La vida de San José fue una aventura o sueño precedido por algunas interrupciones del sueño, cuando un ángel le informa acerca del embarazo de María y le indica su misión de protección a la Madre y al Hijo, avisado para huir a Egipto y más tarde para volver a Galilea. En verdad, no tuvo una vida tranquila aunque sí una vida feliz por ser como la sombra del Padre celestial que confía en la valentía y libertad de José.
Sale de su tierra, Belén
hacia Galilea, encuentra a María y más tarde acepta a Jesús como hijo concebido
del Espíritu Santo con la entrega del mejor y más responsable de los padres; es
perseguido y protege a su familia: actuó en momentos tan difíciles con una fe
que supera a la de Abrahán o de los antiguos patriarcas.
Desplazados ahora
Haciendo un salto y con
una limitada comparación al momento actual vemos que millones ucranianos son
desplazados de su tierra por la horrenda invasión de los ejércitos rusos y
asociados. Sin embargo, cuando se extiende el peor de los males, también
destaca la ola de solidaridad y humanidad de todos, la vergüenza por esos
crímenes de lesa humanidad, y el clamor internacional contra el invasor.
Ahora, el Papa Francisco anuncia
la Consagración al Inmaculado Corazón de María, para el próximo día 25,
Anunciación de la Virgen María, como recurso extraordinario al que los hombres
hemos acudido frente la barbarie que desata los jinetes apocalípticos de la
guerra, la muerte y el hambre.
La
conocida obra de Jan Dobraczynski titulada «La sombra del Padre»[1], se acerca a la figura del custodio de María y
de Jesús. Una historia sobre los sucesos que vivió la Sagrada Familia bajo la
protección de José. Nacido en Belén como descendiente de David, en una tribu
venida a menos, primogénito de su padre Jacob, que pasará por esperas,
dificultades y dudas que afianzan su fe en Dios. Un hombre bueno de verdad entre
los hombres que busca cumplir la Voluntad de Dios. Y una novela que daría para
una buena película pues hace asequible al lector «la prosa de cada día» de esta
Familia del Salvador, ya que los Evangelios son tan parcos en dar noticia de
José y de la infancia de Jesús con María.
Hombre fiel
Nuestro tiempo no se
caracteriza precisamente por la asunción de compromisos en las cosas más
importantes, como el matrimonio, que se puede disolver casi con más facilidad
que algunos contratos: cuesta vivir la fidelidad
y con frecuencia prometemos algo y hacemos otra cosa. Por eso se rompen tantas
amistades y tantas familias. Y quizá ese subjetivismo poco responsable lleva a
muchos a desinteresarse de Dios y de su Iglesia, haciéndose una cómoda religión
a la carta.
La fidelidad es la disposición de la
voluntad que inclina al cumplimiento de las promesas hechas. Es una virtud que sostiene
la unidad y la firmeza de la voluntad, por encima de las conveniencias.
La fidelidad se aproxima
a la justicia, pues por la
promesa de fidelidad nace un vínculo moral entre el que promete y el
destinatario. Por eso cada uno tiene obligación de ser fiel en el matrimonio,
fiel en el trabajo, y ser fiel a la fe recibida con la misión de transmitirla.
La fidelidad de José
conjuga a lo grande el amor y la libertad. Con acierto la Iglesia confía su
futuro a San José, pidiendo más vocaciones de sacerdotes, y su lealtad a los
compromisos de la vocación ante un ambiente adverso a la fidelidad, al celibato
y a la castidad, que no son debidos a razones funcionales sino a la identidad sacramental
de estos hombres con Jesucristo Salvador y Buen Pastor que a todos busca.
Pedimos para que no falten sacerdotes fieles dispuestos a servir con alegría a
todos.
Jesús Ortiz López
https://www.religionenlibertad.com/blog/866530616/Los-suenos-de-san-Jose.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario