jueves, 23 de julio de 2020

La Iglesia en tiempos difíciles (I y II)

Durante estos meses, la Iglesia está haciendo un gran esfuerzo por sostener la esperanza de todos, en particular de los miles de personas infectadas, implorando con insistencia el final de la pandemia. No solo orando sino atendiendo a los enfermos y sus familiares, con sufragios por los difuntos, y movilizando a tantos voluntarios para recoger y suministrar alimentos a familias necesitadas.

Buena parte de la sociedad reconoce hoy ese servicio de la Iglesia a creyentes y no creyentes. Sin embargo muchos llevan tiempo desconcertados por voces que piden cambios en la doctrina, en la moral sexual, y en la vocación de los sacerdotes. No se comprende el celibato, se impulsa la ordenación de hombres casados, o el sacerdocio para las mujeres. Parecen temas distintos pero tienen su tronco común en la realidad del sacerdocio como hombre de Dios llamado a servir a todos.

Polémica artificial

El cardenal Sarah ha tenido varios encuentros con Benedicto XVI, intercambiado idea, inquietudes, y escritos, a la vez que manifiesta que «hemos rezado y meditado en silencio». Fruto de todo ello es un libro breve aunque llamado a influir durante mucho tiempo. Trata sobre el sacerdocio de Jesucristo encarnado en los sacerdotes desde la fundación de la Iglesia[1].

El cardenal Sarah es prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos,  y se propone mostrar la naturaleza del sacramento del Orden, precisamente cuando algunos vienen cuestionándolo desde hace décadas. Las ideas y exposición son también del cardenal J.Ratzinger que tanto ha disertado sobre el sacerdocio; y luego, como Benedicto XVI, ha enseñado cómo es la identificación de los sacerdotes con Jesucristo.

Como se recordará esta obra ha nacido con polémica, no tanto por sus autores sino por algún escándalo artificial -una cortina de humo- que impide conocer el contenido. Pues bien, ambos autores escriben desde lo más hondo de sus corazones, porque conocen bien los intentos de acabar con el sacerdocio de la Iglesia católica, rompiendo con la Tradición que procede Jesucristo.

Qué es ser sacerdote católico

Procuraré exponer algunas ideas de fe bien razonada que aportan los autores. La primera parte trata sobre el sacerdocio católico con ideas expresas de Benedicto XVI y Sarah durante esas largas conversaciones, con ánimo de atajar los ataques al sacerdocio. Es una teología que recorre el Antiguo Testamento y la radical novedad del sacerdocio de Jesucristo participado por los ordenados.

Benedicto XVI destaca que el ministerio del Nuevo Testamento no va ligado a la herencia familiar -como ocurría en el Antiguo Testamento con los levitas- sino a un don de Dios, una vocación con un fuerte compromiso de identificación plena con Jesucristo entregado en la Eucaristía, Esposo de su Iglesia, mediante un vínculo indisoluble, que viven también los sacerdotes con el celibato fiel.

En la segunda parte Sarah se adentra en el celibato sacerdotal, cuestionado por algunos como ariete para desarbolar el sacerdocio en la Iglesia. Presenta una mirada eclesiológica y pastoral sobre el sacerdote llamado a amar hasta el fin. Considera que hay un grave enfrentamiento con la doctrina de la Iglesia sobre el celibato que amenaza la continuidad sacramental del amor de Buen Pastor. Junto con Benedicto XVI destaca que la abstinencia sexual no es tanto funcional ni disciplinaria cuanto ontológica, es decir, que está en la naturaleza misma del sacerdocio católico.

El sacerdocio no es un derecho ni una obligación personal o comunitaria sino un don que Dios hace a algunos hombres como ministros suyos, para alimentar a su Pueblo desde la Eucaristía como sacramento fontal; añadiendo que el sacerdote no se limita a confeccionar y administrar los sacramentos sino a transmitir la Verdad de Jesucristo, el alimento de la Palabra, y a ser el Buen Pastor de los fieles. (Continuará).  

Jesús Ortiz López  

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/iglesia-tiempos-dificiles-i/20200604013015030206.html

 

La Iglesia en tiempos difíciles (y II)

Algunos fieles se encuentran desconcertados por voces que piden cambios en la doctrina, en la moral sexual, y en la vocación de los sacerdotes[2].

Presiones para que la Iglesia cambie

Con dolor señala Sarah que algunos teólogos parecen dispuestos a servirse de las carencias de los pueblos pobres como un laboratorio experimental de sus proyectos de aprendices de brujo. Palabras fuertes que responden a una realidad ya conocida: que la solución a la falta de sacerdotes no pasa por ordenar a hombres casados y menos por ordenar a de mujeres. Además de las razones ontológicas-teológicas está la experiencia de que cuando se rebaja la naturaleza del sacerdocio disminuyen las vocaciones. Y una parte del Pueblo de Dios queda a la intemperie sometida a la presión de una cultura positivista.

Sarah es africano y conoce bien que la solución a la escasez de clero pasa por la oración que pide humildemente a Dios vocaciones nativas, y pasa por ser hombres desposados con una sola mujer, la Iglesia, entregados en cuerpo y alma a todos los fieles. Donde esto se entiende y se predica hay vocaciones sacerdotales como en África donde han aumentado más del 30% en una década; en cambio en la Amazonia hay comunidades sin vocaciones desde hace un siglo.

El papa emérito y el cardenal afirman que más que clericalizar a varones probados o a mujeres acercándolas más al altar, lo que falta es oración y fervor apostólico en la comunidad. En Japón y Corea estuvieron dos siglos sin sacerdotes pero no inventaron atajos, pues fueron los laicos no clericalizados quienes transmitieron la fe desde la familia, con el Evangelio y la Cruz, con la catequesis y la comunidad orante. Ellos tuvieron claro que los sacerdotes de Jesucristo se caracterizan por: ser célibes, amar a la Virgen y obedecer al papa de Roma.

Por tanto la inculturación que algunos occidentales -por ejemplo en Alemania- invocan para la Amazonia, África y otros lugares, no consiste en adaptar el Evangelio, los sacramentos y el sacerdocio a su cultura, sino en transformarla con la fuerza de la gracia: oración, sacramentos, celo apostólico, formación de los laicos, y naturalmente la Cruz.

Claves sobre el sacerdocio

Algunas ideas que se repiten en esta obra son: el desafío eclesiológico actual está en superar la idea de una Iglesia meramente funcional o sociológica. El sacerdocio no es un derecho ni una obligación, ni una aspiración, porque es un don gratuito de Dios.

El celibato de los sacerdotes no es funcional sino ontológico y esponsal de Jesucristo con su Iglesia. El celibato no se entiende en un tiempo supersexualizado y positivista que no ve a Dios como realidad concreta. Por eso el mundo necesita sacerdotes célibes que sean un potente motor de evangelización. Entre todos -Jerarquía, sacerdotes y fieles- debemos potenciar el carisma femenino en la Iglesia y en la sociedad, con sus cualidades específicas de escucha, acogida, fidelidad, humildad, alabanza y espera, como la Virgen María. Hay que profundizar más en el potencial dinámico de carácter bautismal y de la Confirmación, porque la evangelización y el apostolado es tarea de todos.

Afirma Sarah que: «Entre el sacerdocio y el celibato existe un vínculo ontológico-sacramental. Cualquier debilitamiento de ese vínculo significaría poner en tela de juicio el magisterio del concilio y de los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Suplico humildemente al papa Francisco que nos proteja definitivamente de esta posibilidad vetando cualquier debilitamiento de la ley del celibato sacerdotal, ni siquiera restringiéndolo a una u otra región».

Tres papas en sintonía

En efecto, esta es la enseñanza de los últimos pontífices en continuidad con el Magisterio de la Iglesia:

- San Juan Pablo II: «la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».

- Benedicto XVI : «Nuestro mundo, que se ha vuelto totalmente positivista, en el cual Dios solo encuentra lugar como hipótesis pero no como realidad concreta, necesita apoyarse en Dios del modo más concreto y radical posible (..) Por eso precisamente hoy, en nuestro mundo actual, el celibato es tan importante, aunque su cumplimiento en nuestra época se vea continuamente amenazado y puesto en tela de juicio».

- Francisco: «Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato. Personalmente, pienso que el celibato es un don para la Iglesia. Yo no estoy de acuerdo en permitir el celibato opcional».

Después de estas razones ¿habrá quien sea capaz de impulsar el abandono del celibato sacerdotal aunque sea restringido?, ¿habrá quienes sigan confundiendo a las mujeres con el sacerdocio ficción como si fuera una promoción?

Finalmente, en el apartado «A la sombra de la Cruz», esa obra concluye con una sentida oración, que incluye esas palabras: «Jesús crucificado, mira a la Iglesia, tu Esposa. Hazla hermosa y digna de ti. Qu sea conforme a tu corazón. Que todos puedan reconocer en ella tu rostro. Que todos los pueblos por fin reconozcan en ella la única casa común».

 

Jesús Ortiz López

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/iglesia-tiempos-dificiles-ii/20200611000621030251.html

 

  

 



[1] Robert Sarah. Con Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Desde lo más hondo de nuestros corazones

Palabra. Madrid, 2020. 175 págs.

 

[2] Robert Sarah. Con Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Desde lo más hondo de nuestros corazones

Palabra. Madrid, 2020. 175 págs.

 


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