No vivimos en paz a causa del Covid-19 pero también por el clima político enrarecido que excluye el bien común. La tentación escuchada a veces consiste en decir que todos los políticos son iguales: demasiada generalidad y por tanto falsa. Los que detentan el Gobierno actual son los principales responsables del ambiente social irrespirable.
La agenda del Gobierno actual
tiene demasiados frentes abiertos en cuestiones capitales para la sociedad,
como son la ley de la eutanasia, la ampliación del aborto a las adolescentes,
la asfixia de las escuelas concertadas -la mayoría católicas-, que exigen ahora
de los ciudadanos una mayor conciencia de lo mucho que está en juego, que es la
libertad con sus principales manifestaciones. La prensa libre está trabajando
para informar de esos planes más o menos liberticidas. Los ciudadanos tenemos
que responsabilizarnos de que vamos a encontrar pocos apoyos para frenar las
maniobras del Gobierno que padecemos.
El cardenal Carlos Osoro acaba de
presentar en ABC unas ideas importantes que merecen ser conocidas por los
fieles y por la gente sensata que sostenemos nuestra convivencia pacífica, cada
vez más amenazada. Me parece que es una importante campanada para cambiar el
rumbo peligroso que se nos impone, y lograr la paz social. Señala que el
problema desde hace tiempo se llama España en cuanto se ha cuestionado con
fuerza la propia historia: «Tenemos por delante de nosotros un problema llamado
España. Se trata de un problema cultural y moral. Necesitamos metas elevadas
que ayuden a alzar el vuelo, que dignifiquen la noble tarea de la política, que
eleven las conciencias y que inyecten la vida social con virtudes públicas y
privadas».
Entre otras observaciones el
arzobispo de Madrid destaca que vivimos un tiempo de incertidumbre, miedo y
desconcierto. Considera que: «No se puede estar comenzando siempre como quien
inicia todo desde cero, ayuno de toda tradición. No podemos permitirnos que
cada generación comience a pensar España, a construir la sociedad, a descubrir
la verdad, o a realizar el bien desde la nada». Advierte que: «No nos hemos dado cuenta del
giro copernicano que se ha producido en los últimos cuarenta años: algunos
siguen luchando contra unos molinos de viento que ya ni siquiera existen». Tome
nota la Ley de Memoria histórica.
No podemos quedarnos paralizados
en unas quejas estériles: «La sociedad civil tiene su propia palabra y su
responsabilidad en esta hora. La ha ejercido de manera meritoria durante la
pandemia. Debe recuperarla con el ejemplo: demandando de los políticos cordura
y comportándose responsablemente».
Las personas son o deberían ser
lo primero y más ante la pandemia aunque hay más. El autoritarismo y el rodillo
están de sobra: «Debemos anteponer -escribe- el sufrimiento de las personas a
las ideologías. Tenemos que cultivar la tradición y la memoria, pero también es
preciso el perdón y ciertas dosis de olvido».
Es la
hora de acabar con el sectarismo, el enfrentamiento cainita, los muros y
cordones, y construir puentes. «También queremos ayudar a rebajar el
envilecimiento de la actividad pública, suscitando cordura y generando una
convivencia respetuosa, contagiando valores públicos y privados y promoviendo
toda forma de encuentro y de diálogo, como hemos hecho en varias ocasiones
reuniendo a políticos de todo signo». Y termina
apelando «A todos los hombres y mujeres de la inteligencia y de la acción
política os invito a que nos ayudéis a ensanchar la mirada y el
horizonte».
El cardenal Osoro escribe con la
autoridad moral de su misión y no como una enseñanza magisterial, pues se
dirige a todos los españoles en esta etapa penosa. Es un mensaje profundo y
claro para la mayoría silenciosa que sostiene nuestro proyecto de convivencia
social, amenazado ahora por el sectarismo, la mentira y el rodillo. Señor
Cardenal, gracias por esas luminosas palabras.
Jesús Ortiz López
https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/invitacion-paz-social/20201031003217040322.html
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