jueves, 3 de julio de 2014

La familia en portada

Ha sido presentado en el Vaticano el documento de trabajo del próximo Sínodo sobre la familia para otoño de 2014, recogiendo las opiniones de los fieles, y la experiencia de los párrocos y de los obispos sobre la institución familiar en todo el mundo.

Problemas variados
La Iglesia dispone hoy de una radiografía de la familia en el mundo, y puede aportar soluciones para los problemas que hoy tiene planteados. Por ejemplo, el sufrimiento de los divorciados que se vuelven a casar y quieren participar de los sacramentos; la lentitud en algunos procesos de nulidad matrimonial; los problema que plantean determinadas culturas sobre la poligamia, los matrimonios forzados, los abusos o el maltrato contra las mujeres. También la responsabilidad de los legisladores y de los medios de comunicación al acoger y presentar antimodelos de familia; además de la crisis de comunicación y el deterioro creciente de las relaciones familiares en la sociedad actual.
            Este Sínodo extraordinario de 2014 y el posterior Sínodo ordinario en 2015 no tienen como finalidad revisar los planteamientos doctrinales sobre el sacramento del matrimonio y sus fines o sobre la naturaleza de la familia como institución esencial de la sociedad. Porque todo ello ha sido abordado repetidas veces desde el Concilio Vaticano II, en documentos específicos de Pablo VI, san Juan Pablo II, de  Benedicto XV, y ahora del papa Francisco. Podemos decir por tanto que la doctrina sobre el matrimonio, sobre el sacramento de la Reconciliación, y sobre la Eucaristía está hoy bien definida y actualizada.
           
No hay recetas generales
            Si atendemos al problema de los divorciados vueltos a casar civilmente, la Iglesia no puede actuar ofreciendo recetas generales, como dispensar la Eucaristía indiscriminadamente, al igual que tampoco lo hace para todos los fieles, sin pedirles las disposiciones necesarias de comunión y gracia de Dios. Los sacerdotes tienen experiencia de que cada caso es distinto y cada persona vive de manera única sus aspiraciones y su fe. Pienso, por ejemplo, en el caso de un divorciado y casado civilmente que manifestaba su acuerdo con la pastoral de la Iglesia en estos casos. Reconoce que en su situación personal no puede recibir por ahora la Eucaristía ni el sacramento de la Reconciliación, pero lo considera como un camino de purificación y una oportunidad para valorar más esos sacramentos: «no recibir los sacramentos -digamos de manera oficial y visible- no significa ser rechazado; absolutamente no. Por experiencia puedo decir que es siempre posible vivir los sacramentos de manera espiritual».
            Comprobamos así que esa actitud responsable lleva a la serenidad en medio de las pruebas, aleja del victimismo de echar las culpas a los demás e incluso a la misma Iglesia, que actúa como experta en humanidad.


Jesús Ortiz López

Al servicio de la estabilidad

Las palabras del comunicado de los obispos con motivo de la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI se suman los muchos agradecimientos por estos años de servicio al bien común y la unidad de los españoles. Y van más allá de lo protocolario pues son sinceras y verdaderas, al reconocer el servicio impagable de los reyes, el Rey y la Reina y ahora el heredero, en la instauración y consolidación de la vida democrática. La continuidad de la Corona en la persona del futuro rey Felipe VI garantiza también la estabilidad de las instituciones y de la sociedad, tan necesitada de ella en estos momentos.

Sin embargo no todos son capaces de ver esta realidad por ignorancia o ceguera voluntaria. Aunque es verdad que las voces pidiendo una nueva república representan sólo una gota de agua –unas treinta mil personas sumando varias provincias y días que se han manifestado con formas poco democráticas-, pocas decimos en el océano de la adhesión mayoritaria de los cuarenta y siete millones que vienen refrendando a la Monarquía parlamentaria.

A juzgar por sus proclamas esa república ficción sería el paraíso de la libertad y de la democracia popular, de la que los historiadores han estudiado sus hazañas para suprimir a los contrarios. Sin embargo ignoran que las experiencias republicanas en España han generado violencia y guerras sangrientas, manchando las libertades ciudadanas, eso sí, en nombre del pueblo pero sin el pueblo.

Los agitadores que se han envuelto en la bandera tricolor nada dicen de los periodos republicanos reales a partir de 1871 y de 1931, con cinto tipos de república, una constitución fallida, una guerra colonial y dos guerras civiles, como ha destacado el historiador Fernando García de Cortázar en un reciente artículo.

Como dijo Valle-Inclán, no es verdad que España sea republicana y menos que votara a favor de la República. Por tanto, que la izquierda marginal del bracete de sindicalistas trasnochados y amparada por los que pueden desde las redes no nos venga con cuentos para una nueva república. La triste realidad sufrida en nuestra historia invita a liberarse de la Arcadia de una nueva república ficción.


Jesús Ortiz López 

http://www.analisisdigital.org/2014/07/02/hora-de-agradecimientos-reales/