Presentación del Autor para este libro tan original
Con
frecuencia oímos decir que muchos problemas actuales tienen su origen en una
idea extravagante del hombre. Ese hombre que la antropología estudia sistemáticamente
como ser espiritual en busca de las causas últimas y principios esenciales de
su actividad específica. Cada persona posee una dignidad irreductible, vale por
lo que es y no por lo que tiene, y aspira libremente a trascenderse: “Todos los hombres desean saber”,
decía Aristóteles.
El
título “Antropología diaria”
hace referencia al quehacer diario de
cada uno con esas profundas convicciones acerca del sentido de la propia vida y
de la historia. En primer lugar esta “Antropología
diaria” quiere subrayar las
ideas que cada uno sostiene a diario en
el trabajo, en la familia, y en la sociedad. Y en segundo lugar, quiere
destacar que la opinión pública, expresada en los diarios impresos o digitales, está llena de noticias y debates que
es preciso analizar críticamente a fin de orientar las posturas personales.
Todos
queremos influir en la opinión pública y configurar un ambiente más humano. Sin
embargo no siempre sabemos escribir una carta al periódico, expresar una
opinión por teléfono, e incluso participar en un coloquio en la universidad. Y
esto también se puede aprender, cuando
uno está convencido de que las ideas cristianas básicas enriquecen mucho
la vida en sociedad. He pretendido enfocar con claridad y un lenguaje vivo
-incluso coloquial o desenfadado-
acontecimientos destacados principalmente en España durante la primera década
del dos mil, cuando empieza el nuevo milenio. Los títulos quieren ser
expresivos de la idea que presentan ante la opinión pública.
Se
trata de una selección de algunas cartas y artículos breves publicados en la
prensa escrita o digital, que traerán a la mente del lector temas y sucesos de
la pequeña o no tan pequeña historia diaria, apoyados a veces en datos
interesantes que no conviene olvidar, citando hechos y personas que han sido
protagonistas durante estos importantes años. Con el tiempo cambian algunos
personajes relevantes en la vida social y política, pero las ideas, más o menos
acertadas, tienden a permanecer. Y por ello sigue abierto el diálogo entre unas
posturas y otras sobre el tipo de sociedad que deseamos.
Consignar
en estas páginas la fecha, de más reciente a más antigua, y a veces el medio de
la publicación tiene su interés para captar la oportunidad de los argumentos y
el tono de la exposición. Con el paso del tiempo lo accidental puede variar
aunque considero que no es así en lo sustancial: esas cartas repiten ideas
porque la batalla en la opinión pública implica mucha constancia aplicada a
cada momento social y legislativo.
Los
lectores de esta obra podrán recordar el debate sobre la vida humana o sobre el
matrimonio, sobre las libertades cívicas o hechos de la vida política, y también noticias sobre la Iglesia y la fe que
propone. Y todos ellos a partir de sucesos puntuales que no dejan de tener
interés con el paso del tiempo, porque se refieren a cuestiones permanentes; de
ahí que al final de cada texto figure la fecha en que ha sido publicado.
El
contexto vital de estos escritos a la opinión pública tiene en cuenta la
secularización o alejamiento de Dios, y en concreto el laicismo invasor que
niega a la fe su lugar en la vida social y en las instituciones. Desde esa
perspectiva se puede entender mejor el contenido y el tono de las diversas
intervenciones, en un intento -más o menos acertado- de aplicar los principios
de la Doctrina social católica.
El
autor participa del sentido cristiano de la vida y ha expresado libremente sus
propias opiniones, que no se pretenden ser compartidas ni tienen la garantía de
ser plenamente acertadas. Tan sólo son un ejemplo sobre cómo participar en la
opinión pública defendiendo los valores humanos y cristianos. Si algo
molestara, el lector puede rechazarlo, aunque reconocerá la buena intención del
autor y su deseo de defender una idea correcta del ser humano, es decir, una
antropología razonable abierta a la trascendencia y a la fe cristiana.
Javier Ortigosa Lezaun
Mac Luchan: el medio es el mensaje. Sí, pero importa el medio y el mensaje
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