lunes, 30 de noviembre de 2020

Una historia de redención en el Islam


Conmovedora historia de dos mujeres afganas y de sus familias que contiene la conocida novela «Mil soles espléndidos» de Khaled Hosseini. Está basada en hechos reales, hay que decir, de un sabor agridulce. Muestra la vida más que dura durante las guerras en Afganistán que dejan rastro de destrucción y de barbarie, rusos, talibanes, norteamericanos. Pero sobre todo el sufrimiento de dos mujeres Mariam y Laila que representan el de otros miles de mujeres tratadas casi como animales.

Aunque el mundo musulmán tenga cosas buenas, por ejemplo la fe sencilla y perseverante en Alá, no obsta para que muchos hombres -que son demasiados- abusen de las mujeres como dueños de animales para su satisfacción y desahogar su ira y frustraciones; es el caso de Rashid que se casa con la joven Mariam y años después cuando ella no puede darle hijos se casa con Laila.

Es el abuso institucionalizado sobre mujeres prisioneras en casa de su dueño, porque tiene poco de marido: solo las necesitan para reproducirse, cocinar y limpiar. Los talibanes aparecen como bárbaros asesinos sembradores de muerte y destrucción. No es exageración pues reconozco que hay también mucha gente buena, pero es una minoría selecta y cultivada, sobre todo quienes conocen la vida y los valores de Occidente. Es el caso del autor, Khaled Hosseini, que vive y triunfa en Estados Unidos, después de vivir años en su Afganistán natal. Ha creado la Fundación que lleva su nombre destinada a proporcionar ayuda humanitaria al pueblo de Afganistán. De todos modos, salvando a tantos hombres buenos, en la mayoría impera el fanatismo y la violencia a todos los niveles.

También esta novela es dulce porque ambas mujeres pasan del enfrentamiento y rechazo a la amistad profunda llena de generosidad entre la mayor, Mariam, y la menor, Laila. Es más, visto con ojos cristianos es una historia de redención cuando la mayor lo da todo por la felicidad de la menor, pagando un alto precio.

No resulta difícil evocar la realidad de la Redención obrada por Jesucristo salvador de la humanidad, mujeres y hombres, que ni siquiera le conocen ni le reconocen. Porque la Redención es una historia de amor que comienza con la Encarnación del Hijo de Dios, asumiendo la naturaleza y condición humana menos en el pecado y avanza dando amor a todos hasta dar su vida en el misterio de la Cruz, seguido por su Resurrección gloriosa. Precisamente la historia que nos ocupa, no siendo cristiana, es la de una salvación obrada por Mariam hacia una persona más desvalida, Laila, pagando un algo precio por pura generosidad. Y es así, porque el amor humano, tan limitado en cualquiera de sus manifestaciones, cuando es auténtico, también es una participación en el misterio Pascual de Jesucristo.

Finalmente, a pesar de tanto dolor y frustración esta historia termina bien, incluida la emotiva carta de arrepentimiento del padre de Mariam, Rahid, por no haber reconocido y tratado bien a esta hija bastarda, harami. Sin embargo se tiene la fundada impresión de que el islam todavía tiene que recorrer siglos hasta reconocer el valor de las mujeres y civilizarse mucho más.  

Jesús Ortiz López

https://www.religionenlibertad.com/blog/972408793/Una-historia-de-redencion-en-el-islam.html

martes, 17 de noviembre de 2020

Hartazgo

La sociedad está manifestando abiertamente el rechazo al Gobierno de Pedro Sánchez. Por un tiempo hemos estado sorprendidos por la deriva autoritaria, increíble hace sólo un par de años, y ahora avanzamos en la rebelión contra la destrucción de las instituciones democráticas consagradas en la Constitución. Las mentiras del Gobierno social comunista ya no cuelan ni siquiera entre los menos informados, salvo una minoría de ciudadanos subvencionados a cambio de votos y de vender la conciencia.

El Gobierno de Sánchez e Iglesias no quiere ver que la mayoría de los ciudadanos estamos saturados de propaganda, de mentiras, de sufrimiento y de nuevos impuestos. Ellos confían en la capacidad de manipulación con la tropa de colaboradores, en tener en el puño los resortes del poder, y la bota puesta sobre el antiguo Partido Socialista, hoy sometido y amordazado. No les interesa convencer porque maniobran alianzas suficientes para conseguir raspando una mayoría suficiente, aunque sea con el mismo demonio.

Hablan claro

Aumentan las manifestaciones de los perjudicados y las razones de personajes importantes que denuncian la deriva hacia el abismo en forma de revancha, de confrontación, de recorte de libertades básicas consagradas en la Constitución,  y en definitiva de disolución de la única Nación que es y se llama España. Me limitaré a consignar las palabras de algunos de ellos, empezando por la Carta de 100 personajes representativos al Papa Francisco denunciando los abusos de Pedro Sánchez antes de ser recibido.

Escriben, entre otras, cosas: «España vive probablemente su momento más difícil desde el fin de nuestra terrible Guerra Civil, a causa de una acumulación de crisis, encabezadas por los efectos de la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas, cuando aún no estaban reparados todos los daños de la crisis económica del 2008. Vive también una grave crisis territorial, social, institucional, y en último término moral, porque parece que a nuestras instituciones públicas les resulte cada vez más difícil discernir el bien, actuar con justicia, y saber diferenciar lo necesario de lo superfluo.

(…) Así mismo se está tramitando en el Congreso una ley de educación que por vez primera no ha escuchado en trámite a la comunidad educativa. El texto contiene los fundamentos para restringir el derecho de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos, obligar al adoctrinamiento en la ideología de género, y situar en condiciones muy difíciles a la escuela concertada (mayoritariamente de iniciativa cristiana) así como la impartición de la clase de cultura católica en la escuela. También se está tramitando en el Parlamento un proyecto de ley que consagra el derecho a la autodeterminación de género, que desconoce por completo la relevancia de la biología en la diferenciación entre varón y mujer.

Más ingeniería social contra la democracia

El catedrático el catedrático de Filosofía, Ignacio Sánchez Cámara, aporta el marco más amplio en el proceso de ingeniería social del actual Gobierno: «En este sentido, el proyecto de ley de memoria “democrática” es mendaz y totalitario, pero no tiene nada de cortina de humo para desviar atenciones y distraer incautos. Forma parte del proyecto político fundamental. Con él, la libertad morirá. Criticar al Gobierno terminará por ser atentado contra la memoria “democrática” y apología del fascismo. Al mismo fin obedece la lucha contra la libertad de enseñanza. Todo gobierno que impone a los ciudadanos lo que se puede o no se puede afirmar en el ámbito de las opiniones, las valoraciones y las teorías es un gobierno totalitario. A los gobiernos no les corresponde decidir lo que está bien o mal en el orden moral, ni lo que es verdadero en el ámbito científico, ni cómo han sucedido los hechos en el pasado. ¿Saben, acaso, cuántos libros viejos y sabios habría que censurar y quemar con esta delirante memoria «democrática» o con las pretensiones de la ideología de género? Lo que sucede es que tienen, y en muchos casos ni eso, una dieta intelectual unilateral. Leen poco y, en general, malo».

Gracias a Dios el entramado real de la sociedad está más sano de lo que piensa este Gobierno, porque hay familia, hay fe y costumbres sanas, aunque no aparecen en los telediarios. El pequeño grano de mostaza tiene la virtud de crecer hasta hacerse árbol frondoso. Peores momentos hemos pasado. Pero es preciso que la sociedad civil denuncie más las continuas mentiras y se rebele pacíficamente contra el creciente totalitarismo de guante blanco, peor aún que el de los tanques. El hartazgo no es sólo de esa política sino un rechazo de los intentos de destrucción de convivencia y de los resortes morales que todavía permanecen en la sociedad.

Jesús Ortiz López

https://www.religionenlibertad.com/blog/669633705/Hartazgo.html

 

sábado, 31 de octubre de 2020

Demasiadas prisas contra la vida

Siguen las vueltas de tuerca contra la vida por parte del Gobierno de Pedro Sánchez al querer tramitar con prisas la ley de la eutanasia. Sin demanda social y con el rechazo de los expertos.

¿Es tan urgente impulsar una la ley sobre la eutanasia? No. ¿Corresponde ese impulso desenfrenado a una demanda social? No. ¿Entonces por qué el Gobierno de la Nación se empeña en imponer unas leyes para descartar a los ancianos y terminales, y nefastas para la convivencia social?

Los que saben frente a los que tienen la fuerza

Las voces en defensa de la vida vienen del Consejo de Médicos, del Comité de Bioética, de los juristas, de la Iglesia, y de un sinfín de personalidades de la vida civil y política. ¿Por qué esa cerrazón del Gobierno actual?

El Comité de Bioética de España ha rechazado, por unanimidad y sin votos particulares, los fundamentos de la ley de eutanasia y el suicidio asistido que se tramita en el Congreso de los Diputados. La ley propuesta no es válida desde un punto de vista ético e inventa un derecho inexistente: considera la muerte como un derecho incorporable al catálogo de prestaciones de la Sanidad pública.

Añaden que ni la eutanasia ni el auxilio al suicidio son signos de progreso, sino un retroceso de la civilización. Legalizar la eutanasia o el suicidio asistido supone iniciar un camino devastador de la protección de la vida humana.

Desde una perspectiva ética, exigen que los cuidados paliativos y el apoyo sociosanitario sean accesibles y universales. «Ese sería el camino a emprender de manera inmediata y no la de proclamar un derecho a acabar con la propia vida a través de una prestación pública».

Son afirmaciones fuertes en defensa de la vida de los más vulnerables por quienes saben aunque no tengan la fuerza del poder. Tienen la fuerza de la razón, de la ética, y de humanidad.

¿Dónde está el buen samaritano?

La Iglesia vuelve a defender la vida y nos pide a los católicos y personas de buena voluntad estar más activos para frenar ese proyecto de Ley, además de crear opinión pública favorable a la vida, explicarse con argumentos y caridad. Es el marco del nuevo documento del Vaticano, Samaritanus bonus, del pasado mes de septiembre. Algunas ideas destacables y fácilmente entendibles:

«El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico». «La eutanasia es un crimen contra la vida. Incurable no significa ‘in-cuidable’ (curar – cuidar).

La verdadera compasión humana «no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo, ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento». 

«Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado» y son «culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles».

«No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente

(Estas leyes) «establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia".

Finalmente, de imponer esa ley de la eutanasia pasará como en la ley del aborto cuando se manipularon los sentimientos de la gente, presentando algún caso extremo como llave para abrir la puerta al supuesto «derecho al aborto», que se lleva cada año a más de cien mil criaturas en España.  

¿Cómo es posible que en medio de la pandemia del Covid la urgencia de este Gobierno se dedique a la ingeniería social inhumana, mientras desatiende su obligación principal que es la salud de los españoles, y maniobra para descargar en las Autonomías su pésima gestión?

Jesús Ortiz López

 

https://www.religionenlibertad.com/blog/35390983/Mas-contra-la-vida.html

¿Sacerdotes funcionarios?

 El párroco de la iglesia de San Josemaría en Alcorcón, don Javier Contreras, se disponía para abrir el templo cuando un joven enajenado le atacó con un cuchillo causándole heridas de diversa consideración.

La reacción de los medios de comunicación y de muchas gentes ha sido asombrosamente positiva, lo cual indica que se reconoce a los sacerdotes como unos hombres de Dios que se dedican a servir. Esto es lo fundamental. Por eso sigue habiendo vocaciones para el sacerdocio, si bien han disminuido notablemente, y depende de años y de diócesis. Los señores obispos llevan tiempo trabajando en la pastoral vocacional como la mejor de sus responsabilidades.

Unos pocos datos

En el curso 2018-2019 fueron ordenados sacerdotes 135 formados en los seminarios, 26 más que el año anterior. Pero también se ha dado una disminución de aspirantes al sacerdocio. Actualmente, en los seminarios mayores estudian 1203 seminaristas, de ellos 236 recién incorporados. En ese período también han disminuido el número de abandonos.

El sacerdocio es una vocación (no profesional, aunque se preparan para mejorar siempre) y una misión o llamada al servicio de los fieles y de todos los que los necesiten. Una aclaración que no es una menor valoración del trabajo de los funcionarios que, en su mayoría, lo realizan con gran espíritu de servicio. Esta es una dimensión profesional y social, mientras que el sacerdocio nace y se desarrolla con una función sobrenatural, pues administra los sacramentos en la persona de Jesucristo, escuchan y dan luz desde el Evangelio, desarrollan una gran labor asistencial, junto con religiosas, voluntarios, pues acompañan en todos los momentos importantes de la vida.

Raíces de la crisis de sacerdotes

A pesar de la clara doctrina del Vaticano II y del Sínodo posterior, así como de la Exhortación Apostólica de san Juan Pablo II Pastores dabo vobis, del año 1992, ha crecido la crisis de sacerdotes, movida quizá por no entender la vocación sacerdotal. Unos buscaron la desclericalización del sacerdocio con tres propuestas: el celibato opcional, ejercer un trabajo profesional remunerado, y el compromiso político. Y siguió avanzando hacia la desacralización del clero, paso necesario para descristianizar a la sociedad occidental.  En el fondo se buscaba crear una Iglesia y un sacerdocio moderno, según recoge el estudio del teólogo Miguel Ponce[1].

Los sacerdotes son el signo personal: símbolo, imagen de Jesucristo Cabeza, Pastor y Esposo, que es el único sacerdote. Esta es la voluntad de Jesús expresada con nitidez en el Evangelio antes de que la Iglesia eclosionara impulsada por el Espíritu Santo en Pentecostés, pues ya estaba fundada con antelación. Esa realidad es la que suele resumirse al decir que el sacerdote es y actúa «en la Persona de Jesús». Y por ser el signo de la salvación ante los hombres: «el que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado» (Mateo 10,40). Esa lógica lleva a afirmar que los sacerdotes ocupan el lugar de Cristo o lo personifican en la comunidad eclesial: son sus vicarios sin sustituir a Jesucristo que actúa en ellos para el servicio de toda la comunidad.

Esta es la realidad del sacerdocio desde el Evangelio según la enseñanza de la Iglesia a lo largo de los siglos, aunque haya sido contestada muchas veces, en un proyecto desacralizador que lleva al fracaso de quienes lo han impulsado, hoy como ayer. No puede ser de otro modo, porque estas cuestiones no dependen de los signos de los tiempos, de las costumbres, de la mentalidad de cada época. Arreglada estaría la humanidad si se cortara la fuerte real y práctica de su salvación, concretada en el Bautismo, la Eucaristía y la Reconciliación.

De hecho quienes han llevado a cabo ese proceso destructivo del sacerdocio conforman unas comunidades que languidecen en su espiritualidad, y son manejadas por los poderes políticos, como las iglesias autocéfalas ortodoxas y tantas confesiones derivadas de la Reforma luterana. Sin esta claridad resulta muy difícil argumentar frente a la problemática del celibato sacerdotal, del sacerdocio femenino, de los curas obreros ya trasnochados, y de la teología de la liberación fracasada y reducida a unos ámbitos peculiares.

El futuro

No puede estar tanto en la mentalidad individualista ni en la socialista de nuestro tiempo, tan desacralizado desde dentro con esas teorías y desde fuera por el laicismo beligerante. Lo tenemos a la puerta de casa aunque muchos no lo vean o no lo quieran ver.

Han disminuido las vocaciones sacerdotales en muchos países de Occidente mientas crecen en el continente de la esperanza como África, contemplado por algunos con menosprecio, como si Dios no se sirviera de su espiritualidad, de sus carencias y aun de sus deseos de promoción para renovar a su Iglesia.

Entre nosotros, las vocaciones sacerdotales se reducen aunque mejoran en calidad: por la gracia del Espíritu Santo; por el discernimiento vocacional; por la formación más cuidada en muchos seminarios; y por tantas familias católicas comprometidas que son el seminario principal de las nuevas vocaciones, que luego empiezan a desarrollarse en las parroquias y colegios. El futuro no es negro sino en color, aunque atravesemos un paisaje gris o un desierto, donde no faltan las fuentes de agua viva.



[1] Migel Ponce Cuéllar, El fundamento cristológico del sacerdocio ministerial. Scripta Theologica, Agosto 2020. Vol 52, n.2.

 

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Más contra la vida

Siguen las vueltas de tuerca contra la vida por parte del Gobierno de Pedro Sánchez al querer tramitar con prisas la ley de la eutanasia. Sin demanda social y con el rechazo de los expertos. En parte es una cortina de humo para que no se hable tanto de los desmanes totalitarios y de imputaciones cercanas, empezando por Pablo Iglesias.

¿Es tan urgente impulsar una la ley sobre la eutanasia? No. ¿Corresponde ese impulso desenfrenado a una demanda social? No. ¿Entonces por qué el Gobierno de la Nación se empeña en imponer unas leyes para descartar a los ancianos y terminales, y nefastas para la convivencia social?

Las voces en defensa de la vida vienen del Consejo de Médicos, del Comité de Bioética, de los juristas, de la Iglesia, y de un sinfín de personalidades de la vida civil y política. ¿Por qué esa cerrazón del Gobierno actual?

 

1. El presidente actual del Colegio de Médicos de Madrid resume el despropósito pues considera que «la ley de eutanasia destruirá la relación médico-paciente» y que la mayoría de los médicos rechaza ese proyecto contra la vida. Añade además que lo importante es impulsar la ley de cuidados paliativos, pues preocupa que los servicios actuales en esa área están muy por debajo de la mayoría de países de nuestro entorno.

2. El Comité de Bioética de España ha rechazado, por unanimidad y sin votos particulares, los fundamentos de la ley de eutanasia y el suicidio asistido que se tramita en el Congreso de los Diputados. La ley propuesta no es válida desde un punto de vista ético e inventa un derecho inexistente: considera la muerte como un derecho incorporable al catálogo de prestaciones de la Sanidad pública.

Añaden que ni la eutanasia ni el auxilio al suicidio son signos de progreso, sino un retroceso de la civilización. Legalizar la eutanasia o el suicidio asistido supone iniciar un camino devastador de la protección de la vida humana.

Desde una perspectiva ética, exigen que los cuidados paliativos y el apoyo sociosanitario sean accesibles y universales. «Ese sería el camino a emprender de manera inmediata y no la de proclamar un derecho a acabar con la propia vida a través de una prestación pública».

Son afirmaciones fuertes en defensa de la vida de los más vulnerables por quienes saben aunque no tengan la fuerza del poder. Tienen la fuerza de la razón, de la ética, y de humanidad.

3. La plataforma civil «Los 7000», integrada por médicos, juristas, intelectuales, y empresarios,  avisan al Gobierno de que la sociedad demanda un final de la vida digno y no la eutanasia, y piden detener la tramitación de la ley de eutanasia. Esperemos que otros personajes, como influencers, actrices y actores, apuesten públicamente por la vida, señal de que pueden defender algo más que su fama y sus intereses particulares.

4. Esa ley que se tramita actualmente en el Congreso ha sido muy contestada públicamente por el fondo y por la forma, ya que al presentarse como proposición de ley no será obligatorio contar con la opinión del Consejo de Estado o del Comité de Ética. Además contempla puntos muy polémicos como la de considerar los fallecimientos por eutanasia como muerte natural. Se puede considerar por tanto como un fraude de ley. Además se puede aplicar lo que han señalado los expertos de verdad para la gestión de la pandemia Covid espetando al Gobierno que sí manda pero que no sabe: ni medicina humanizada, ni estética o buenas maneras, ni ética, que en lenguaje común se llama decencia.

5. La Iglesia vuelve a defender la vida y nos pide a los católicos y personas de buena voluntad estar más activos para frenar ese proyecto de Ley, además de crear opinión pública favorable a la vida, explicarse con argumentos y caridad. Es el marco del nuevo documento del Vaticano, Samaritanus bonus, del pasado mes de septiembre. Algunas ideas destacables y fácilmente entendibles:

«El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico». «La eutanasia es un crimen contra la vida. Incurable no significa ‘in-cuidable’ (curar – cuidar).

La verdadera compasión humana «no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo, ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento». 

«Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado» y son «culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles».

«No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente

(Estas leyes) «establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia".

Finalmente, de imponer esa ley de la eutanasia pasará como en la ley del aborto cuando se manipularon los sentimientos de la gente, presentando algún caso extremo como llave para abrir la puerta al supuesto «derecho al aborto», que se lleva cada año a más de cien mil criaturas en España.  

¿Cómo es posible que en medio de la pandemia del Covid la urgencia de este Gobierno se dedique a la ingeniería social inhumana, mientras desatiende su obligación principal que es la salud de los españoles, y maniobra para descargar en las Autonomías su pésima gestión?

Jesús Ortiz López

 

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Invitación a la paz social

 No vivimos en paz a causa del Covid-19 pero también por el clima político enrarecido que excluye el bien común. La tentación escuchada a veces consiste en decir que todos los políticos son iguales: demasiada generalidad y por tanto falsa. Los que detentan el Gobierno actual son los principales responsables del ambiente social irrespirable.

La agenda del Gobierno actual tiene demasiados frentes abiertos en cuestiones capitales para la sociedad, como son la ley de la eutanasia, la ampliación del aborto a las adolescentes, la asfixia de las escuelas concertadas -la mayoría católicas-, que exigen ahora de los ciudadanos una mayor conciencia de lo mucho que está en juego, que es la libertad con sus principales manifestaciones. La prensa libre está trabajando para informar de esos planes más o menos liberticidas. Los ciudadanos tenemos que responsabilizarnos de que vamos a encontrar pocos apoyos para frenar las maniobras del Gobierno que padecemos.

El cardenal Carlos Osoro acaba de presentar en ABC unas ideas importantes que merecen ser conocidas por los fieles y por la gente sensata que sostenemos nuestra convivencia pacífica, cada vez más amenazada. Me parece que es una importante campanada para cambiar el rumbo peligroso que se nos impone, y lograr la paz social. Señala que el problema desde hace tiempo se llama España en cuanto se ha cuestionado con fuerza la propia historia: «Tenemos por delante de nosotros un problema llamado España. Se trata de un problema cultural y moral. Necesitamos metas elevadas que ayuden a alzar el vuelo, que dignifiquen la noble tarea de la política, que eleven las conciencias y que inyecten la vida social con virtudes públicas y privadas». 

Entre otras observaciones el arzobispo de Madrid destaca que vivimos un tiempo de incertidumbre, miedo y desconcierto. Considera que: «No se puede estar comenzando siempre como quien inicia todo desde cero, ayuno de toda tradición. No podemos permitirnos que cada generación comience a pensar España, a construir la sociedad, a descubrir la verdad, o a realizar el bien desde la nada».  Advierte que: «No nos hemos dado cuenta del giro copernicano que se ha producido en los últimos cuarenta años: algunos siguen luchando contra unos molinos de viento que ya ni siquiera existen». Tome nota la Ley de Memoria histórica.

No podemos quedarnos paralizados en unas quejas estériles: «La sociedad civil tiene su propia palabra y su responsabilidad en esta hora. La ha ejercido de manera meritoria durante la pandemia. Debe recuperarla con el ejemplo: demandando de los políticos cordura y comportándose responsablemente».

Las personas son o deberían ser lo primero y más ante la pandemia aunque hay más. El autoritarismo y el rodillo están de sobra: «Debemos anteponer -escribe- el sufrimiento de las personas a las ideologías. Tenemos que cultivar la tradición y la memoria, pero también es preciso el perdón y ciertas dosis de olvido».

Es la hora de acabar con el sectarismo, el enfrentamiento cainita, los muros y cordones, y construir puentes. «También queremos ayudar a rebajar el envilecimiento de la actividad pública, suscitando cordura y generando una convivencia respetuosa, contagiando valores públicos y privados y promoviendo toda forma de encuentro y de diálogo, como hemos hecho en varias ocasiones reuniendo a políticos de todo signo». Y termina apelando «A todos los hombres y mujeres de la inteligencia y de la acción política os invito a que nos ayudéis a ensanchar la mirada y el horizonte». 

El cardenal Osoro escribe con la autoridad moral de su misión y no como una enseñanza magisterial, pues se dirige a todos los españoles en esta etapa penosa. Es un mensaje profundo y claro para la mayoría silenciosa que sostiene nuestro proyecto de convivencia social, amenazado ahora por el sectarismo, la mentira y el rodillo. Señor Cardenal, gracias por esas luminosas palabras.

Jesús Ortiz López

 

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/invitacion-paz-social/20201031003217040322.html

 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Comunicación y transformación cultural

El profesor José Francisco Serrano Oceja ha publicado un libro titulado «La sociedad del desconocimiento» en el que dedica la segunda parte a La Iglesia y la Comunicación[1]. La primera se titula «La humanidades y la comunicación».

La Iglesia es comunicación

A ningún creyente se le escapa que la Iglesia es comunicación porque su misión es anunciar el Evangelio de Jesucristo en vivo y a todas las gentes. Más aún, la Iglesia misma es comunión espiritual en Jesucristo de personas en este mundo. Hoy la Iglesia en España sigue siendo comunicación en ese profundo sentido y debe servirse de los medios actuales, no solo como institución sino como comunidad de creyentes libres y responsables de la fe.

Hablamos de la sociedad de la información gracias a los medios que generan noticias continuamente, y también decimos que nos sobra información mientras falta formación. Falta sosiego para analizar la realidad de los sucesos y las líneas de fuerza de la comunicación, y aún más para reflexionar hacia dónde nos dirigimos o nos dirigen. El subtítulo de esta obra es «Comunicación posmoderna y transformación cultural» pues entendemos que nos jugamos mucho como ciudadanos.

Palabras, cultura, antropología

Ya en la Introducción el profesor Serrano Oceja considera que el símbolo de la sociedad actual es el tríptico compuesto por la sociedad de consumo, la democracia de masas y los medios de comunicación de masas. A este respecto menciona a la revista Time cuando decía que «nunca hemos corrido tan deprisa hacia ninguna parte». Y añade que vivimos en una hipertrofia de medio y una atrofia de fines. Su propósito es profundizar en la relación entre las humanidades y la comunicación, lo cual supone repensar la antropología filosófica que subyace en nuestra cultura actual.

La primera parte trata sobre las humanidades y la comunicación, tema que está en el fondo de sus clases como profesor de ciencias de la comunicación en la universidad CEU San Pablo, y anterior decano de la facultad de Humanidades. Aborda la cuestión del lenguaje pues sabemos, o deberíamos saber, que es la herramienta principal que se utiliza para cambiar hoy las ideas sobre la persona, la familia y las leyes.

Francisco Serrano dirige su mirada a la persona como sujeto y término de la comunicación, que debe estar advertida de la posible manipulación del lenguaje. De ahí la importancia de revisar la antropología que subyace en nuestras ideas y acciones, porque han crecido aquellas antropologías reductoras del hombre, al que las ideologías dispares como el capitalismo y el comunismo tratan como un ser sin trascendencia ni necesidades espirituales. Merece ser destacado el capítulo dedicado el problema antropológico subyacente en las ciencias sociales, después de distinguir entre masa, individuo y persona.

Más creatividad en la comunicación eclesial

La percepción que parte de la sociedad tiene de la Iglesia está distorsionada cuando se desorbitan los fallos,  las divisiones y los pecados, pero también de no promover una cultura de la comunicación a la medida de nuestro tiempo. Serrano piensa que falta liderazgo y creatividad en la comunicación eclesial, y que no es suficiente con que otros reconozcan y aun admiren la misión asistencial de la Iglesia sino que es preciso ganarse la ejemplaridad imitable. El Papa Francisco es el ejemplo patente de este liderazgo mediático por sus gestos sinceros,  su impulso hacia las periferias, y su capacidad para cambiar la agenda de lo previsible, que generan un pensamiento fresco acorde con el Evangelio.

Los movimientos del Papa hacen ver que el centro ya no está en Europa sino en América, que empieza a ser Iglesia fuente, a la vez que trata de centrar a la Iglesia en lo esencial como madre, maestra y pastora de la misericordia que a nadie deje indiferente. Francisco mantiene sin rebajas la doctrina y la fe sacramental a la vez que impulsa una Iglesia en salida, como ha dicho tantas veces.
Finalmente, la amplia bibliografía que sustenta la exposición del profesor Serrano Oceja muestra el trabajo desarrollado durante años en sus clases, artículos y libros. Entre los autores de pensamiento utiliza a Luckman, Habermas, Putnam, González de Cardedal, Alvira, Prades, Llano, Fissichella, y naturalmente san Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Con el profesor Llano reconoce que el «problema de comunicación y pensamiento cristiano no lo es de comunicación, ni siquiera de información, sino de cultura y de pensamiento. La carencia de grupos de acción y de pensamiento que ejerzan un liderazgo en la sociedad, y que transparenten ejemplaridad, convierte a los medios en instrumentos seducidos por la erótica de la política y en los intereses de grupo»

Jesús Ortiz López


[1] José Francisco Serrano Oceja. La sociedad del desconocimiento. Encuentro. Madrid, 2019. 143 págs.


Brújulas para orientar la sociedad

 Hasta ahora Isabel Sánchez era una perfecta desconocida en los medios, pero acaba de publicar un libro titulado «Mujeres Brújula» que está teniendo gran difusión. Porque dice cosas interesantes para las mujeres y los hombres[1].

Un libro con muchos testimonios

Estamos ante un libro testimonio de la autora o mejor de las muchas mujeres que ha conocido a lo largo y ancho del mundo. Son viajes motivados por su cargo de secretaria central en el consejo de mujeres que asesora al prelado del Opus Dei para conocer, orientar e impulsar muchas tareas de educación y asistencia social que llegan a muchos miles de personas. Por eso sabe de qué habla y esos testimonios no se logran en un despacho, dando por supuesto que también hay que estudiar mucho cada asunto pues se trata del apostolado de los laicos, de las mujeres en particular, en la gran tarea de evangelización eclesial.

Los lectores encuentran un libro original con un lenguaje directo y fácil de entender, si bien deja huellas profundas acerca de los problemas actuales que requieren personas-mujeres brújula. El libro ha sido terminado durante la pandemia y precisamente por ello con una mirada esperanzada en las capacidades de las mujeres -no la mujer teórica- para liderar los cambios necesarios en la familia, la educación, la defensa de la vida, y en la cultura. Avisa al comienzo -Warning!- que este libro es más bien una muestra fotográfica con palabras, una secuencia de escenas humanas y humanizantes que interpelan sobre la personal contribución al bien de la sociedad.

En un bosque de retos

Propone 10 Retos o apartados, como: Encontrar el Norte, Paz, Cuidar, Liderazgo, Solidaridad, Trascender, o Atreverse a más. Los lectores verán un gran abanico de proyectos sociales encauzados desde la fe y para servicio de todos, cualquiera que sea su condición, raza o religión. «En un bosque de retos», dice el subtítulo, Isabel Sánchez ofrece ideas para superar la adversidad.

Me permito emplear alguna de sus observaciones y propuestas no literales, escribe: /Una buena noticia: el mundo humano está concebido para imperfectos perfectibles. Los éxitos más importantes se consiguen cuando existe la posibilidad de fracasar./ Se trata de mirar los charcos, descubrir la belleza fragmentada que reflejan, alzarlos, como si se trataran de piezas de un enorme puzle. / Un cristiano es alguien que ha conseguido, con la razón iluminada por la fe, componer el puzle de significados de su propia vida y tiene una explicación armónica sobre su existencia y la del cosmos. /Tenemos dos posibilidades: o reflejamos el caos del que procedemos y al que volveremos, o reflejamos el amor del que provenimos y al que somos llamados. O errantes o hijos. / El coronavirus nos ha puesto ante la vida y la muerte, cambiando nuestros parámetros de interpretación/ Otro aspecto muy interesante del liderazgo de las mujeres es que a menudo extraer la fuerza del dolor.

En las diversas entrevistas hechas durante estas semanas a Isabel Sánchez en prensa, revistas, radio y televisión muestra la soltura de un espíritu emprendedor, con valentía para hablar de cosa importantes sin tener que pedir perdón. Muestra un feminismo de equidad, complementario y con trasfondo absolutamente cristiano, dice ella. No ha caído en la trampa de convertir el feminismo en una ideología o arma arrojadiza. También ha dicho que falta relevancia del laicado. Nos hemos quedado con unas gafas oscuras que nos hacen contemplarlo todo con una visión clericalizada de la Iglesia. Hombres y mujeres laicos tenemos que brillar.

Jesús Ortiz López


https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/brujulas-orientar-sociedad/20200918000046040054.html


[1] Mujeres Brújula. Isabel Sánchez. 269 páginas. Editorial Planeta. Barcelona, 2020.

 

Delendam esse Crucem

Está claro y a la vez muy oscuro. El Gobierno de Pedro Sánchez lanza el anteproyecto de ley que denomina Memoria Democrática, como un añadido a la ley de Memoria Histórica. La vicepresidenta Carmen Calvo lo acaba de anunciar.

Por lo visto corre prisa porque hay que tapar de algún modo las varias vías de agua del Titanic de Sánchez-Iglesias: 1) las peleas continuas entre unos ministros y otros, 2) la compra de votos a separatistas y herederos de ETA al precio que sea, 3) la pandemia que comienza a desbocarse de nuevo y los muertos que no aparecen, 4) el rechazo de la Fiscalía General de Delgado de las querellas por la mala gestión del Gobierno sobre la pandemia, 5) la indignación de las asociaciones de jueces maniatados, 6) la economía camino del abismo, los ERTE y los ERE, la subida de impuestos, 7) cómo maquillar las exigencias de la Unión Europea para soltar algunos millones de euros, 8) el interesante caso Dina-Iglesias que es preciso esconder, 9) los 80 millones de la anterior Junta de Andalucía del PSOE a una empresa tapadera para pagar amistades, 10) sin olvidar los 800 millones de los ERE de esa Junta sustraídos a los trabajadores. Y más, pero no pasemos de esta decena de escándalos. No pasa nada si alguno considera que consignas esto es extremismo.

Doña Carmen Calvo tiene una cara para hablar con la Iglesia y otra cara habitual para machacarla, en la medida de sus posibilidades, que no son tantas a largo plazo. Desde el Gobierno del que es vicepresidenta se plantea «un proceso de reflexión» sobre todas las cuestiones que tienen que ver con el Valle (cabe todo como en cajón de sastre). Esa reflexión significa «explicar el significado del monumento» y considerar que «la cruz es uno de los símbolos fundamentales del nacionalcatolicismo». Para dar explicación de ello utilizarán los cauces habituales de TVE y cadenas afines de televisión y emisoras subvencionadas. Sin olvidar artistas, tertulianos, escritores, y amigos de siempre. A medio plazo se establecerá «el conocimiento de la historia y la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas» a través de la educación. Un plan completo nuevo pero antiguo.

Nuevo descubrimiento sobre la cruz

No ocultan que el objetivo primero es avanzar en el adoctrinamiento de los ciudadanos, mostrar signos fuertes que cambien la percepción del Valle de los Caídos, en primer lugar convirtiéndolo en un «cementerio civil». Y por tanto sobran los benedictinos que sostienen el culto en el recinto sagrado y abren sus puertas a grupos cristianos o no cristianos en la hospedería tan valorada por la gente. Contentará mucho a la clientela del populismo y a los anticlericales ver a los frailes salir del lugar, reproducido durante horas en televisión. Aunque hay mucho más: el objetivo final es volar la Cruz -delendam esse Crucem- porque ellos han descubierto que es «un símbolo del nacionalcatolicismo»: gracias porque desde hace veinte siglos de cristianismo el mundo entero no se había dado cuenta de ello.

Acabar con la Cruz es un paso importante en la descristianización de España y para sustituir la convivencia por el enfrentamiento, la caridad cristiana por el odio diabólico, con la complacencia de una parte minoritaria de la sociedad actual adoctrinada por el Gran Hermano. Dos preguntas finales: ¿quiénes están detrás de Pedro Sánchez?, ¿dónde estará este Gobierno mastodóntico dentro de pocos años?

Jesús Ortiz López

 https://www.religionenlibertad.com/blog/162896565/Delendam-esse

miércoles, 29 de julio de 2020

Pensar y actuar en cristiano

A un novelista de éxito le hacían la siguiente pregunta: Si tuviera que marchar a una isla solitaria con un solo libro ¿cuál se llevaría? Su respuesta fue: Me llevaría la Biblia, porque me parece la novela más formidable, con un comienzo espectacular y un final impresionante.

No hace falta ser católico de misa diaria para para pensar de ese modo, y basta con tener sentido del misterio, capacidad de emocionarse, algo de sentido común, y poseer unas ideas claras para amueblar la cabeza. Será suficiente recordar las ideas contenidas en el libro de la Sabiduría o los Proverbios, los salmos, san Juan o las cartas a Timoteo, para caminar por la vida con un sentido y desarrollar una personalidad coherente.

Respuestas para los hombres de nuestro tiempo

Se ha publicado «Cristianos en la sociedad del siglo XXI», que recoge una entrevista con el Prelado del Opus Dei, monseñor Fernando Ocáriz. Ha sido realizada por Paula Hermida que ha investigado sobre antropología, ética, y familia, a partir de sus estudios de filosofía y teología; cuenta además con la experiencia interesante de ser madre de ocho hijos.

Me referiré tan solo a unas pocas ideas que aplican a nuestro tiempo el mensaje siempre válido de la Biblia, desde la perspectiva del carisma del Opus Dei en la Iglesia, que consiste en encarnar la santidad en la vida ordinaria con la responsabilidad y la soltura de quienes se saben hijos de Dios. Una santidad que es don de Dios y un poco de correspondencia, sin pretender dar lecciones a nadie. Giran en torno a los nuevos retos y nueva creatividad, la misión y el destino de la familia en el siglo XXI, la Iglesia en tiempos nuevos, y el alcance de la libertad.

Nuevos retos

Respecto a la pandemia el Prelado considera que es un tiempo para redescubrir quién soy y por qué vale la pena gastar la vida. Parece que el dolor no tiene sitio en nuestra sociedad y por ello la entrevistadora pregunta cómo encontrar sentido en medio de tantos enfermos contagiados y miles de muertos en penosas condiciones. En primer lugar, conviene no olvidar que el dolor no es algo natural pero tiene sentido en sí mismo, pues el sufrimiento unido a la Cruz es el camino más corto para identificarse con Jesucristo, responde Ocáriz.

Todos vamos cursando la asignatura de la Cruz aprendiendo a convivir con el dolor, incluido el sufrimiento desconcertante de los inocentes, porque llegan a participar del valor redentor del gran dolor de Jesucristo: asume desde la Cruz todo dolor humano en toda la historia, acogiendo a cada persona que sufre, incluidos naturalmente los que no encuentran ese sentido. De hecho muchas personas han descubierto ese valor salvífico durante la pandemia regresando a Jesucristo.

Esta situación de pandemia es ocasión para descubrir lo importante de la vida, la relación con Dios, la solidaridad, la entrega del tiempo a los demás, la cercanía con los familiares, y las ventajas de las tecnologías de comunicación, añade el Prelado. 

A la pregunta sobre la santidad en el mundo mediante el trabajo y las ocupaciones ordinarias del cristiano, monseñor Ocáriz responde que es misión de los cristianos poner a Jesucristo en la cima de las actividades humanas, no por soberbia sino por servicio. Es verdad que hay un alejamiento de la fe aunque la sociedad global tiene más luces que sombras; los fieles católicos sabemos que Jesucristo es Señor de la historia y concede sus gracias para cumplir nuestra misión evangelizadora, sin añoranzas del pasado y con una fidelidad dinámica al Evangelio.

Y cuando Hermida pregunta sobre la acción del demonio responde dando la vuelta: reconocemos que a veces actúa a sus anchas, pero ¡cuánta gente buena hay en el mundo! y no sabemos qué proporción se debe al mal uso de la libertad que ofende a Dios y abusa del prójimo. Recuerda el dicho: «Lo único que necesita el mal para triunfar en el mundo es que los buenos no hagan nada». En efecto, hay también en nuestro tiempo tantas personas comprometidas con el bien y la justicia social: «Quizá no hacen tanto ruido o su presencia no es tan vistosa, pero qué duda cabe de que son una fuente de bien y esperanza para la Iglesia y para el mundo», responde.

Preocupa a muchos católicos la marcha de la Iglesia al ver que es rechazada en algunos ámbitos, aunque conviene no olvidar su labor en favor de la dignidad de toda persona vista como hija de Dios. A veces parece que se da un atrincheramiento en la doctrina y en la moral, pero hay que tener visión de conjunto pues esta Iglesia encarnada en el siglo actual sostiene la dignidad de todas las personas y defiende una ecología verdaderamente humana. Su llama compartir, a vivir con austeridad, a la templanza abre puertas a la esperanza y la solidaridad.  La unidad con el Papa, ahora Francisco, es garantía de comunión verdadera, y a ello alude el Prelado en varias ocasiones, teniendo en cuenta además que algunos lo critican.

La disminución de las vocaciones preocupa a todos y sin embargo muchos jóvenes se deciden a seguir de cerca a Jesucristo con su integración en los movimientos laicales. Además muchas familias son verdaderas iglesias domésticas y semilleros de vocaciones. También durante la pandemia se han dado conversiones, vocaciones a lo Saulo, que dan testimonio y arriman el hombro en la Iglesia. La oración con esperanza encuentra siempre respuesta desde el cielo

Entrando en la cuestión sobre la fidelidad a todos los niveles y especialmente en el matrimonio, responde que esa cualidad no es inmovilismo y renuncia a otras oportunidades, pues la grandeza de la libertad no arbitraria sino precedida por un bien tan grande que no se abandona. La fidelidad es defensa de la persona frente a la vejez de espíritu, la aridez de corazón y el anquilosamiento mental. Añade que la vocación matrimonial es cooperación directa al cien por cien en el plan de Dios con la humanidad, y responsabilidad primer en la Iglesia.

¿Se puede vivir hoy la castidad? La realidad fabricada o manipulada no lo hace fácil, desde que se ha desvinculado el sexo del amor y de la donación. La revolución sexual y la pornografía accesible han alterado profundamente la percepción del amor y seguimos recogiendo los frutos de esa falsa liberación. Sin embargo, la sexualidad es un don de Dios, que capacita para la donación y entrega sin restricciones, ni frenos a la vida.

En este contexto de donación se puede entender el celibato sacerdotal, apostólico o consagrado, por razones teológicas y no solo prácticas, que también cuentan. Sostiene el Prelado que en este mundo actual tan respetuoso con la libertad ¿por qué se va a criticar el celibato libremente elegido por amor a Dios y disponibilidad de servicio al prójimo? Con sus palabras: «Naturalmente, para reconocer el celibato como don de Dios y no considerarlo una patología afectiva, es necesario comprender previamente el amor y, en consecuencia, el valor humano de la castidad».

El lector puede comprobar que Fernando Ocáriz no propone ideas sorprendentes sino el estímulo a trabajar por lo perdurable y bello de la vida, sin pesimismos ni optimismos infantiles, con fe y libertad, cultivando la amistad. Podemos advertir que el hilo conductor de estas propuestas es la libertad de espíritu y la esperanza en el poder transformador de la palabra de Dios contenida en la Biblia como el gran programa de vida válido para todos los tiempos.

Jesús Ortiz López

Cristianos en la sociedad del siglo XXI. Conversaciones con Monseñor Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei. Ediciones Cristiandad, 2020.

 

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/pensar-actuar-cristiano/20200729004226032476.html


jueves, 23 de julio de 2020

La Iglesia en tiempos difíciles (I y II)

Durante estos meses, la Iglesia está haciendo un gran esfuerzo por sostener la esperanza de todos, en particular de los miles de personas infectadas, implorando con insistencia el final de la pandemia. No solo orando sino atendiendo a los enfermos y sus familiares, con sufragios por los difuntos, y movilizando a tantos voluntarios para recoger y suministrar alimentos a familias necesitadas.

Buena parte de la sociedad reconoce hoy ese servicio de la Iglesia a creyentes y no creyentes. Sin embargo muchos llevan tiempo desconcertados por voces que piden cambios en la doctrina, en la moral sexual, y en la vocación de los sacerdotes. No se comprende el celibato, se impulsa la ordenación de hombres casados, o el sacerdocio para las mujeres. Parecen temas distintos pero tienen su tronco común en la realidad del sacerdocio como hombre de Dios llamado a servir a todos.

Polémica artificial

El cardenal Sarah ha tenido varios encuentros con Benedicto XVI, intercambiado idea, inquietudes, y escritos, a la vez que manifiesta que «hemos rezado y meditado en silencio». Fruto de todo ello es un libro breve aunque llamado a influir durante mucho tiempo. Trata sobre el sacerdocio de Jesucristo encarnado en los sacerdotes desde la fundación de la Iglesia[1].

El cardenal Sarah es prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos,  y se propone mostrar la naturaleza del sacramento del Orden, precisamente cuando algunos vienen cuestionándolo desde hace décadas. Las ideas y exposición son también del cardenal J.Ratzinger que tanto ha disertado sobre el sacerdocio; y luego, como Benedicto XVI, ha enseñado cómo es la identificación de los sacerdotes con Jesucristo.

Como se recordará esta obra ha nacido con polémica, no tanto por sus autores sino por algún escándalo artificial -una cortina de humo- que impide conocer el contenido. Pues bien, ambos autores escriben desde lo más hondo de sus corazones, porque conocen bien los intentos de acabar con el sacerdocio de la Iglesia católica, rompiendo con la Tradición que procede Jesucristo.

Qué es ser sacerdote católico

Procuraré exponer algunas ideas de fe bien razonada que aportan los autores. La primera parte trata sobre el sacerdocio católico con ideas expresas de Benedicto XVI y Sarah durante esas largas conversaciones, con ánimo de atajar los ataques al sacerdocio. Es una teología que recorre el Antiguo Testamento y la radical novedad del sacerdocio de Jesucristo participado por los ordenados.

Benedicto XVI destaca que el ministerio del Nuevo Testamento no va ligado a la herencia familiar -como ocurría en el Antiguo Testamento con los levitas- sino a un don de Dios, una vocación con un fuerte compromiso de identificación plena con Jesucristo entregado en la Eucaristía, Esposo de su Iglesia, mediante un vínculo indisoluble, que viven también los sacerdotes con el celibato fiel.

En la segunda parte Sarah se adentra en el celibato sacerdotal, cuestionado por algunos como ariete para desarbolar el sacerdocio en la Iglesia. Presenta una mirada eclesiológica y pastoral sobre el sacerdote llamado a amar hasta el fin. Considera que hay un grave enfrentamiento con la doctrina de la Iglesia sobre el celibato que amenaza la continuidad sacramental del amor de Buen Pastor. Junto con Benedicto XVI destaca que la abstinencia sexual no es tanto funcional ni disciplinaria cuanto ontológica, es decir, que está en la naturaleza misma del sacerdocio católico.

El sacerdocio no es un derecho ni una obligación personal o comunitaria sino un don que Dios hace a algunos hombres como ministros suyos, para alimentar a su Pueblo desde la Eucaristía como sacramento fontal; añadiendo que el sacerdote no se limita a confeccionar y administrar los sacramentos sino a transmitir la Verdad de Jesucristo, el alimento de la Palabra, y a ser el Buen Pastor de los fieles. (Continuará).  

Jesús Ortiz López  

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/iglesia-tiempos-dificiles-i/20200604013015030206.html

 

La Iglesia en tiempos difíciles (y II)

Algunos fieles se encuentran desconcertados por voces que piden cambios en la doctrina, en la moral sexual, y en la vocación de los sacerdotes[2].

Presiones para que la Iglesia cambie

Con dolor señala Sarah que algunos teólogos parecen dispuestos a servirse de las carencias de los pueblos pobres como un laboratorio experimental de sus proyectos de aprendices de brujo. Palabras fuertes que responden a una realidad ya conocida: que la solución a la falta de sacerdotes no pasa por ordenar a hombres casados y menos por ordenar a de mujeres. Además de las razones ontológicas-teológicas está la experiencia de que cuando se rebaja la naturaleza del sacerdocio disminuyen las vocaciones. Y una parte del Pueblo de Dios queda a la intemperie sometida a la presión de una cultura positivista.

Sarah es africano y conoce bien que la solución a la escasez de clero pasa por la oración que pide humildemente a Dios vocaciones nativas, y pasa por ser hombres desposados con una sola mujer, la Iglesia, entregados en cuerpo y alma a todos los fieles. Donde esto se entiende y se predica hay vocaciones sacerdotales como en África donde han aumentado más del 30% en una década; en cambio en la Amazonia hay comunidades sin vocaciones desde hace un siglo.

El papa emérito y el cardenal afirman que más que clericalizar a varones probados o a mujeres acercándolas más al altar, lo que falta es oración y fervor apostólico en la comunidad. En Japón y Corea estuvieron dos siglos sin sacerdotes pero no inventaron atajos, pues fueron los laicos no clericalizados quienes transmitieron la fe desde la familia, con el Evangelio y la Cruz, con la catequesis y la comunidad orante. Ellos tuvieron claro que los sacerdotes de Jesucristo se caracterizan por: ser célibes, amar a la Virgen y obedecer al papa de Roma.

Por tanto la inculturación que algunos occidentales -por ejemplo en Alemania- invocan para la Amazonia, África y otros lugares, no consiste en adaptar el Evangelio, los sacramentos y el sacerdocio a su cultura, sino en transformarla con la fuerza de la gracia: oración, sacramentos, celo apostólico, formación de los laicos, y naturalmente la Cruz.

Claves sobre el sacerdocio

Algunas ideas que se repiten en esta obra son: el desafío eclesiológico actual está en superar la idea de una Iglesia meramente funcional o sociológica. El sacerdocio no es un derecho ni una obligación, ni una aspiración, porque es un don gratuito de Dios.

El celibato de los sacerdotes no es funcional sino ontológico y esponsal de Jesucristo con su Iglesia. El celibato no se entiende en un tiempo supersexualizado y positivista que no ve a Dios como realidad concreta. Por eso el mundo necesita sacerdotes célibes que sean un potente motor de evangelización. Entre todos -Jerarquía, sacerdotes y fieles- debemos potenciar el carisma femenino en la Iglesia y en la sociedad, con sus cualidades específicas de escucha, acogida, fidelidad, humildad, alabanza y espera, como la Virgen María. Hay que profundizar más en el potencial dinámico de carácter bautismal y de la Confirmación, porque la evangelización y el apostolado es tarea de todos.

Afirma Sarah que: «Entre el sacerdocio y el celibato existe un vínculo ontológico-sacramental. Cualquier debilitamiento de ese vínculo significaría poner en tela de juicio el magisterio del concilio y de los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Suplico humildemente al papa Francisco que nos proteja definitivamente de esta posibilidad vetando cualquier debilitamiento de la ley del celibato sacerdotal, ni siquiera restringiéndolo a una u otra región».

Tres papas en sintonía

En efecto, esta es la enseñanza de los últimos pontífices en continuidad con el Magisterio de la Iglesia:

- San Juan Pablo II: «la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».

- Benedicto XVI : «Nuestro mundo, que se ha vuelto totalmente positivista, en el cual Dios solo encuentra lugar como hipótesis pero no como realidad concreta, necesita apoyarse en Dios del modo más concreto y radical posible (..) Por eso precisamente hoy, en nuestro mundo actual, el celibato es tan importante, aunque su cumplimiento en nuestra época se vea continuamente amenazado y puesto en tela de juicio».

- Francisco: «Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato. Personalmente, pienso que el celibato es un don para la Iglesia. Yo no estoy de acuerdo en permitir el celibato opcional».

Después de estas razones ¿habrá quien sea capaz de impulsar el abandono del celibato sacerdotal aunque sea restringido?, ¿habrá quienes sigan confundiendo a las mujeres con el sacerdocio ficción como si fuera una promoción?

Finalmente, en el apartado «A la sombra de la Cruz», esa obra concluye con una sentida oración, que incluye esas palabras: «Jesús crucificado, mira a la Iglesia, tu Esposa. Hazla hermosa y digna de ti. Qu sea conforme a tu corazón. Que todos puedan reconocer en ella tu rostro. Que todos los pueblos por fin reconozcan en ella la única casa común».

 

Jesús Ortiz López

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/iglesia-tiempos-dificiles-ii/20200611000621030251.html

 

  

 



[1] Robert Sarah. Con Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Desde lo más hondo de nuestros corazones

Palabra. Madrid, 2020. 175 págs.

 

[2] Robert Sarah. Con Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Desde lo más hondo de nuestros corazones

Palabra. Madrid, 2020. 175 págs.

 


¿Para qué sirven los santos?

De nuevo se celebra un aniversario de la muerte de Josemaría Escrivá elevado a los altares para la Iglesia universal el año 2002. Uno más entre los santos canonizados por la Iglesia a lo largo de los siglos, y uno de los destacados durante el siglo XX.

Fue elegido por Dios al comienzo de ese siglo para extender la llamada a la santidad a todos los cristianos, algo comúnmente admitido hoy día pero que entonces significaba una novedad ¿Hasta qué punto?

Los primeros cristianos

Desde el comienzo de la andadura de la Iglesia son muchos los santos que han vivido con fidelidad el Evangelio encarnado en la vida de Jesucristo. Basta echar una mirada a los primeros cristianos para reconocer que hubo muchos mártires perseguidos por el imperio de entonces, y ya nunca ha cesado la persecución especialmente en el siglo XX, el gran siglo de los mártires. Sellaron con su sangre la verdad del Evangelio, es decir, estaban tan seguros de haber encontrado el camino de la santidad, que no se echaron atrás ante los tormentos. Porque hay verdades tan verdaderamente fuertes que no pueden ser destruidas por la muerte, no son opiniones líquidas que desaparecen ante los peligros del mundo, y las amenazas de los poderosos.

Sin embargo, la mayoría de los primeros cristianos no fueron mártires y no por haber huido sino porque siguieron su vida normal, aunque completamente transformada en el fondo y en la forma. El documento conocido como Didaché destaca que aquellos discípulos de Cristo siguen en el mundo sin ser mundanos, trabajaban donde siempre, cumplían sus obligaciones como ciudadanos, formaban familias bien unidas en la fe, y procuraban tratar con caridad incluso a sus enemigos.

No eran como los demás sino que eran los demás, como recordará san Josemaría. Tenían las mismas costumbres pero llevaban un tenor de vida ejemplar y admirable para muchos: por su honradez, su limpieza de costumbres en medio de otras depravadas, y por sus virtudes; es decir, vivían en el mundo pero no eran mundanos, como enseñó el mismo Jesucristo y los apóstoles.

Destacaba san Josemaría que cada comunidad de fieles reunía a personas de todos los estratos sociales, pues estaban representadas en ellas todas las profesiones: había médicos como Lucas, juristas como Zela, financieros como Erasto, universitarios como Apolo, artesanos como Alejandro, comerciantes, vigilantes de las cárceles y sus familias, soldados y oficiales, o algún procónsul como Sergio Paulo: eran pobres y ricos, esclavos y libres, gente civil y militares como Sebastián.

¿Dónde está la novedad?

¿Qué interés tiene por tanto san Josemaría? Enlazar con esa novedad de aquellos primeros, difundiendo el mensaje da la búsqueda de la santidad en el medio del mundo con fuerza apostólica, que significa naturalidad, ejemplaridad, y ciudadanía. Y difundir no solo ese mensaje esperanzador sino desarrollar el modo real de vivirlo centrando su vida en Jesucristo. Porque durante siglos aquel espíritu evangélico de santidad para todos se había diluido -no tanto en las ideas y menos en las enseñanzas de la Iglesia-, por no encontrar un camino vocacional plenamente laical, con un desarrollo pastoral y ascético bien definido, para elevar el mundo desde dentro, siendo como una inyección intravenosa -escribía- en el torrente circulatorio de la sociedad: santificar el trabajo, santificarse con el trabajo, y santificar por medio del trabajo. El secreto no está tanto en la profesionalidad cuanto en la unión con Jesucristo, en la vida de oración, en el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas, y en la vida planteada como servicio a todos.

Puede que aún muchos no vean la diferencia entre este mensaje universal y lo que muchos cristianos han vivido durante siglos, al tener como referencia un alto ideal de santidad a semejanza de los religiosos, con una ascética y unos modos adaptados a los seglares.

El Espíritu ha suscitado en el siglo XX el Opus Dei, y también nuevos movimientos seculares que han mostrado la vocación a la santidad en el mundo como una posibilidad realmente nueva. El Concilio Vaticano II ha confirmado ese nuevo espíritu proclamando la universal llamada a la santidad para todos los fieles. Esto no quiere decir que sea una adaptación de los consagrados a los laicos, ni algo fácil consistente en rezar más y cumplir mejor con la Iglesia. No es así, porque lo que caracteriza a los nuevos apóstoles es transformar el mundo desde dentro, cultivando con naturalidad la amistad y las relaciones humanas, con vocación de poner a Jesucristo en la cima de las actividades humanas.

Jesús Ortiz López

 

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/sirven-santos/20200630232228030390.html


lunes, 22 de junio de 2020

Lecturas en tiempos de confinamiento


Es penoso tener memoria, saber historia, y tener lucidez. Esta desgracia es en realidad una gracia, el don de vivir en la historia recordando el pasado, criticando el presente y forjando el futuro.

Farenheit 451

La famosa novela distópica se ha dado varias veces en la historia por la aversión de los déspotas a la memoria, a la realidad, y a la rebelión frente a lo políticamente correcto, marcado por la manipulación. La escritora Irene Vallejo alude a ello en su ensayo «El infinito en un junco». Trata de la historia de los libros, de las palabras, del abecedario, de los soportes, como el invento del papiro que permitió almacenar palabras y memoria e historia.

Recordemos que esta fábula descrita en la novela de Ray Bradbury se refiere a una época de guerra mundial cuando el triunfador en Eurasia se empeña en quemar los libros porque son memoria necesaria para ser libres, y progresar como humanos. Se queman los libros porque son soportes subversivos que permiten pensar y escapar a la manipulación. La reacción de los fugitivos es guardar los libros y sobre todo aprenderlos de memoria siendo cada miembro disidente un libro o al menos un capítulo. Se han apartado de las urbes y viven como vagabundos en los campos, cerca de vías de tren abandonadas, o junto a ríos no frecuentados, porque los ciudadanos manipulados son atraídos por la televisión que llena las paredes de sus casas, a la vez que son vigilados.  

Palabras confinadas

«Confinamiento, nueva normalidad, desescalada asimétrica, izquierda democrática, derecha desestabilizadora, comisión para la reconstrucción, crisis constituyente, hibernación, geometría variable…». Todas ellas y más son productos del neolenguaje que va invadiendo las mentes de los ciudadanos.

Desde hace décadas la ideología de género viene alterando el lenguaje para intervenir en el pensamiento de la gente y en la cultura. Un pequeño ejemplo lo tenemos ahora en la misiva-advertencia del Ministerio de Igualdad, de Irene Montero, a una pequeña empresa por diseñar rótulos para las puertas del dormitorio de los niños. Desaconseja y censura como si fueran sexistas rótulos como: «Aquí duerme una princesa. Aquí duerme un pirata. Aquí duerme un héroe». Todo a partir de una denuncia anónima. Aquí tenemos una muestra de la ideología de género, del Gran Hermano, y de un Estado policial.

Las palabras significan ideas o conceptos que son el gran poder de la mente humana indispensables para pensar y actuar como personas. Cuando los gurús alteran el uso de las palabras están invadiendo las ideas y cambiando la opinión pública, la cultura, y a las personas, que van aceptando un estilo de vida sumiso y aburguesado. Aquello de «pan y circo» es utilizado por algunos poderes para dominar a las gentes, y amordazar la oposición.

1984: novela profética

George Orwell escribió su famosa obra «1984» situando en ese año la nueva sociedad, la nueva normalidad, sometida al poder siniestro del Gran Hermano. No deja de ser penosamente significativo que un programa televisivo bajo ese título haya triunfado en cadenas de medio mundo, utilizando el morbo de la gente para espiar el comportamiento de unos héroes que en realidad son víctimas. Pan y circo actuales.

1984 se refiere a un estado totalitario. Como explica O'Brien, el misterioso miembro de la dirección del partido dominante, el poder es el valor absoluto y único. Todo debe ser sacrificado para conquistarlo y, una vez alcanzado, hay que poner todos los medios para conservarlo a cualquier precio. La vigilancia despiadada de este Superestado se apodera de la vida y la conciencia de sus súbditos, interviniendo en las esferas más íntimas de los sentimientos humanos.

El protagonista Winston lucha en silencio por escapar a la esclavitud mórbida mientras trabaja como funcionario en el Ministerio de la Verdad: cada día tienen que modificar los hechos y las noticias para adaptarlas al neolenguaje impuesto por el partido déspota. Quienes son descubiertos como rebeldes subversivos son vaporizados y desaparecen de la sociedad. La Policía del Pensamiento se encarga de perseguirlos y ejecutarlos.

Las consignas repetidas son: «La guerra es la paz.  La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza». Es significativo que esta manipulación necesita destruir el principio de no contradicción, emplear la neológica contra la lógica, deconstruir los hechos, y destruir cualquier verdad.
Está acabando el estado de alarma impuesto frente al coronavirus pero también frente a los ciudadanos. Vamos recuperando movimiento y algunas libertades fundamentales, pero ¿creemos que ahora somos más libres?

Jesús Ortiz López