Leo «Imperiofobia y
leyenda negra» de María Elvira Roca Varea que está llegando a mucha gente
interesada en conocer esa faceta de nuestra historia, gentes hartas de
mentiras, o fake news como se dice
ahora. Y me gusta, aunque lo principal es que investiga con rigor ese aspecto
de nuestra historia tergiversada, para desmontar las mentiras y conveniencias
del poder extranjero, durante siglos, así como el complejo cainita de muchos
españoles -hoy día exacerbado en el mundillo cultureta- que ha generado y transmitido
esa leyenda negra. Una parte de su investigación coincide con la famosa obra de
Julián Juderías, «La leyenda negra», un verdadero fenómeno polifacético,
políglota y diplomático que luchó para lavar la cara de España en el siglo XIX.
La profesora Roca Varea manifiesta en su obra y en
entrevistas posteriores su despego respecto a la Iglesia católica, que servirá
a algunos para reconocer su imparcialidad. Desde su postura agnóstica dice que no
le gustan algunas cosas de los Evangelios, de la moral católica, o de la
Jerarquía incluido el Papa. Comprensible y razonable.
Aunque es una mujer culta reconoce que no ha recibido
educación religiosa, en la tradición de su familia agnóstica. De todos modos,
me parece que tiene un conocimiento práctico y ambiental suficiente del mundo
católico con el que coincide en bastantes cosas, como le pasa a tanta gente
entre nosotros, muchos no bautizados que después se bautizan cada año,
especialmente en Pascua. Son varios cientos en España, varios miles en Francia
y otros países europeos, o más de veinte mil en Estados Unidos. También son muchos los bautizados que vuelven a la comunión de fe y
de vida en la Iglesia, porque han encontrado ayudas y testimonios que les han
ayudado a superar prejuicios. Y pasividades.
Regreso a Ítaca
No hace mucho que circula un reportaje multimedia titulado «Regreso a Ítaca», con el testimonio de seis
historias de mujeres y hombres que han vuelto a la fe católica después de años duros
sin práctica religiosa, y han encontrado a la Madre Iglesia. También la
película documental «Converso» -muy difundida- asombra a miles de personas y curiosos que asisten al testimonio de una familia
que ha transitado el camino de la mayoría de los agnósticos y no practicantes
españoles. Primero creyeron, después se fueron, y después vuelven a la Iglesia
real, no a las caricaturas que se habían hecho o les habían hecho, y que se
pueden llamar eclesiofobia y cristianofobia. Roca Verea puede conocer con
mentalidad abierta estos valiosos testimonios y esperar a ver qué ocurre.
Algo parecido declaraba el actor malagueño Antonio Banderas,
que creció en una familia católica con educación cristiana, y después se alejó como
otros, aunque volvió a rezar a Dios para que un hermano saliera de una grave
intervención quirúrgica; recuperó también la tradición de Semana Santa como
costalero en un paso -como es sabido-; y se dio cuenta de que no tenía que
buscar demasiado ni recurrir a Buda o figuras de otras tradiciones orientales,
porque había tenido siempre delante de sus narices y en su barrio la fe
cristiana vivida en su infancia.
Porque, en efecto, en cada barrio, pueblo o ciudad española
encontramos una iglesia, unos párrocos, unos sacerdotes, unos fieles, unas
Cáritas, que viven de verdad el evangelio. Es aquello de la sal de preserva de
la corrupción y la luz del mundo: que ilumina y da calor.
Jesús Ortiz López
No hay comentarios:
Publicar un comentario