Siguen las vueltas de tuerca contra la vida por parte del Gobierno de Pedro Sánchez al querer tramitar con prisas la ley de la eutanasia. Sin demanda social y con el rechazo de los expertos. En parte es una cortina de humo para que no se hable tanto de los desmanes totalitarios y de imputaciones cercanas, empezando por Pablo Iglesias.
¿Es tan urgente impulsar una la
ley sobre la eutanasia? No. ¿Corresponde ese impulso desenfrenado a una demanda
social? No. ¿Entonces por qué el Gobierno de la Nación se empeña en imponer
unas leyes para descartar a los ancianos y terminales, y nefastas para la
convivencia social?
Las voces en defensa de la vida
vienen del Consejo de Médicos, del Comité de Bioética, de los juristas, de la
Iglesia, y de un sinfín de personalidades de la vida civil y política. ¿Por qué
esa cerrazón del Gobierno actual?
1. El presidente actual del
Colegio de Médicos de Madrid resume el despropósito pues considera que «la ley
de eutanasia destruirá la relación médico-paciente» y que la mayoría de los
médicos rechaza ese proyecto contra la vida. Añade además que lo importante es
impulsar la ley de cuidados paliativos, pues preocupa que los servicios
actuales en esa área están muy por debajo de la mayoría de países de nuestro
entorno.
2. El Comité de Bioética de
España ha rechazado, por unanimidad y sin votos particulares, los fundamentos
de la ley de eutanasia y el suicidio asistido que se tramita en el Congreso de
los Diputados. La ley propuesta no es válida desde un punto de vista ético e
inventa un derecho inexistente: considera la muerte como un derecho
incorporable al catálogo de prestaciones de la Sanidad pública.
Añaden que ni la eutanasia ni el
auxilio al suicidio son signos de progreso, sino un retroceso de la
civilización. Legalizar la eutanasia o el suicidio asistido supone iniciar un
camino devastador de la protección de la vida humana.
Desde una perspectiva ética,
exigen que los cuidados paliativos y el apoyo sociosanitario sean accesibles y
universales. «Ese sería el camino a emprender de manera inmediata y no la de
proclamar un derecho a acabar con la propia vida a través de una prestación
pública».
Son afirmaciones fuertes en
defensa de la vida de los más vulnerables por quienes saben aunque no tengan la
fuerza del poder. Tienen la fuerza de la razón, de la ética, y de humanidad.
3. La plataforma civil «Los 7000»,
integrada por médicos, juristas, intelectuales, y empresarios, avisan al Gobierno de que la sociedad demanda
un final de la vida digno y no la eutanasia, y piden detener la tramitación de
la ley de eutanasia. Esperemos que otros personajes, como influencers, actrices
y actores, apuesten públicamente por la vida, señal de que pueden defender algo
más que su fama y sus intereses particulares.
4. Esa ley que se tramita
actualmente en el Congreso ha sido muy contestada públicamente por el fondo y
por la forma, ya que al presentarse como proposición de ley no será
obligatorio contar con la opinión del Consejo de Estado o del Comité de
Ética. Además contempla puntos muy polémicos como la de considerar
los fallecimientos por eutanasia como muerte natural. Se puede considerar por
tanto como un fraude de ley. Además se puede aplicar lo que han señalado los expertos
de verdad para la gestión de la pandemia Covid espetando al Gobierno que sí
manda pero que no sabe: ni medicina humanizada, ni estética o buenas maneras,
ni ética, que en lenguaje común se llama decencia.
5. La Iglesia vuelve a defender la
vida y nos pide a los católicos y personas de buena voluntad estar más activos
para frenar ese proyecto de Ley, además de crear opinión pública favorable a la
vida, explicarse con argumentos y caridad. Es el marco del nuevo documento del
Vaticano, Samaritanus bonus, del pasado mes de septiembre. Algunas ideas
destacables y fácilmente entendibles:
«El valor inviolable de la vida
es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del
ordenamiento jurídico». «La eutanasia es un crimen contra la vida. Incurable no
significa ‘in-cuidable’ (curar – cuidar).
La verdadera compasión humana «no
consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo,
ofreciéndole afecto y medios para aliviar su sufrimiento».
«Aquellos que aprueban leyes sobre
la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave
pecado» y son «culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar
la conciencia, también la de los fieles».
«No existe un derecho a disponer
arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede
erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente
(Estas leyes) «establecen
una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de
conciencia".
Finalmente, de imponer esa ley de
la eutanasia pasará como en la ley del aborto cuando se manipularon los
sentimientos de la gente, presentando algún caso extremo como llave para abrir
la puerta al supuesto «derecho al aborto», que se lleva cada año a más de cien
mil criaturas en España.
¿Cómo es posible que en medio de
la pandemia del Covid la urgencia de este Gobierno se dedique a la ingeniería
social inhumana, mientras desatiende su obligación principal que es la salud de
los españoles, y maniobra para descargar en las Autonomías su pésima gestión?
Jesús Ortiz López
https://www.religionenlibertad.com/blog/35390983/Mas-contra-la-vida.html
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