La historiadora Roca Varea
opinaba que «Lo de la Iglesia es imposible de explicar. La Iglesia -se lo dice
una agnóstica respetuosa- es lo mejor y lo peor de este país. Tradicionalmente
ha sido así y no la puedes quitar del medio porque es uno de sus pilares». Para
añadir después que «La religión ofrece un sistema moral que cohesiona
poblaciones. En el momento en que la religión deja de ofrecer ese sistema moral
que cohesiona poblaciones, algún órgano social lo ofrece». Y pone como ejemplo
el nacionalismo o el feminismo, que actúan como religiones políticas, que
aparecen en el horizonte social diciendo lo que es bueno y lo que es malo.
Más que una moral
No le falta razón al decir que
España -y añadimos que Europa y Occidente-, tienen pilares y raíces cristianas.
Aunque no se trata sólo de una cuestión moral sino sustancialmente religiosa;
es decir, el cristianismo es Jesucristo y no sólo una moral o unas Escrituras sagradas,
algo puede costar de entender al agnosticismo. Eso ha querido subrayar la
Iglesia desde Roma, con el documento «Placuit Deo» afirmando que la salvación
obrada por Jesucristo -para todos los hombres- es mucho más que el buen ejemplo
o una rectitud moral. Y anteriormente también la Conferencia Episcopal de
España, publicaba el documento «Jesucristo, Salvador del hombre y esperanza de
la sociedad», frente a cualquier relativismo religioso, propio del gnosticismo
y agnosticismo.
Ahora bien, desde esas posturas agnósticas
se puede intuir el mundo trascendente de la religión, y específicamente en el
cristianismo como algo sobrenatural al ser la manifestación histórica de Dios
en Jesucristo, que ha fundado la Iglesia como comunión de lo divino y lo humano,
ofrecida como camino de salvación; es más que esas utopías implícitas en las
religiones humanas o en sus imitaciones como el nacionalismo, el feminismo, o
el marxismo.
Y ciertamente cuando el
cristianismo decae en algún lugar o cultura es sustituido por esos sucedáneos
que ofrecen una cierta esperanza, aunque no logren llenar el corazón humano ni
fundamentar la dignidad de todos los hombres y mujeres.
Jóvenes en la Iglesia
Volviendo al principio, me parece
ese misionero señalaba que el buen futuro reside en los jóvenes. Y cuando una
sociedad como Europa camina hacia el suicidio demográfico generando una
sociedad de ancianos -imposible de sostener incluso económicamente en la
sociedad del bienestar-, entonces esa sociedad tendría que apoyar con más fuerza
a la familia y al matrimonio, primero con políticas favorecedoras de la
natalidad y siempre con leyes que distingan el matrimonio de otro tipo de
uniones.
Aunque muchos jóvenes se están
alejando de la Iglesia -o quizá nunca han estado en ella al no ser bautizados
por sus padres-, también es verdad que cada año se bautizan en España y en
Europa miles de jóvenes que han encontrado a Jesucristo en la Iglesia. Y cada
semana se reúnen millones de jóvenes y familias en torno a la Eucaristía y la
caridad, que soluciona una buena parte de las bolsas de soledad y descarte. Y
finalmente, las Jornadas Mundiales de la Juventud -como la siguiente en Panamá,
con el Papa Francisco- reúnen a miles y miles de jóvenes, suficientemente
preparados e ilusionados para celebrar la fe y transmitirla; con vocación de
ser levadura que fermenta a la masa.
Siempre la esperanza sobrenatural
y humana tiene la última palabra, y Dios sabe lo que se hace, incluso cuando
los hombres no corresponden a los dones recibidos. Hay pues, continentes de la
esperanza, como África, y esperanza también para el viejo continente.
https://www.religionconfidencial.com/tribunas/levadura-Jovenes_0_3152684728.html
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