miércoles, 6 de noviembre de 2013

Libros fallidos

El debate sobre si los libros electrónicos desplazarán al libro en papel casi me parece una pérdida de tiempo. La galaxia McLuhan o ahora Bill Gates convivirá con la galaxia Guttenberg para desarrollar una cultura mejor y más amplia.
            El meollo siempre reside en las personas que saben utilizar los instrumentos con sensatez y oportunidad. No está cerca pues el final de los libros publicados en papel. Tienen un atractivo insustituible para los buenos lectores siendo como un buen amigo que siempre está a disposición, ofreciendo sus historias, pensamientos, y arte para trabajar mejor y disfrutar de la vida. La velocidad del libro electrónico no supera la velocidad de la mente para volver al índice, a una página determinada, a una cita importante, o a una genealogía.     
            Sin embargo encuentro un peligro grave para el libro en papel cuando está mal publicado hasta el punto de ser un libro fallido. Por la mala encuadernación quizá para ofrecer precios baratitos; por la letra pequeña y márgenes mínimos que desaniman a los lectores; o por la tinta grisácea que maltrata la vista. El buen lector prefiere gastar un poco más para disfrutar de un libro sin tener que tirarlo hastiado y sin terminar a la papelera.
            Capítulo especial es el de aquellos libros sobre historia, grupos familiares, grandes sagas, que carecen de respeto y compasión con los lectores. Con lo fácil que es añadir tres o cuatro páginas con cuadros genealógicos, con mapas de los lugares en que transcurren las acciones, los viajes, las historias, o las batallas por tierra o por mar. Por eso detesto ediciones ramplonas de El idiota de Dostoievsky, Los Brudenbruck, de No dispares … (Julia Navarro), etc. En cambio agradezco ediciones excelentes de La historia interminable, El señor de los anillos, o libros de historia como Blanca de Castilla de Regine Pernoud, en Siruela; Cisnes Salvajes de Jung Chang en Taurus; el Velázquez de Bennassar en Cátedra, etc. Hoy día no se puede publicar sin glosario, elenco de personajes, fechas de los principales acontecimientos relacionados, y bibliografía complementaria, salvo en la literatura de estación y revistas del corazón. Tomen nota los editores de que tienen en contra a los lectores inconformistas.
            Y los autores deberían sacudirse la pereza para trabajar un poco más, sin volver locos a los lectores con sus historias enredadas de mil personajes, como la última novela de Julia Navarro, y deberían exigir que las editoriales trabajen bien para no publicar libros fallidos. Cuando se hace bien, el libro de papel supera en rapidez de consulta y disfrute al libro electrónico. Por ello ¡fuera los libros fallidos!


Jesús Ortiz López 


http://www.clubdellector.com/articulos.php?id_articulos=826

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