Francisco tiene gran capacidad para provocar titulares
sorprendentes que necesitan ser desbrozados de la maraña mediática. Cierto que
en el avión de vuelta de Filipinas ha dicho que «hacer hijos en serie» o que
ser buenos católicos no lleva
«perdonarme las palabras, a ser como conejos», como matiz a su exhortación
a que los matrimonio estén abiertos a la vida. Una vez más su lenguaje
coloquial con periodistas en un vuelo debe ser bien entendido. Porque el Papa
Francisco no apoya de ningún modo el control de la natalidad ni las políticas
maltusianas para frenarla en países menos desarrollados, como ha dicho
expresamente.
El Papa Francisco predica la paternidad responsable «en el
mismo sentido y la misma sentencia», según el dicho teológico, que Pablo VI en
la Humanae Vitae cuando mantuvo la
doctrina permanente de la Iglesia en medio de las presiones para que la
cambiara. Mensaje nuclear de sus encuentros en Manila con las familias ha sido mostrar
«la alegría y esperanza de ver tantas familias numerosas que acogen los hijos
como un verdadero don de Dios». Y en la posterior audiencia semanal en Roma ha alabado
también la valentía de Pablo VI por rechazar las tesis de que «las familias con
muchos hijos y el nacimiento de tantos niños sean la causa de la pobreza. Me parece
–decía- una afirmación simplista». Si había que corregir algo él mismo lo ha
hecho.
En torno a la paternidad responsable, entendida malamente de
modo restrictivo, hay un problema práctico y un problema moral-doctrinal. Una
mala praxis suele corromper los
principios, es decir, una teoría
verdadera en sentido griego. Y también una teoría errónea desemboca en una
praxis torcida. De modo más coloquial podemos decir que un fin bueno no puede
justificar unos medios inmorales, que sí deben justificase por su rectitud
ética: el fin no justifica los medios.
Por eso la mentalidad contraceptiva de limitar
voluntariamente el número de hijos a uno o dos, como es costumbre en los países desarrollados como España a la cola
de la natalidad, constituye ya un fin malo y por ello también los medios contraceptivos
que buscan ante todo la seguridad: desde los anovulatorios modernos, pasando
por los preservativos hasta llegar al aborto. Esta es la dinámica interior de
esa mentalidad, aunque ciertamente no todos practiquen esos medios inmorales.
El Papa Francisco no frena la natalidad, y entiende la
paternidad responsable como siempre: se ejercita con la voluntad de tener un
hijo más o, si hay motivos graves distanciar otro nacimiento, sirviéndose de
los métodos naturales, que por cierto los expertos valoran por su gran
efectividad. Unas veces se utilizan rectamente para posponer un embarazo o para
procurarlo cuando se desea otro hijo. La
buena praxis de la Iglesia y la pastoral por parte de los sacerdotes es mostrar
la doctrina católica sin empujar, sin frenar y sin corregir la decisión en
conciencia de los matrimonios, que nadie puede sustituir, dejando siempre un
margen a la gracia de Dios. En definitiva,
el Papa viaja entre las nubes pero no está en las nubes, aunque algunos
interesados lean en diagonal sus palabras.
Jesús Ortiz López . Doctor en Derecho Canónico
http://www.religionconfidencial.com/tribunas/Francisco-paternidad-responsable_0_2425557454.html
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