La Fiesta de la Anunciación y Encarnación invita a seguir impulsando la cultura de la vida, opuesta a la cultura de la muerte, porque ésta supone un descenso en humanidad, introducir en la sociedad problemas cada vez más graves, y una merma de la libertad camuflada bajo los llamados nuevos derechos.
Esta fiesta que introduce
a la joven María en el plan salvífico de Dios para los hombres muestra que el
cristianismo y la Iglesia es la instancia que mejor garantiza el respeto a la
vida y la dignidad de las personas.
Estos días se convocan
muchas movilizaciones para defender la vida humana, el bien más básico
para la existencia de la persona desde la cuna a la tumba, como suele decirse. Un
don de Dios y de los padres conjuntamente. La cultura de la vida es lo más
natural y debe ser acogida, protegida, y desarrollada con más atención que
otros tipos como la animal y la vegetal. ¿Hace falta insistir en algo tan
elemental? Pues parece que sí, cuando hace décadas que la ideología de la
muerte se extiende, de manera acrítica en algunos sectores, porque el debate se
plantea sobre emociones en vez de sobre razones. Queda en la penumbra la luz de
la razón, la realidad de nuestra naturaleza, y el mismo sentido común.
La reforma de la ley
del Aborto avanza para facilitarlo de manera inmediata aun para las muy
jóvenes significa una caída mortal del nivel humano de la sociedad, que lleva
el peso de casi cien mil anuales. Y por ello un descenso moral que
desestructura la conciencia pues deja de distinguir entonces entre el bien y el
mal, entre dar la vida y administrar la muerte. ¿Cómo podrán vivir tranquilos
ahora y en el futuro quienes son responsables de la muerte de inocentes?
Se trata de una
irresponsabilidad compartida pues a una parte limitada de la sociedad le parece
progresista y conquista de nuevos derechos. La ignorancia en estos temas
capitales no excusa de la responsabilidad grave a los ojos de Dios. Es
importante que los ciudadanos recordemos que lo legal no significa moral,
porque llevamos décadas admitiendo consciente e inconscientemente que todo lo
legal es moral, algo realmente falso, como se muestra en estas leyes inmorales
e inhumanas que se han establecido.
Pues bien, cuando una
sociedad va aceptando el aborto y la eutanasia, sin reaccionar ha iniciado su
declive y puede perder un par de generaciones hasta que surjan líderes con
principios, que han nacido y crecido en la resistencia moral y religiosa.
De momento ya se ven núcleos fuertes de resistencia moral por
personalidades e instituciones a modo de levadura que pueden transformar a la
masa anónima en ciudadanos comprometidos con el bien común y con los principios
morales universales
En la reciente Audiencia
General de febrero el Papa Francisco ha terminado las catequesis sobre
la figura de San José, recodando las actitudes que debe custodiar un cristiano,
que resume con estas palabras: «Custodiar la vida,
custodiar el desarrollo humano, custodiar la mente humana, custodiar el corazón
humano, custodiar el trabajo humano. El cristiano es —podemos decir— como san
José: debe custodiar. Ser cristiano no es solo recibir la fe, confesar la fe,
sino custodiar la vida, la propia vida, la vida de los otros, la vida de la
Iglesia».
Toda Jornada a favor de la vida es un
freno a la mal llamada cultura de la muerte porque lo que cultivan las
ideologías y leyes a favor del aborto y de la eutanasia es favorecer un
desierto sin vida y sin sentido que aboca al nihilismo.
Jesús Ortiz López