Dios no queda tan lejos según el novedoso libro de los ingenieros franceses Olivier Bonnassies y Michel-Yves Bolloré. Se ha publicado en castellana con el título «Dios, la Ciencia, las Pruebas» que trae a la actualidad la eterna pregunta ¿Dios existe?[1]. Un planteamiento semejante encontramos en otra obra también reciente de José Carlos González-Hurtado, «Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios»[2].
Estos autores piensan que el desarrollo actual de las ciencias proyecta luz sobre la existencia de un creador infinitivamente inteligente que explica la existencia del universo. Consideran que ya es “casualidad” que aparecieran los primeros elementos de la materia y mucha más “casualidad” que se hayan dado las condiciones para que la vida exista, y que la tierra sea el balcón del universo, con unas condiciones óptimas para la vida y la observación del más allá.
Buscando
porqués
La pregunta
eterna ¿Dios existe? es naturalmente humana porque buscamos los porqués de las
cosas, las razones de su existir, y las causas que lo hacen realidad. Son cuestiones
universales aunque la mayoría de las veces no se hacen explícitas sino
implícitas ante los sucesos, los accidentes, el secreto de la vida o el
misterio de la muerte.
A partir de
esa búsqueda las ciencias buscan las causas según su parcela de la realidad y
el método propio de cada una pues no es el mismo para la genética que para la
astrofísica, para la historia o para la teología. Precisamente la filosofía
busca las causas últimas de cada realidad y de todo en su conjunto, con su
método propio a partir de los hallazgos de las ciencias empíricas, como la
física, la psicología o la sociología.
Las ciencias
humanas aportan datos y conclusiones pero no pueden demostrar absolutamente la
existencia de Dios, pues se quedan a las puertas, ya que Dios no es objeto de
experimentación científica, precisamente por no ser material y estar “fuera del
mundo”. Tarea de la filosofía es recoger las aportaciones de los científicos y
los desarrollos racionales para dar el salto de los fenómenos a su fundamento
último. Los científicos comprueban que el espacio, el tiempo y la materia no
tienen en sí la razón de su ser, y apuntan más bien a que tienen un origen y un
final, siendo esta precisamente la pregunta filosófica: ¿Hay una causa eficiente capaz de fundamentar
ontológicamente la realidad y dar razón suficiente a nuestra inteligencia? ¿o
quizá todo es producto del azar?
Buscando el
fundamento
El filósofo
encuentra que cada cosa no tiene en sí misma su fundamento porque ha sido
causada “desde fuera” de sí misma, y que el azar o la casualidad pospone la
cuestión sin resolverla; no hay que detenerse en el dedo que señala (las
ciencias empíricas) sino mirar a la luna.
Insistamos en
que esa eterna pregunta es una cuestión vital pues toda persona se la plantea tantas
veces ante el milagro de la vida, de las leyes del universo, de la condición
espiritual del ser humano, del sentido de la vida, del más allá de la barrera
de la muerte, del reencuentro con los seres queridos, del valor del amor, y un
largo etcétera. Siempre cabe permanecer en la duda como hace el agnosticismo
falto de impulso o valentía para plantear en firme las últimas preguntas. Porque
la respuesta a la existencia de Dios afecta a la vida personal, al sentido
religioso, a la ética y a la sociedad. Si Dios existe yo no puedo vivir como si
Dios no existiera.
La importancia
vital de la pregunta desemboca en la verdadera cuestión más allá de la
existencia de Dios que es precisamente la naturaleza de este Ser supremo, su
realidad trascendente no mezclada con el mundo, su carácter absoluto y personal,
su inteligencia y su voluntad, su verdad y su amor. Esto sí que es definitivo y
decisivo para la vida de cada persona y de las relaciones con el prójimo así
como la configuración de la sociedad.
Quién es
Dios
En suma, es
importante la pregunta sobre la existencia de Dios como ser supremo y ésta
desemboca en quién es Dios, cuál es su realidad, qué me pide, y qué
relación puedo tener con él. Y así entramos en el ámbito de la religión como
relación confiada con Dios que habla y espera respuesta, que quiere el bien de
cada persona y que concede sus dones a quienes se le acercan con humildad.
Esta es la
visión judeocristiana de la religión, de la antropología humana, del sentido de
la vida, y de la llamada a colaborar con Dios personal en la perfección del
universo creado en estado de desarrollo. Demos gracias por tanto a los avances
de las ciencias empíricas, a las técnicas que facilitan la vida, al desarrollo
de los derechos humanos, y a las respuestas de la filosofía que siguen buscando
la verdad inagotable, porque el hombre es siempre más.
Y José Carlos González-Hurtado, afirma que «vistas las
evidencias científicas que se acumulan en la física y en la cosmología, en las matemáticas
o en la biología, la mayoría de los científicos son teístas o religiosos, que
viene a corroborar el dicho de que, «cuanto más ciencia, más Dios».
Bienvenidas
sean esas obras sobre la eterna cuestión de la existencia de Dios, señal de que
siempre es actual la pregunta sobre la causa de todo cuanto existe; las
ciencias experimentales responden según su método propio y la filosofía de
acuerdo con el suyo: son dos planos
distintos. Se refieren siempre al recto uso de la razón que piensa sobre la
realidad y su sentido para el hombre: el eterno preguntón sobre el cómo
y los porqués del mundo.
El libro de
González-Hurtado presenta muchas evidencias alcanzadas por el desarrollo
extraordinario de las ciencias en los dos últimos siglos. Y cita a muchos
científicos que se declaran teístas ante los hallazgos científicos y por
convicción racional. Unos son más conocidos por el público y otros
principalmente por los científicos, como vemos a continuación.
«Toda
persona que se interese seriamente por la ciencia, cualquiera que sea su campo
de estudio, leerá la siguiente inscripción sobre la puerta del templo del
conocimiento: “Cree”. La fe es una característica de la que no puede carecer el
científico». Max Planck.
«El
material de ADN ha mostrado, por la casi increíble complejidad de las
disposiciones que son necesarias para producir la vida, que una inteligencia ha
tenido que estar involucrada». Antoy Flew.
«La teoría
de que la vida ha sido creada por una inteligencia es tan evidente que uno se
pregunta por qué no es comúnmente aceptada. Las razones son más psicológicas
que científicas». Fred Hoyle.
«Cuando más
trabajo con los poderes de la Naturaleza más siento la benevolencia de Dios
hacia el hombre y estoy más cerca de la gran verdad de que todo depende del
Creador y Sostenedor Eterno». Guillermo Marconi.
Encuentro
de fe y razón
Se han
cumplido veinticinco años de la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo
II en la que aborda la relación entre la fe y la razón, no como dos realidades
distintas sino como el uso de la inteligencia a partir de los hechos conocidos,
bien por la experiencia o bien por la recepción de la revelación; en ambos
casos es la misma razón que camina paso a paso desde el análisis de los fenómenos
hasta su fundamento. Por eso hablaba Juan Pablo II sobre la «circularidad entre
fe y razón», algo que se entiende cuando
no hay prejuicios o esquemas mentales rígidos. Y añadía que son como las dos
alas por las cuales la inteligencia se remonta al conocimiento de la verdad.
No sorprende
que los últimos pontífices aborden también las relaciones entre la fe y la
razón. Así Benedicto XVI presentaba el encuentro entre fe y razón que responden
a la pasión del hombre por la verdad de las cosas y de su propia existencia. Y
añadía que ese encuentro se realiza en la forma de relación personal con la
Verdad en la Persona de Jesucristo: no es solo su doctrina y su ejemplo, ambos
luminosos y aceptables sino que Él es la Palabra eterna del Padre que conocemos
en plenitud por revelación pero que la razón profundiza y relaciona mediante la
teología.
El papa
Francisco también ha escrito sobre ello en la encíclica Lumen Fidei, a
cuatro manos ha dicho, porque la había empezado Benedicto XVI y él la ha
terminado; en ella denunciaba que algunos han utilizado la ciencia y su verdad
como instrumento de dominio sobre otras personas. En cambio, ha invitado a
descubrir y transmitir la buena noticia, el Evangelio de Jesucristo que no es
solo fe y piedad sino razón de la vida de todo hombre como buscador del
infinito y allí va a encontrar a Dios.
Jesús Ortiz
López
Escrito-Febrero2024.pdf(Review)
- Adobe cloud storage
https://www.clubdellector.com/entrada-de-blog/proposito-de-las-ciencias-y-dios
No hay comentarios:
Publicar un comentario