luego bendiciendo a la urbe y al orbe con Jesús-Eucaristía. Lo mismo en las excelentes retransmisiones de la pasada Semana Santa como el Vía Crucis por una Plaza de san Pedro vacía. Y también en las retransmisiones del Jueves, Viernes, y Domingo de Resurrección. Para muchos ha sido la Semana Santa más intensa que recuerdan ya que nada distraída de las ceremonias estando en primera fila.

Qué prioridades

Cuando nos encaminamos por fases y semifases hacia el final del confinamiento -que ha limitado en exceso el derecho a la libertad de culto-, estos meses de aislamiento quedarán grabados como una oportunidad de volver al buen sentido con mayor decisión para marcar las prioridades de la vida. Por ejemplo, entre otros muchos, se me ocurren:

- la importancia capital del tiempo dedicado a la comunicación en la familia;
- la fe vivida con más voluntariedad y hondura;
- la necesidad de la Eucaristía recibida del ministro como un don y no como un autoservicio, y también la valoración de la Confesión sacramental como un regalo que la Iglesia ofrece a los fieles;
- participar con más generosidad en este tiempo de carestía al mantenimiento de la Iglesia a partir de la parroquia y de las instituciones que mueven la caridad, el apostolado y las vocaciones; son muchos los que están aumentado una suscripción para compensar la falta de aportaciones en las Misas;
- el peso específico de la amistad y la demostración práctica de la solidaridad privándonos de algo y del propio tiempo para ayudar a los más necesitados; en muchos supermercados, como bien sabemos, unos voluntarios recogen comida para tantas familias que se han quedado sin recursos; y parece que tendremos que seguir haciéndolo durante meses; 
- comprobamos y damos ejemplos a los pequeños de austeridad pues se puede vivir mejor con menos ayudando a los pobres, y lanzando iniciativas para acompañar y vivir con sencillez y eficacia muchas obras de misericordia;

Seguiremos con esperanza renovada las palabras del Papa Francisco ante el Cristo de San Marcelo y la Virgen, Salus populi romani: «Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás».

Jesús Ortiz López




martes, 12 de mayo de 2020

Dificultades para la libertad religiosa



Esta web «Religión en Libertad» mantiene la bandera de la libertad religiosa y civil en forma de valiosos testimonios y documentos actuales sobre la vida de fe. Por ella desfilan muchos laicos, clérigos, y religiosas, que viven con soltura y sin complejos la fe en medio de las dificultades, como ocurre en la pandemia del Covid.

Alarma creciente

En España solo se habla de lo que quiere un Gobierno opaco: se ocultan los muertos y cuando se haga luto nacional ya será tarde y a remolque; se nos ocultan las contrataciones millonarias de material clínico a empresas sin experiencia; se nos oculta quiénes son los expertos, qué cualificación tienen, y qué criterios siguen para determinar unas nuevas medidas. Mientras, se engorda el número de altos cargos pagados a precio de oro por ser amigos, pasando por encima funcionarios cualificados.

La alarma se ha instalado entre nosotros, en primer lugar por la pandemia que se lleva por delante a más de veintiséis mil personas, que han muerto sin la presencia de sus familiares, aunque sí del personal sanitario, de sacerdotes y ministros religiosos, y del cariño de los voluntarios. En segundo lugar, la alarma crece por las limitaciones a nuestra libertad de culto y otras demás libertades civiles válidas solo para un estado de excepción. A pesar de ello, los católicos como buenos ciudadanos las aceptamos con ejemplaridad y en particular los sacerdotes, junto con las autoridades eclesiásticas.

La libertad religiosa está sufriendo muchas trabas más allá de la prudencia para hacer una despedida religiosa en favor de los difuntos; la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos está sufriendo alevosamente; la ley de la eutanasia se colará en el BOE sin debate; la libertad de información sufre recortes; y la libertad política está mermada por la deriva de un Gobierno que hace oposición a la oposición como  en los peores de regímenes autoritarios.

Democracia menguante

El aparato de propaganda del Gobierno funciona a toda velocidad en manos RTVE y televisiones subvencionadas, acaparando el Presidente horas de hipnosis sobre una audiencia desinformada; el CIS cocina un brebaje indigerible a la mayor gloria del Gobierno; los fontaneros de Moncloa destilan nuevos sintagmas como: desescalada, nueva normalidad, comisión de expertos, comisión para la reconstrucción, escudo social, y un largo etcétera.

Finalmente, y como botón de muestra del malestar por el recorte de libertades en la democracia menguante, recojo tan solo algunas cartas aparecidas en la prensa, omitiendo a sus autores:

«Estamos de luto. Miles de familias han perdido a alguno de sus seres queridos. Aunque muchas no han podido acompañarlos en los últimos momentos están agradeciendo el testimonio de humanidad que han dado los profesionales de la sanidad, los voluntarios y las autoridades locales, como ocurre en Madrid. El lazo negro situado en el centro de la Puerta de Alcalá es un recuerdo permanente de esas víctimas de epidemia del Covid-19: son casi ocho mil en la Capital y más de veintidós mil en toda España. Esas familias agradecen también la atención de los sacerdotes en los grandes recintos para ayudar a morir administrando la Confesión, impartiendo una bendición o ayudándose la rezar para que cada uno muera en la paz de Dios. Lo que cuesta entender es que los amigos de los lazos y muchas televisiones se hayan olvidado de poner el lazo negro en señal de luto. (Madrid)

«Sánchez insaciable. Aún quedan muchas personas engañadas por el Gobierno social-comunista de Sánchez e Iglesias. Piensan que no lo están haciendo tan mal, dada la dificultad de la pandemia del coronavirus. Pero Sánchez es insaciable en acaparar la televisión pública, de todos, para mantener su imagen. Sánchez es insaciable en sus mentiras que muchos se acaban creyendo. Sánchez es insaciable en su ninguneo al PP, principal partido de la oposición. Sánchez es insaciable en su intromisión en la libertad de expresión implicando incluso a la Benemérita. Y ahora Sánchez amplía este Gobierno mastodóntico de 22 ministerios creando además 11 subdirecciones generales ignorando el rescate que se nos viene encima. Cargos todos ellos que aumentarán el presupuesto y cuyo costo saldrá de nuestros bolsillos. El insaciable Sánchez se extiende y amenaza de muerte a nuestra indefensa democracia. (Córdoba)»
«Democracia intervenida. Abundan las manifestaciones de juristas expertos ante la confusión práctica entre el estado de alarma y el estado de excepción. Afecta gravemente a los ciudadanos y está preceptuado en la Constitución, pues en el primero los ciudadanos mantienen sus derechos fundamentales, aunque con algunas restricciones y por poco tiempo. En cambio, en el estado de excepción se pueden suspender algunos de esos derechos bien determinados, previa aprobación por el Congreso. Nada de eso está haciendo el Gobierno de Sánchez que suspende de hecho sin contar con el Parlamento el derecho de circulación y de información, entre otros. Nos ha impuesto una democracia virtual y debería aprender de Merkel cuando afirma que este virus se combate con democracia abierta, donde las decisiones se explican y se justifican, porque no vivimos del sometimiento (Madrid).

Gran Hermano 1984. Los planes del Gobierno resultan alarmantes pues tienen una deriva autoritaria para gobernar por decreto, silenciando a la oposición y engañando a los ciudadanos. Hace realidad aquella ficción de Orwell titulada 1984. Engaña con los test pues, contrariamente a lo que ha dicho Sánchez, España está por debajo de la media de la OCDE, ocupando el puesto 17. Como no llegan test suficientes, no hay mapa de la pandemia, y por ello se prolonga el estado de alarma, que en realidad es estado de excepción, y así Sánchez-Iglesias gobiernan sin el Congreso ni el Senado, como 1984. La comisión de Reconstrucción ha sido una foto, y Sánchez prescinde del diálogo, como 1984. El Plan para la transición hacia la Nueva Normalidad, está copiado de Mao. El Comité técnico de gestión se convierte ahora en el Gabinete en manos de Iván Redondo, al nivel de 1984. La desescalada, neolenguaje como en esa obra 1984, está manipulada para confundir a los vecinos y empresarios: a la gente confusa se la gobierna mejor, como sabe el Gran Hermano. Menos mal, que se están agotando los ejemplares de la obra 1984. (León)»

«Según el CIS y RTV el apoyo al Gobierno es mayoritario: nos parece que gestionan bien, que informan con exactitud, y que aceptamos bien este confinamiento. Sin embargo, si escuchamos las charlas y tertulias en familia, las conversaciones telefónicas, o leemos a los columnistas no genuflexos como el ABC entonces resulta que estamos hasta el gorro. Lo peor es el engaño permanente sobre el número de muertos e infectados, la opacidad sobre la compra de mascarillas defectuosas y test no fiables, luego el hundimiento de las muchas empresas, y además las bromas sobre las soflamas de Sánchez. Crece el número de quienes percibimos los recortes graves a la libertad de expresión y de información, como vienen señalando otros medios no subvencionados. Por ello soñamos con el final de este Gobierno autoritario del Aló Presidente. (Pamplona)»


Jesús Ortiz López





jueves, 7 de mayo de 2020

Comunicación y transformación cultural


El profesor José Francisco Serrano Oceja ha publicado un libro titulado «La sociedad del desconocimiento» en el que dedica la segunda parte a La Iglesia y la Comunicación[1]. La primera se titula «La humanidades y la comunicación».

La Iglesia es comunicación

A ningún creyente se le escapa que la Iglesia es comunicación porque su misión es anunciar el Evangelio de Jesucristo en vivo y a todas las gentes. Más aún, la Iglesia misma es comunión espiritual en Jesucristo de personas en este mundo. Hoy la Iglesia en España sigue siendo comunicación en ese profundo sentido y debe servirse de los medios actuales, no solo como institución sino como comunidad de creyentes libres y responsables de la fe.

Hablamos de la sociedad de la información gracias a los medios que generan noticias continuamente, y también decimos que nos sobra información mientras falta formación. Falta sosiego para analizar la realidad de los sucesos y las líneas de fuerza de la comunicación, y aún más para reflexionar hacia dónde nos dirigimos o nos dirigen. El subtítulo de esta obra es «Comunicación posmoderna y transformación cultural» pues entendemos que nos jugamos mucho como ciudadanos.

Palabras, cultura, antropología

Ya en la Introducción el profesor Serrano Oceja considera que el símbolo de la sociedad actual es el tríptico compuesto por la sociedad de consumo, la democracia de masas y los medios de comunicación de masas. A este respecto menciona a la revista Time cuando decía que «nunca hemos corrido tan deprisa hacia ninguna parte». Y añade que vivimos en una hipertrofia de medio y una atrofia de fines. Su propósito es profundizar en la relación entre las humanidades y la comunicación, lo cual supone repensar la antropología filosófica que subyace en nuestra cultura actual.

La primera parte trata sobre las humanidades y la comunicación, tema que está en el fondo de sus clases como profesor de ciencias de la comunicación en la universidad CEU San Pablo, y anterior decano de la facultad de Humanidades. Aborda la cuestión del lenguaje pues sabemos, o deberíamos saber, que es la herramienta principal que se utiliza para cambiar hoy las ideas sobre la persona, la familia y las leyes.

Francisco Serrano dirige su mirada a la persona como sujeto y término de la comunicación, que debe estar advertida de la posible manipulación del lenguaje. De ahí la importancia de revisar la antropología que subyace en nuestras ideas y acciones, porque han crecido aquellas antropologías reductoras del hombre, al que las ideologías dispares como el capitalismo y el comunismo tratan como un ser sin trascendencia ni necesidades espirituales. Merece ser destacado el capítulo dedicado el problema antropológico subyacente en las ciencias sociales, después de distinguir entre masa, individuo y persona.

Más creatividad en la comunicación eclesial

La percepción que parte de la sociedad tiene de la Iglesia está distorsionada cuando se desorbitan los fallos,  las divisiones y los pecados, pero también falta promover una cultura de la comunicación a la medida de nuestro tiempo. Serrano piensa que falta liderazgo y creatividad en la comunicación eclesial, y que no es suficiente con que otros reconozcan y aun admiren la misión asistencial de la Iglesia sino que es preciso ganarse la ejemplaridad imitable. El Papa Francisco es el ejemplo patente de este liderazgo mediático por sus gestos sinceros,  su impulso hacia las periferias, y su capacidad para cambiar la agenda de lo previsible, que generan un pensamiento fresco acorde con el Evangelio.

Los movimientos del Papa hacen ver que el centro ya no está en Europa sino en América, que empieza a ser Iglesia fuente, a la vez que trata de centrar a la Iglesia en lo esencial como madre, maestra y pastora de la misericordia que a nadie deje indiferente. Francisco mantiene sin rebajas la doctrina y la fe sacramental a la vez que impulsa una Iglesia en salida, como ha dicho tantas veces.
Finalmente, la amplia bibliografía que sustenta la exposición del profesor Serrano Oceja muestra el trabajo desarrollado durante años en sus clases, artículos y libros. Entre los autores de pensamiento utiliza a Luckman, Habermas, Putnam, González de Cardedal, Alvira, Prades, Llano, Fissichella, y naturalmente san Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Con el profesor Llano reconoce que el «problema de comunicación y pensamiento cristiano no lo es de comunicación, ni siquiera de información, sino de cultura y de pensamiento. La carencia de grupos de acción y de pensamiento que ejerzan un liderazgo en la sociedad, y que transparenten ejemplaridad, convierte a los medios en instrumentos seducidos por la erótica de la política y en los intereses de grupo»

Jesús Ortiz López



[1] José Francisco Serrano Oceja. La sociedad del desconocimiento. Encuentro. Madrid, 2019. 143 págs.


https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/comunicacion-transformacion-cultural/20200506225245030025.html

martes, 5 de mayo de 2020

Dios sigue importando


Ahora resulta que Dios sí importa. Hace tiempo que determinados gurús de la cultura, intelectuales orgánicos, y políticos líquidos quieren convencernos de que Dios ha muerto para el hombre moderno, y que solo es una creencia subjetiva sin relevancia en la sociedad. Y ahora resulta que el superhombre está sometido por el coronavirus que se lo lleva por delante.

El Dios vivo sigue con nosotros

Ahora resulta que estas semanas de reclusión facilitan la vuelta de los hombres a Dios, aunque no de Dios a los hombres porque Él nunca está ausente de nuestro mundo. Celebramos estos días la Pascua de Jesucristo, el Dios vivo que está en el Cielo -que no es el olimpo mítico-, y también al Padre que acoge de nuevo su sacrificio porque quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y al Espíritu Santo que es persona divina y sigue actuando en el corazón de los hombres, despertándoles o resucitándoles a la vida de verdad. Unos son vivientes muertos a la gracia aunque pueden resucitar, y otros son muertos vivientes víctimas de esta pandemia que son abrazados por el Dios único en el Cielo de verdad.

La Iglesia sigue atendiendo a miles de enfermos por medio de los sacerdotes -pastores servidores en medio del rebaño- y ofrece sufragios por los difuntos que los hombres no saben contar. El Papa Francisco ha explicado la importancia de la contrición sincera de los pecados a quienes mueren sin poder acercarse a la Confesión sacramental, y del valor de la comunión espiritual, consolándolos para que no se angustien ante la imposibilidad física de recibir estos sacramentos.  

El Padrenuestro siempre actual

Ahora resulta que José María Cano se suma a otros artistas, intelectuales, periodistas y políticos con fe y sentido común, para ofrecer su interpretación musical del Padrenuestro, la oración por excelencia que Jesús de Nazaret nos ha regalado para siempre.

El artista evoca el libro del Éxodo cuando los israelitas estaban confinados en sus casas y rezando a la espera de que pasara la plaga exterminadora en Egipto porque se fiaron de Dios. Una historia que se repite ahora con matices distintos al permanecer recluidos en nuestras casas, durante el estado de alarma que tiene inasumibles efectos de un estado de excepción. Según sus palabras, «se nos está pidiendo mucho que seamos prudentes, que nos pongamos mascarillas y nos lavemos las manos con frecuencia (…) pero pocos son los que nos invitan a rezar».

Por eso ofrece ahora su versión orquestada e interpretada por la querida Monserrat Caballé, catalana y española universal, para aquel Encuentro de las Familias en Valencia el 2006. Incluye el rezo de la oración dominical por el Francisco en esta Pascua tan singular. El artista ha escrito al Santo Padre explicándole su proyecto y cediéndole los derechos de autor para su difusión. «En apenas cinco minutos rezamos dos veces esta oración y, en estos días, es importante que podamos hacerlo todos en casa», dice. Además ha pintado un apostolado, el rostro de cada uno de los doce apóstoles, que se iba a presentar en la sacristía de la catedral de Toledo, aunque deberá posponerse. Una sacristía, por cierto, que ha sido magníficamente restaurada por el arquitecto con alma de artista Jaime Castañón que acaba de fallecer en su plenitud a causa de la epidemia.

Quizá algunos han olvidado el Padrenuestro que rezaban de niños, entendiendo entonces mucho más que cuando se han hecho adultos al perder la limpieza de alma, pues se creen superhombres: solo ven el trabajo de tejas abajo, el poder y el honor de una casta superior, alcanzando unos escaños con apaños urdidos en la sombra.

Conozco a muchas personas que han vuelto a rezar el Padrenuestro y las oraciones de siempre, no tanto por miedo cuanto por el sosiego que permite reflexionar sobre el sentido de la propia vida, el valor de la familia y de la amistad, y la importancia de contar con Dios. Como nunca hasta ahora son innumerables las familias que participan cada día en la Misa retransmitida por cadenas de televisión, que practican la comunión espiritual con una profundidad que nunca habían advertido, que rezan el Rosario ante la imagen de la Virgen de su hogar contemplada con renovado amor.

Termina la Caballé las peticiones del Padrenuestro cantando con emoción «no nos dejes caer en la tentación. Y líbranos del mal. Amén». Y muchos pedimos lo mismo tantas veces para que, cuando salgamos de esta reclusión forzosa y recuperemos las libertades abolidas por decreto, no volvamos a olvidarnos de Dios.

Jesús Ortiz López


Sí, estamos de luto



Hace unos días, Pablo Casado ha conseguido que el Congreso guarde un minuto de silencio por los fallecidos a causa del Covid. Son más de veintitrés mil, con nombre, apellidos y familiares destrozados. En mayor medida cuando no han podido acompañarlos en los últimos momentos ni participar en el sepelio, aunque muchos esperan poder celebrar un funeral cristiano «cuando el tiempo lo permita». También ha sido noticia el funeral en la catedral de Madrid presidido por el Cardenal Osoro con la presencia de las autoridades locales. Algo semejante hacen otros obispos cuando no se lo impiden unos cuerpos de seguridad tan celosos como desconocedores de la Constitución.

No ocultar a los muertos

Sorprende que ese minuto de silencio haya sido noticia -aunque poco difundida-, y que la iniciativa no partiera del Gobierno, así como que no haya decretado todavía luto nacional por esas personas, y menos corresponder pronto con las víctimas en «actos cívicos de justicia con ellos», como ha escrito José F. Serrano.

¿Cuántos más tienen que morir para que las banderas ondeen a media asta en todos los edificios oficiales a nivel nacional y local? ¿Sería mucho pedir que las autoridades piensen sin sectarismos en dedicar parques, plazas, y calles a las víctimas del coronavirus? Porque se equivoca mucho una sociedad cuando trata de ocultar los muertos.

Televisión Española y otros medios ocultan los muertos, con la excusa de no desanimar, y aún no se han puesto el lazo negro. En cambio, Madrid -con cerca de ocho mil muertos- ha clausurado ya la morgue del Palacio de Hielo con un sentido homenaje: las autoridades locales, los profesionales, y los cuerpos de seguridad, han dado testimonio de humanidad afirmando que todo el mundo cuidó y veló a los fallecidos. Un gesto importante de empatía que ha sido criticado por algún periodista sin corazón sin respeto a los muertos y a sus familiares.

Un superhombre débil

Desde hace un siglo la muerte es un tabú que se oculta y barniza con asepsia compungida. Menos mal que encontramos personas con cabeza y corazón que siguen ofreciendo una visión universal del hombre que se cree el mito del superhombre. Menos mal que los cristianos celebramos ahora la Resurrección de Jesucristo y la renovamos cada domingo con la fe en la futura resurrección. Y menos mal que vemos ahora a los sacerdotes que celebran la Misa sin pueblo llenando los bancos con fotografías de sus fieles ofreciéndola por los vivos y los difuntos, que rezan responsos ante las cenizas de los difuntos en los tanatorios y cementerios, y que hablan esperanza cierta en la resurrección de la carne. Ante el tabú moderno que oculta la muerte muchos sabemos que estamos de luto, que éste debe manifestarse oficialmente en la sociedad, y que Jesucristo resucitado abre la puerta a la vida eterna en Dios. 

Jesús Ortiz López