La crisis económica tiene raíces morales,
como afirma Benedicto XVI y dicen
algunos entendidos con sentido común.
Acabadas estas magras vacaciones conviene
reflexionar y disponerse para actuar con responsabilidad personal, que es la
clave de la Prudencia. Algunos creerán que es el nombre de una señora de
pueblo, pero no, es el nombre de una virtud cardinal o sustentante bastante
olvidada.
Hace muchos años que los países
europeos han desarrollado el Estado de bienestar, que garantiza unos servicios
a los ciudadanos, especialmente en sanidad, educación, vivienda y transportes, buscando
votos por encima de todo. Un buen logro que ha exigido más impuestos y una
ingente maquinaria estatal a todos los niveles, como comprobamos en la España
de las autonomías.
Pero las bases de este Estado de
bienestar son frágiles por su dependencia de una antropología deficiente. En
lugar de avanzar en responsabilidad personal, en virtudes y en valores morales,
ha crecido en irresponsabilidad, vicios y corrupción. Muestra de ello son las leyes permisivas que favorecen el divorcio
y el aborto como derechos sociales; o la ideología de género como cáncer silencioso
que va destruyendo el matrimonio y de la familia; o la corrupción de muchos
poderosos en la economía y la política. La montaña de procesos judiciales
contra cargos públicos por presuntas corrupciones y prevaricaciones tiene
paralizados los juzgados y escandalizados a los ciudadanos. ¿Quiénes son las principales
víctimas del Estado de bienestar? Los jóvenes y los pequeños que se alimentan
por ósmosis de una falta de responsabilidad y de un exceso de egoísmo, que ven
en la calle y a veces en su familia.
Por todo ello parece necesario hacer
una cura de responsabilidad para que cada uno administre sabiamente su
libertad, arrime el hombro y aprenda a ser un ciudadano ejemplar. Es difícil,
pero vale la pena intentarlo por el bienestar de todos; y actuar según una
conciencia recta que sabe distinguir el bien
moral del mal. En suma, la culpa no es de los otros, sobran los victimismos
y los indignados. Y cada uno debe trabajar con honrada responsabilidad sin
esperar que papá Estado le resuelva la vida. En la calidad de la educación,
diferenciada o no, está la clave.
Jesús Ortiz López
http://www.religionconfidencial.com/tribunas/077202/cura-de-responsabilidad
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