En noviembre los cementerios se
llenan con los familiares de los fallecidos que aguardan la resurrección, según
enseña la fe católica. Para muchos es una visita nostálgica y como obligada, más
familiar y social que religiosa. Sin embargo, algo queda, aunque no sea
perceptible, pues es difícil ignorar allí la muerte y qué pasa en el más allá. Pienso
que la mayoría aún mantiene el rescoldo de la fe.
El Dormitorio
En la sociedad quedan muchos
signos cristianos, por mucho que se empeñen algunos en suprimirlos. Es un vano
intento testimonial de laicismo político-cultural, porque los personajes y las
ideologías tienen fecha de caducidad, y no les daría tiempo a eliminar tantos signos,
imágenes y edificios cristianos, con más de quince siglos en España.
El término cementerio deriva,
según dicen, de koimeterion,
dormitorio, pues desde el Evangelio de Jesucristo la muerte ha sido vista como
un sueño del que todos despertarán. Jesucristo comparó la muerte al sueño en la hija de Jairo o de su amigo
Lázaro, si bien les hizo volver milagrosamente a esta vida terrena. Sin
embargo, también dijo a las hermanas Marta y María aquello de «Yo soy la Resurrección
y la Vida; el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, y todo el que vive
y cree en mi no morirá para siempre» (Juan 11,25).
Resurrección
Ciertamente la razón natural y la
imaginación no aciertan a explicarse cómo será esa resurrección de la carne que
profesamos en el último artículo del Credo. Sin embargo, se nos han revelado
algunos aspectos sobre los cuales hay cereza de fe. El Compendio del Catecismo enseña: «La expresión
"resurrección de la carne" significa que el estado definitivo del
hombre no será solamente el alma espiritual separada del cuerpo, sino que
también nuestros cuerpos mortales un día volverán a tener vida» (n.203). Y
añade: «Así como Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos y
vive para siempre, así también Él resucitará a todos en el último día, con un
cuerpo incorruptible: "los que hayan hecho el bien resucitarán para la
vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Juan 5, 29)»
(n.204).
Algunos piensan en la reencarnación, siguiendo una mentalidad
panteísta, animista, holística o de alguna variedad oriental. Pero eso viene a
ser un mal sucedáneo y más difícil de creer que el Purgatorio, que es el estado
de purificación en el que ahora se encuentran las almas de quienes han muerto
en la gracia de Dios, aunque tienen que purificarse y esperar, como si fueran
criaturas prematuras que necesitan la incubadora, valga la comparación. Los Obispos españoles han rechazado hace
tiempo semejantes ideas en el documento titulado «Esperamos la resurrección de
la carne y la vida eterna». Además, la idea de la reencarnación contradice el ser
personal de cada hombre o mujer en su unidad sustancial de alma y cuerpo como entiende
la filosofía desde Aristóteles.
Cuidar los cementerios
Volviendo a los
cementerios-dormitorios llama la atención el poco cuidado que ponen algunos
Ayuntamientos en mantenerlos y vigilarlos, sobre todo en grandes ciudades como
Madrid. Da pena comprobar el descuido y la suciedad, por ejemplo, en la
necrópolis de La Almudena, en el Cementerio Sur y de Carabanchel. Por no hablar
de los robos de Crucifijos y otros elementos de muchas tumbas, sin que los vigilantes
se hagan responsables ante los perjudicados.
También dan pena algunos cementerios
más modernos, como el de La Paz, en Tres Cantos (Madrid), donde los signos
cristianos son mínimos. A diferencia de los antiguos en este y en otros no hay
ninguna Cruz grande o imagen de la Virgen en las plazoletas o cruces, que
podrían aportar una referencia cristiana, deseada por la mayoría de las
familias. Además de que contribuyen a orientarse, ya que es difícil encontrar
información. En cambio, no ocurre así en los cementerios-sacramentales, como el
San Justo en Madrid, que son propiedad o están al cuidado de la diócesis.
Jesús Ortiz López
https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/cementerios-cristianos/20181102002639026446.html
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