Los antropólogos consideran que la especie humana tiene unos 200 mil años, para nuestro antecesore el homo sapiens sapiens, muy muy poco comparado con la edad de nuestra tierra y sistema solar que calculan en unos 13.700 millones de años. Todo ello con cierto margen de error.
Lo que sí sabemos es que el universo es obra del único Dios
Personal con el propósito expreso de preparar un ámbito-hogar para los hombres:
es obra del Creadore con poder infinito que no podemos imaginar. Y además al
crearnos libres nos convoca a participar en la historia de la Salvación obrada
por Jesucristo, Alfa y Omega, principio y fin de todo. Es la mayor historia de
amor y aventura para la creatividad humana. Con este planteamiento-realidad
sabemos quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos: tenemos luz abundante
para encontrar siempre la luz que ilumina nuestro caminar en la tierra.
Las Edades del Hombre
Dicen de Goethe que en trance de muerte pidió «luz, más
luz», interpretándolo como anhelo espiritual de encontrar la verdad; pudo ser
así aunque también es posible que pidiera una candela cuando su mirada se
apagaba por la llegada de la muerte.
Estos meses podemos contemplar la XXV edición de Las Edades
del hombre titulada precisamente Lux, la voz latina para sugerir ese
deseo permanente de los hombres de acercarse a la luz de la verdad,
precisamente cuando el relativismo teórico y práctico, de la mano del escepticismo,
intenta rebajar la altura espiritual de la cultura cristiana, heredera de la
judía y de la griega, elevándolas a las alturas del Dios revelado en
Jesucristo.
Esta edición aplica Lux a la Virgen María, a quien
los cristianos hemos dedicado desde el principio templos y catedrales, así como
innumerables fiestas marianas cada mes, como en septiembre con la Natividad, el
Duce Nombre de María, los Dolores, y la Merced.
Edades del hombre se desarrolla en cinco sedes o templos en
la ciudades de Burgos, Carrión de los Condes, y Sahagún. Los más de 11millones
de visitantes durante estos veinticinco años hemos experimentado que no se
trata de exposiciones de arte sino testimonios de vida cristiana a lo largo de
la historia de Occidente: cada una es un relato de fe encarnada y expresada en
imágenes, libros, música, ornamentos, vasos sagrados, y devociones populares
valiosas, insertas en el Evangelio.
Lux
Puesto que presenciamos un relato de fe, los capítulos
dedicados a María hablan de su ser Madre, el significado del Avemaría, la
Belleza llena de gracia de Dios, su ser Virgen y Madre, Madre de misericordia,
y acaba con las expresiones del arte sacro el Salve Regina. Antes, en la
catedral de Burgos que cumple 800 años, se relata la historia del hombre, los
nuevos tiempos y nuevos caminos introducidos por Jesús Salvador de todos los
hombres, a través de los siguientes capítulos: El templo y la sede episcopal,
la fábrica o casa de la luz, los creyentes como siervos amados de Dios, la
Iglesia militantes y peregrinante en la tierra, la Iglesia purificante después
de la muerte, y la Iglesia triunfante del Cielo, alegría y plenitud de luz.
Edades del hombre no es solo una representación valiosa de
la fe y piedad cristianas desarrollada durante dos milenios, porque es también
una muestra de la verdadera antropología que afianza a los hombres en el mundo.
Algo muy necesario cuando se debilita en nuestro tiempo la naturaleza, vocación
y misión de los hombres y mujeres.
¿Quién defiende hoy al hombre?
No será presuntuoso afirmar que es la Iglesia quien defiende
al hombre como criatura querida por el Dios real, frente a los intentos de
fabricar un hombre nuevo: es lo que intenta el poshumanismo, y transhumanismo.
Vano intento de desarraigar a las personas de la religión para convertirlas en cibors,
como nueva religión que adora a la ciencia y tecnología.
Bienvenidos sean los avances de la técnica para conocer
mejor el cerebro, la dotación genética, evitar y curar enfermedades, y lograr
una vida más confortable. Sin embargo hace falta seguir en el impulso
interdisciplinar para que los hombres tengamos una vida lograda, no a base de
ciencia todopoderosa sino de correspondencia a los dones de Dios que nos ama
desde la Creación, ofreciendo la posibilidad de colaborar y llevar a término la
historia de la salvación.
En definitiva, en la peregrinación hacia la Lux Mundi
(Jesucristo) nos sabemos acompañados por la Luz de María, que refleja como la
luna la luz del Sol indispensable para la vida en todos los órdenes de la vida
en la tierra. La historia de la Salvación trasciende y eleva la vida hasta la
vida de gracia de los hijos de Dios -ya en la tierra-, y la vida de la Gloria
cuando llegará a término ese anhelo de Luz que expresaba Goethe.
Así describe José Enrique Martín la manera en la que,
basándose en su leit motiv, la exposición realiza un
significativo “ juego de luz exterior que invade el interior de los
templos como una metáfora visual de la presencia divina en la Iglesia. De esa
luz que emana de Dios y que nos lleva a través de Cristo, con la intermediación
de María, por el camino de la vida”.
Jesús Ortiz López
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