sábado, 31 de octubre de 2020

Demasiadas prisas contra la vida

Siguen las vueltas de tuerca contra la vida por parte del Gobierno de Pedro Sánchez al querer tramitar con prisas la ley de la eutanasia. Sin demanda social y con el rechazo de los expertos.

¿Es tan urgente impulsar una la ley sobre la eutanasia? No. ¿Corresponde ese impulso desenfrenado a una demanda social? No. ¿Entonces por qué el Gobierno de la Nación se empeña en imponer unas leyes para descartar a los ancianos y terminales, y nefastas para la convivencia social?

Los que saben frente a los que tienen la fuerza

Las voces en defensa de la vida vienen del Consejo de Médicos, del Comité de Bioética, de los juristas, de la Iglesia, y de un sinfín de personalidades de la vida civil y política. ¿Por qué esa cerrazón del Gobierno actual?

El Comité de Bioética de España ha rechazado, por unanimidad y sin votos particulares, los fundamentos de la ley de eutanasia y el suicidio asistido que se tramita en el Congreso de los Diputados. La ley propuesta no es válida desde un punto de vista ético e inventa un derecho inexistente: considera la muerte como un derecho incorporable al catálogo de prestaciones de la Sanidad pública.

Añaden que ni la eutanasia ni el auxilio al suicidio son signos de progreso, sino un retroceso de la civilización. Legalizar la eutanasia o el suicidio asistido supone iniciar un camino devastador de la protección de la vida humana.

Desde una perspectiva ética, exigen que los cuidados paliativos y el apoyo sociosanitario sean accesibles y universales. «Ese sería el camino a emprender de manera inmediata y no la de proclamar un derecho a acabar con la propia vida a través de una prestación pública».

Son afirmaciones fuertes en defensa de la vida de los más vulnerables por quienes saben aunque no tengan la fuerza del poder. Tienen la fuerza de la razón, de la ética, y de humanidad.

¿Dónde está el buen samaritano?

La Iglesia vuelve a defender la vida y nos pide a los católicos y personas de buena voluntad estar más activos para frenar ese proyecto de Ley, además de crear opinión pública favorable a la vida, explicarse con argumentos y caridad. Es el marco del nuevo documento del Vaticano, Samaritanus bonus, del pasado mes de septiembre. Algunas ideas destacables y fácilmente entendibles:

«El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico». «La eutanasia es un crimen contra la vida. Incurable no significa ‘in-cuidable’ (curar – cuidar).

La verdadera compasión humana «no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo, ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento». 

«Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado» y son «culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles».

«No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente

(Estas leyes) «establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia".

Finalmente, de imponer esa ley de la eutanasia pasará como en la ley del aborto cuando se manipularon los sentimientos de la gente, presentando algún caso extremo como llave para abrir la puerta al supuesto «derecho al aborto», que se lleva cada año a más de cien mil criaturas en España.  

¿Cómo es posible que en medio de la pandemia del Covid la urgencia de este Gobierno se dedique a la ingeniería social inhumana, mientras desatiende su obligación principal que es la salud de los españoles, y maniobra para descargar en las Autonomías su pésima gestión?

Jesús Ortiz López

 

https://www.religionenlibertad.com/blog/35390983/Mas-contra-la-vida.html

¿Sacerdotes funcionarios?

 El párroco de la iglesia de San Josemaría en Alcorcón, don Javier Contreras, se disponía para abrir el templo cuando un joven enajenado le atacó con un cuchillo causándole heridas de diversa consideración.

La reacción de los medios de comunicación y de muchas gentes ha sido asombrosamente positiva, lo cual indica que se reconoce a los sacerdotes como unos hombres de Dios que se dedican a servir. Esto es lo fundamental. Por eso sigue habiendo vocaciones para el sacerdocio, si bien han disminuido notablemente, y depende de años y de diócesis. Los señores obispos llevan tiempo trabajando en la pastoral vocacional como la mejor de sus responsabilidades.

Unos pocos datos

En el curso 2018-2019 fueron ordenados sacerdotes 135 formados en los seminarios, 26 más que el año anterior. Pero también se ha dado una disminución de aspirantes al sacerdocio. Actualmente, en los seminarios mayores estudian 1203 seminaristas, de ellos 236 recién incorporados. En ese período también han disminuido el número de abandonos.

El sacerdocio es una vocación (no profesional, aunque se preparan para mejorar siempre) y una misión o llamada al servicio de los fieles y de todos los que los necesiten. Una aclaración que no es una menor valoración del trabajo de los funcionarios que, en su mayoría, lo realizan con gran espíritu de servicio. Esta es una dimensión profesional y social, mientras que el sacerdocio nace y se desarrolla con una función sobrenatural, pues administra los sacramentos en la persona de Jesucristo, escuchan y dan luz desde el Evangelio, desarrollan una gran labor asistencial, junto con religiosas, voluntarios, pues acompañan en todos los momentos importantes de la vida.

Raíces de la crisis de sacerdotes

A pesar de la clara doctrina del Vaticano II y del Sínodo posterior, así como de la Exhortación Apostólica de san Juan Pablo II Pastores dabo vobis, del año 1992, ha crecido la crisis de sacerdotes, movida quizá por no entender la vocación sacerdotal. Unos buscaron la desclericalización del sacerdocio con tres propuestas: el celibato opcional, ejercer un trabajo profesional remunerado, y el compromiso político. Y siguió avanzando hacia la desacralización del clero, paso necesario para descristianizar a la sociedad occidental.  En el fondo se buscaba crear una Iglesia y un sacerdocio moderno, según recoge el estudio del teólogo Miguel Ponce[1].

Los sacerdotes son el signo personal: símbolo, imagen de Jesucristo Cabeza, Pastor y Esposo, que es el único sacerdote. Esta es la voluntad de Jesús expresada con nitidez en el Evangelio antes de que la Iglesia eclosionara impulsada por el Espíritu Santo en Pentecostés, pues ya estaba fundada con antelación. Esa realidad es la que suele resumirse al decir que el sacerdote es y actúa «en la Persona de Jesús». Y por ser el signo de la salvación ante los hombres: «el que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado» (Mateo 10,40). Esa lógica lleva a afirmar que los sacerdotes ocupan el lugar de Cristo o lo personifican en la comunidad eclesial: son sus vicarios sin sustituir a Jesucristo que actúa en ellos para el servicio de toda la comunidad.

Esta es la realidad del sacerdocio desde el Evangelio según la enseñanza de la Iglesia a lo largo de los siglos, aunque haya sido contestada muchas veces, en un proyecto desacralizador que lleva al fracaso de quienes lo han impulsado, hoy como ayer. No puede ser de otro modo, porque estas cuestiones no dependen de los signos de los tiempos, de las costumbres, de la mentalidad de cada época. Arreglada estaría la humanidad si se cortara la fuerte real y práctica de su salvación, concretada en el Bautismo, la Eucaristía y la Reconciliación.

De hecho quienes han llevado a cabo ese proceso destructivo del sacerdocio conforman unas comunidades que languidecen en su espiritualidad, y son manejadas por los poderes políticos, como las iglesias autocéfalas ortodoxas y tantas confesiones derivadas de la Reforma luterana. Sin esta claridad resulta muy difícil argumentar frente a la problemática del celibato sacerdotal, del sacerdocio femenino, de los curas obreros ya trasnochados, y de la teología de la liberación fracasada y reducida a unos ámbitos peculiares.

El futuro

No puede estar tanto en la mentalidad individualista ni en la socialista de nuestro tiempo, tan desacralizado desde dentro con esas teorías y desde fuera por el laicismo beligerante. Lo tenemos a la puerta de casa aunque muchos no lo vean o no lo quieran ver.

Han disminuido las vocaciones sacerdotales en muchos países de Occidente mientas crecen en el continente de la esperanza como África, contemplado por algunos con menosprecio, como si Dios no se sirviera de su espiritualidad, de sus carencias y aun de sus deseos de promoción para renovar a su Iglesia.

Entre nosotros, las vocaciones sacerdotales se reducen aunque mejoran en calidad: por la gracia del Espíritu Santo; por el discernimiento vocacional; por la formación más cuidada en muchos seminarios; y por tantas familias católicas comprometidas que son el seminario principal de las nuevas vocaciones, que luego empiezan a desarrollarse en las parroquias y colegios. El futuro no es negro sino en color, aunque atravesemos un paisaje gris o un desierto, donde no faltan las fuentes de agua viva.



[1] Migel Ponce Cuéllar, El fundamento cristológico del sacerdocio ministerial. Scripta Theologica, Agosto 2020. Vol 52, n.2.

 

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Más contra la vida

Siguen las vueltas de tuerca contra la vida por parte del Gobierno de Pedro Sánchez al querer tramitar con prisas la ley de la eutanasia. Sin demanda social y con el rechazo de los expertos. En parte es una cortina de humo para que no se hable tanto de los desmanes totalitarios y de imputaciones cercanas, empezando por Pablo Iglesias.

¿Es tan urgente impulsar una la ley sobre la eutanasia? No. ¿Corresponde ese impulso desenfrenado a una demanda social? No. ¿Entonces por qué el Gobierno de la Nación se empeña en imponer unas leyes para descartar a los ancianos y terminales, y nefastas para la convivencia social?

Las voces en defensa de la vida vienen del Consejo de Médicos, del Comité de Bioética, de los juristas, de la Iglesia, y de un sinfín de personalidades de la vida civil y política. ¿Por qué esa cerrazón del Gobierno actual?

 

1. El presidente actual del Colegio de Médicos de Madrid resume el despropósito pues considera que «la ley de eutanasia destruirá la relación médico-paciente» y que la mayoría de los médicos rechaza ese proyecto contra la vida. Añade además que lo importante es impulsar la ley de cuidados paliativos, pues preocupa que los servicios actuales en esa área están muy por debajo de la mayoría de países de nuestro entorno.

2. El Comité de Bioética de España ha rechazado, por unanimidad y sin votos particulares, los fundamentos de la ley de eutanasia y el suicidio asistido que se tramita en el Congreso de los Diputados. La ley propuesta no es válida desde un punto de vista ético e inventa un derecho inexistente: considera la muerte como un derecho incorporable al catálogo de prestaciones de la Sanidad pública.

Añaden que ni la eutanasia ni el auxilio al suicidio son signos de progreso, sino un retroceso de la civilización. Legalizar la eutanasia o el suicidio asistido supone iniciar un camino devastador de la protección de la vida humana.

Desde una perspectiva ética, exigen que los cuidados paliativos y el apoyo sociosanitario sean accesibles y universales. «Ese sería el camino a emprender de manera inmediata y no la de proclamar un derecho a acabar con la propia vida a través de una prestación pública».

Son afirmaciones fuertes en defensa de la vida de los más vulnerables por quienes saben aunque no tengan la fuerza del poder. Tienen la fuerza de la razón, de la ética, y de humanidad.

3. La plataforma civil «Los 7000», integrada por médicos, juristas, intelectuales, y empresarios,  avisan al Gobierno de que la sociedad demanda un final de la vida digno y no la eutanasia, y piden detener la tramitación de la ley de eutanasia. Esperemos que otros personajes, como influencers, actrices y actores, apuesten públicamente por la vida, señal de que pueden defender algo más que su fama y sus intereses particulares.

4. Esa ley que se tramita actualmente en el Congreso ha sido muy contestada públicamente por el fondo y por la forma, ya que al presentarse como proposición de ley no será obligatorio contar con la opinión del Consejo de Estado o del Comité de Ética. Además contempla puntos muy polémicos como la de considerar los fallecimientos por eutanasia como muerte natural. Se puede considerar por tanto como un fraude de ley. Además se puede aplicar lo que han señalado los expertos de verdad para la gestión de la pandemia Covid espetando al Gobierno que sí manda pero que no sabe: ni medicina humanizada, ni estética o buenas maneras, ni ética, que en lenguaje común se llama decencia.

5. La Iglesia vuelve a defender la vida y nos pide a los católicos y personas de buena voluntad estar más activos para frenar ese proyecto de Ley, además de crear opinión pública favorable a la vida, explicarse con argumentos y caridad. Es el marco del nuevo documento del Vaticano, Samaritanus bonus, del pasado mes de septiembre. Algunas ideas destacables y fácilmente entendibles:

«El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico». «La eutanasia es un crimen contra la vida. Incurable no significa ‘in-cuidable’ (curar – cuidar).

La verdadera compasión humana «no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo, ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento». 

«Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado» y son «culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles».

«No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente

(Estas leyes) «establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia".

Finalmente, de imponer esa ley de la eutanasia pasará como en la ley del aborto cuando se manipularon los sentimientos de la gente, presentando algún caso extremo como llave para abrir la puerta al supuesto «derecho al aborto», que se lleva cada año a más de cien mil criaturas en España.  

¿Cómo es posible que en medio de la pandemia del Covid la urgencia de este Gobierno se dedique a la ingeniería social inhumana, mientras desatiende su obligación principal que es la salud de los españoles, y maniobra para descargar en las Autonomías su pésima gestión?

Jesús Ortiz López

 

https://www.religionenlibertad.com/blog/35390983/Mas-contra-la-vida.html

Invitación a la paz social

 No vivimos en paz a causa del Covid-19 pero también por el clima político enrarecido que excluye el bien común. La tentación escuchada a veces consiste en decir que todos los políticos son iguales: demasiada generalidad y por tanto falsa. Los que detentan el Gobierno actual son los principales responsables del ambiente social irrespirable.

La agenda del Gobierno actual tiene demasiados frentes abiertos en cuestiones capitales para la sociedad, como son la ley de la eutanasia, la ampliación del aborto a las adolescentes, la asfixia de las escuelas concertadas -la mayoría católicas-, que exigen ahora de los ciudadanos una mayor conciencia de lo mucho que está en juego, que es la libertad con sus principales manifestaciones. La prensa libre está trabajando para informar de esos planes más o menos liberticidas. Los ciudadanos tenemos que responsabilizarnos de que vamos a encontrar pocos apoyos para frenar las maniobras del Gobierno que padecemos.

El cardenal Carlos Osoro acaba de presentar en ABC unas ideas importantes que merecen ser conocidas por los fieles y por la gente sensata que sostenemos nuestra convivencia pacífica, cada vez más amenazada. Me parece que es una importante campanada para cambiar el rumbo peligroso que se nos impone, y lograr la paz social. Señala que el problema desde hace tiempo se llama España en cuanto se ha cuestionado con fuerza la propia historia: «Tenemos por delante de nosotros un problema llamado España. Se trata de un problema cultural y moral. Necesitamos metas elevadas que ayuden a alzar el vuelo, que dignifiquen la noble tarea de la política, que eleven las conciencias y que inyecten la vida social con virtudes públicas y privadas». 

Entre otras observaciones el arzobispo de Madrid destaca que vivimos un tiempo de incertidumbre, miedo y desconcierto. Considera que: «No se puede estar comenzando siempre como quien inicia todo desde cero, ayuno de toda tradición. No podemos permitirnos que cada generación comience a pensar España, a construir la sociedad, a descubrir la verdad, o a realizar el bien desde la nada».  Advierte que: «No nos hemos dado cuenta del giro copernicano que se ha producido en los últimos cuarenta años: algunos siguen luchando contra unos molinos de viento que ya ni siquiera existen». Tome nota la Ley de Memoria histórica.

No podemos quedarnos paralizados en unas quejas estériles: «La sociedad civil tiene su propia palabra y su responsabilidad en esta hora. La ha ejercido de manera meritoria durante la pandemia. Debe recuperarla con el ejemplo: demandando de los políticos cordura y comportándose responsablemente».

Las personas son o deberían ser lo primero y más ante la pandemia aunque hay más. El autoritarismo y el rodillo están de sobra: «Debemos anteponer -escribe- el sufrimiento de las personas a las ideologías. Tenemos que cultivar la tradición y la memoria, pero también es preciso el perdón y ciertas dosis de olvido».

Es la hora de acabar con el sectarismo, el enfrentamiento cainita, los muros y cordones, y construir puentes. «También queremos ayudar a rebajar el envilecimiento de la actividad pública, suscitando cordura y generando una convivencia respetuosa, contagiando valores públicos y privados y promoviendo toda forma de encuentro y de diálogo, como hemos hecho en varias ocasiones reuniendo a políticos de todo signo». Y termina apelando «A todos los hombres y mujeres de la inteligencia y de la acción política os invito a que nos ayudéis a ensanchar la mirada y el horizonte». 

El cardenal Osoro escribe con la autoridad moral de su misión y no como una enseñanza magisterial, pues se dirige a todos los españoles en esta etapa penosa. Es un mensaje profundo y claro para la mayoría silenciosa que sostiene nuestro proyecto de convivencia social, amenazado ahora por el sectarismo, la mentira y el rodillo. Señor Cardenal, gracias por esas luminosas palabras.

Jesús Ortiz López

 

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/invitacion-paz-social/20201031003217040322.html