El “eccehomo”
de Borja repintado por doña Cecilia Giménez tiene una lectura popular y
comprensiva, aunque también tiene otra más culta y profesional.
Cómo estropear un Ecce
homo
La buena voluntad de esta vecina del pueblo baturro no ha
sido suficiente para acometer con éxito una restauración “como Dios manda” y la imagen del Ecce homo requiere. La buena vecina se ha
visto superada por la empresa, sencillamente por exceso de confianza y falta de
profesionalidad. Según parece, ya había
cogido los pinceles otras veces para plasmar algún paisaje, pero esta vez el
rostro del Cristo doliente se le ha resistido, porque la proporción, las
tonalidades, y la precisión de las formas requieren manos expertas. Ahora dos
profesionales de la restauración artística (no confundir con la “restauración” de la “nouvel cuisine”) están evaluando los
daños y dan alguna esperanza de verdadera restauración.
Preguntas sencillas
Este suceso invita a plantear algunas peguntas: ¿nadie
advirtió a doña Cecilia que no estaba capacitada para acometer ese voluntarioso
trabajo?, ¿quién le autorizó a dar semejante tratamiento a esa pintura mural?, ¿se
sienten proporcionalmente responsables los fieles del mantenimiento de los
templos que frecuentan?, ¿tiene algo que decir el párroco del lugar? Porque con
este “affaire” tenemos nuestra peculiar
serpiente de verano navegando por Internet, para chanza de medio mundo.
Sin embargo, debería servir como catalizador para valorar
más el patrimonio histórico, artístico y documental de la Iglesia, para conseguir
más patrocinadores, y recabar más ayudas de los fieles. Y, siempre, para que
los administradores de la Iglesia sean más responsables, y no dejen los templos
y las ceremonias litúrgicas en manos de aficionados, muy voluntariosos pero
capaces de destrozar una obra de poco valor -el Ecce homo de Borja- pero
también un tesoro de valor incalculable, como el Codex Calixtinus de la
Catedral de Santiago de Compostela.
Aprender una lección
Estamos ante una desgraciada experiencia que deja en
ridículo -al menos entre la gente culta y los profesionales- a una parroquia, a
un pueblo, y a una diócesis española. Esto ha ocurrido con una pequeña obra
artística pero también se ha dado con la dotación litúrgica de los tempos, y aun
en la celebración de las ceremonias, dejadas a veces a la espontaneidad de unos
y a la ignorancia de otros. Doña Cecilia, los experimentos se hacen en casita y
con gaseosa.
Jesús Ortiz
Doctor en Derecho
Canónico
Link: http://www.analisisdigital.org/2012/09/03/el-experimento-de-dona-cecilia/
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