El arquitecto Jean Nouvel dijo que los museos son las
catedrales del siglo XX. No le falta razón pues los museos y sus exposiciones
temporales atraen millones de visitantes, que hacen largas colas con paciencia
oriental, como si de una peregrinación se tratara. Las catedrales e iglesias
entran en este ambiente como poderoso imán para muchos que desconocen la fe
cristiana que las ha levantado.
Ventanas abiertas
Quienes tenemos ese don de Dios y una cultura cristiana
reconocemos que las diversas manifestaciones del arte, y en definitiva la
belleza, son una ventana abierta a la trascendencia. Algo necesario pero no
suficiente, si bien el buen Dios se servirá para acercar a muchos a la fe, como
es el caso del escultor japonés Etsuro Sotoo -hoy católico- deslumbrado ante el
templo de la Sagrada Familia y continuador de Gaudí.
Todavía recuerdo a una joven y su pareja que en la Basílica
de San Pedro me preguntaba un dato mientras lloraba de emoción ante la belleza
que brillaba allí, como si alguien le susurrara «aprovecha que hay más de lo
que piensas, déjate llevar y reflexiona». De todos modos, la misión de la
Iglesia y de los católicos es hacer anuncio explícito de fe en Jesucristo y su
Resurrección.
Alguien vive en Notre
Dame
El incendio de la
Notre Dame ha conmovido al mundo, y hemos visto a muchos rezando en los alrededores danto testimonio de
fe, pues en la catedral de Europa está Dios presente. La reacción del capellán
de bomberos de entrar para retirar la Eucaristía e impartir la Bendición a los
presentes muestra la fe en Jesucristo vivo que vive allí: no hablamos sólo de
piedras y de arte sino de Dios realmente presente.
Allá por el siglo XII muchos canteros trabajaban la piedra
en París, en Burgos o en Colonia. El viajero curioso preguntó al primero por su
trabajo que le respondió «este es mi trabajo para dar de comer a la familia».
Ante la misma pregunta un segundo le respondió «mi padre y mis abuelos han sido
buenos artistas y correspondo a esa herencia mientras disfruto labrando con
primor la piedra». Al fin, el tercero respondió a la misma pregunta «estoy
levantando una catedral para gloria del buen Dios». Cuestión de perspectiva y
don de Dios.
Por tanto, sí al arte y sí a la trascendencia. Y además, sin
apartar la motivación artística, sería necesario aumentar los horarios de culto
ordinario y extraordinario en todas las catedrales, para cumplir sobre todo su
principal finalidad explícitamente cristiana de culto a Dios y vida eclesial. El fuego ha destruido la cubierta de Notre
Dame pero los muros levantados por los arquitectos y canteros siguen en pie. Antes
que los museos las catedrales han sido un proyecto colectivo para celebrar la
fe común y encontrarse con Dios.
Jesús Ortiz López
https://www.religionenlibertad.com/blog/966122720/Notre-Dame-y-las-catedrales.html
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