jueves, 27 de junio de 2019

Tres testimonios de la fe



Se cumple otro aniversario del fallecimiento de san Josemaría Escrivá, en realidad su nacimiento para el Cielo. Su vida ha sido un testimonio de la fidelidad al querer de Dios, un hombre de gran corazón, enamorado de Jesucristo y de la Virgen María, y por eso mismo lleno de caridad hacia todos. Y son miles las personas que le trataron el esta vida, incluidos los no católicos y los no cristianos. También los enemigos, que los tuvo, como ha ocurrido a la mayoría de los santos, pues sin Cruz no hay santidad, que se prueba con las cruces que imponen otros hombres.

«Cristo no nos pide un poco de bondad, sino mucha bondad. Pero quiere que lleguemos a ella no a través de acciones extraordinarias, sino con acciones comunes, aunque el modo de ejecutar tales acciones no debe ser común», decía el fundador del Opus Dei. Y san Juan Pablo II le denominó el santo de lo ordinario, especialmente en la solemne ceremonia de su canonización en Roma, en la plaza de San Pedro abarrotada en aquella ocasión. Retrocediendo hacia atrás, en junio de 1946, recién llegado a Roma, pasó la noche en oración desde la terraza de la vivienda donde se alojó, con visibilidad a los apartamentos del Papa. Ese contraste entre un hombre solo rezando y los miles de fieles de todo el mundo unidos señala la fecundidad de la gracia en los santos.

Otro testimonio bien reciente es la muerte de Teresa Cardona, fiel del Opus Dei, cuando empezaba el traslado a Yamoussoukro para continuar una labor solidaria, encabezando un grupo de jóvenes felices por ayudar a niños y remodelar una escuela. La noticia ha sido muy difundida en los principales medios pues señala que hay muchos jóvenes con valores dispuestos a darse a los demás. Son la esperanza de una sociedad que anda escasa de valores y de principios. Son muchas las muestras de solidaridad y condolencias, desde los Reyes y los políticos hasta las redes sociales.


Finalmente, otro testimonio conocido ha sido la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri el mes de mayo en Madrid. Su vida como profesional, investigadora y profesora, como mujer solidaria siempre ya desde su labor en México, y como fiel del Opus Dei, siempre disponible y alegre, levanta también la esperanza en un mundo conflictivo, violento, y muchas indiferente a Dios y a las verdaderas necesidades de las personas.

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/tres-testimonios-de-la-fe/20190627005904028213.html

miércoles, 12 de junio de 2019

La buena muerte


De nuevo un caso extremo se utiliza para remover los cimientos de la milenaria cultura de la vida. La muchacha holandesa Noa y sus padres merecen todo el respeto, aunque nadie aclara si ha sido suicidio, ayuda al suicidio, o quizá eutanasia. Son misterios opacos porque se quiere legislar desde los sentimientos inducidos y sin un verdadero debate. No ha sido una buena muerte ni modelo para la sociedad. En Holanda la ley índice a la eutanasia, pero es necesario recordar que no todo lo legal es moral.

Levantar la mirada

El germen holandés se extiende por Europa implantando la cultura de muerte. Razón de más para recordar lo obvio: la vida humana es sagrada y no se debe jugar con la dignidad de la persona que siempre es hija de Dios, Señor de la vida y de la muerte con misericordia paternal, que siempre ofrece gracias abundantes para sobrellevar todos los dolores, por insoportables que puedan parecer. Ante esos sufrimientos muchos miran al cielo aun sin comprender, y los creyentes, con más razón, miramos a la Cruz donde se vislumbra una misteriosa sinfonía de unión con Jesucristo el Redentor de todos los hombres.

C.S.Lewis trataba de explicarlo en una conferencia a partir de su propio dolor al perder a Hellen (Joy) después de una intensa lucha contra el cáncer: «Vivimos en tierras de penumbra, el sol siempre brilla más allá de una curva, más allá de una colina. Sí, Dios nos habla cada día en los sucesos ordinarios, además nos susurra en nuestras alegrías, pero también nos grita en nuestro dolor. Es como el altavoz para unos oídos sordos como diciéndonos “calla, que no entiendes nada y tienes que madurar”. Por eso –añadía- rezo no para que Dios cambie sino para que cambie yo. Y concluía su confidencia: “Señor, he tenido la fortuna de vivir dos vidas, la de Hellen  y la mía; perdóname si la he querido demasiado y ten misericordia de los dos”».

Morir en paz

Hay que recuperar el sentido de la realidad y de las palabras. Natural es nacer a tiempo, aunque sea con síndrome Down, natural es morir a tiempo con asistencia médica, familiar y espiritual. La buena muerte está en las antípodas de la supuesta «eutanasia», cuando una persona no ha encontrado el sentido de su dolor ni le han ayudado quizá a experimentar el consuelo de Dios. Y sobre todo la sociedad se engaña cuando acepta cómodamente la cultura de muerte, propiciada por quienes juegan a ser Dios.

Jesús Ortiz López

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/la-buena-muerte/20190611234918028107.html