miércoles, 20 de noviembre de 2024

Santos y difuntos: sí a la vida

Estos días España está de luto por la muerte de más de doscientas personas, mayores, jóvenes y niños, a causa de la gota fría o DANA terrible que ha inundado las tierras del levante. No guardamos solo un minuto de silencio sino que muchos rezamos y ofrecemos sufragios por quienes han muerto sin esperarlo, confiándolos a la misericordia de Dios. 

Noviembre

Precisamente este mes comienza con la fiesta de «Todos los santos»: son aquellos que no están canonizados e inscritos en el elenco de los santos de la Iglesia, que también reconoce santos ortodoxos y otros hermanos separados, porque han dado muestra de fe, esperanza y caridad, heroicas.

Al día siguiente la Iglesia celebra el «Día difuntos» cuando muchos fieles visitan los cementerios donde los seres queridos esperan la resurrección de la carne. Es la fe de la Iglesia con una expresión que no entra en detalles sobre cómo será, pero está anclada en la Resurrección de Jesucristo, y en la promesa de la Vida eterna en Dios.

Todo el mes los fieles ofrecemos sufragios por los conocidos y desconocidos con el deseo de vaciar el Purgatorio, un estado real de esperanza en que los difuntos necesitan nuestras oraciones y sacrificios, especialmente la Misa.

Ante esta realidad de la muerte, de la vida eterna, del cielo, del infierno y del purgatorio, carecen de consistencia los actos de halloween, y otros como ensalzar la muerte para hacerse amigos de ella, inventar fantasías para impresionar sin tomarse en serio la vida, la muerte, ni el Cielo. Los muertos recientes por la DANA se merecen más respeto, y no jugar con la muerte ni con calabazas vacías.

Guerras interminables

Ciertamente las guerras recorren la historia de los hombres y están demasiado presentes hoy día en Ucrania y en Palestina por citar tan solo dos terribles heridas abiertas en la faz de la tierra,  aunque sin olvidar las guerras en el continente africano y en oriente. Con razón ha repetido el Papa Francisco que estamos sufriendo la tercera guerra mundial en pedazos.

Nos estamos acostumbrando a las noticias diarias sobre ataques cada vez más mortíferos y sofisticados. Sabemos que desde una consola se puede enviar un misil contra un edificio de viviendas, una escuela, o un hospital causando docenas de víctimas sin cargo de conciencia por parte de los agresores, o eso parece pues estos ataques no disminuyen sino aumentan.

La construcción día a día de la paz empieza por valorar más la vida ajena, cuando vemos las imágenes de los cadáveres envueltos en sábana, los ataúdes, o las fosas abiertas en los bosques. Queremos pensar en esas criaturas envueltas a diario en las explosiones, las ruinas, las huidas y las muertes. Los millones de desplazados muestran las cicatrices del mundo actual incapaz de defender los derechos fundamentales, que recluye en campos de refugiados a miles de personas y vivirán durante demasiados años en guetos inhumanos.

No acostumbrase a la cultura de muerte

No parece lo mismo pero la realidad el aborto y la eutanasia son también atentados diarios contra la vida, aunque los envolvamos en conceptos abstractos como el tan manido de «interrupción voluntaria del embarazo». Hay un salto mortal en la sociedad desde que se presentaron en la opinión pública casos penosos de mujeres que morían por «abortar en malas condiciones y otras que iban a la cárcel» hasta hoy con la aceptación social del aborto y la eutanasia.

Como tantas veces, muchos creadores de opinión mueven los sentimientos para ofuscar la inteligencia y seguir avanzando en la cultura de la muerte. Luego se despenalizan unos supuestos a la vez que cierto feminismo hace bandera de ese derecho que se introduce en la legislación. Al final llegamos hasta la Asamblea de Francia que establece el aborto como un derecho constitucional.

En nuestro mundo supuestamente civilizado se va imponiendo la eutanasia como una solución para el envejecimiento de la población, presentándola como un ejercicio de libertad y un derecho. Además, la cultura de muerte va destruyendo la conciencia moral de los jóvenes, que ya no sabrán distinguir entre el bien y el mal. Por este camino avanzamos hacia el establecimiento de la eutanasia como un derecho constitucional, igual que ya ha ocurrido con el aborto.

Trabajar por la vida

No son pocos los que trabajan por la paz en la política, la economía, el derecho, la sanidad, y asociaciones varias, en las que colaboran hombres y mujeres, jóvenes y mayores, los que vemos la transmisión de los valores humanos en defensa de la vida, del matrimonio, de la libertad en un ejercicio palpable de generosidad y de la solidaridad. Todos somos llamados en conciencia a renovar la sociedad, a defender la convivencia pacífica en el respeto de los derechos de todos, y a esforzarnos con esperanza para el progreso real en humanidad.

Las guerras siempre interesadas de unos pocos, que no quieren cargar con los muertos, con la aceptación social de los atentados a la vida como el aborto y la eutanasia constituyen la mayor regresión que puede acabar con la civilización occidental.

Sin embargo, también crece la oposición a esta cultura de muerte por parte de juristas, políticos, médicos, escritores, y artistas que siguen proclamando bien alto y con perseverancia que la vida es el mayor bien, la base de toda civilización digna de este nombre y siempre un don de Dios. Si muchos se empeñan en destruir el tejido social excitando la mentira y el egoísmo, otros muchos seguiremos proclamando el valor supremo de la vida humana.   

Jesús Ortiz López

https://www.religionenlibertad.com/blog/605242395/Santos-y-difuntos-si-a-la-vida.html


La sorprendente Iglesia

Recuerdo algunas conversaciones con un buen hombre que no tiene fe a pesar de tener instrucción y ser muy leído, sobre todo en cuestiones sobre religión. Con tantas explicaciones y enfoques de historia de las religiones; sobre el origen de la Escritura; sobre la fenomenología de la religión; sobre la historia del cristianismo, o la sorprendente historia de la Iglesia, han llegado a ser pantallas que le desorientan e impiden entrar en el meollo de la cuestión. 

No acaba de ser consciente de los prejuicios intelectuales, es decir, de paradigmas que complican la conclusión lógica de muchas pruebas, que en realidad frenan el salto a la fe. Quizá se puede resumir en que este amigo participa del prejuicio anti sobrenatural: no puede haber hechos no explicables por la razón, por las ciencias, y además un Dios grande no tiene porqué implicarse en la historia de los hombres.

Interpretaciones

En realidad ese prejuicio impide conocer a Jesucristo: admite que ha sido un gran profeta, un hombre admirable como ninguno, unas enseñanzas muy útiles… pero no es Dios en sentido estricto. 

De acuerdo con ese paradigma los milagros del Evangelio se pueden explicar por razones humanas o arreglos de los discípulos; las profecías bíblicas que hablan de Jesucristo admiten varias interpretaciones y la Iglesia ha elegido la más conveniente para asegurar la fe en Jesucristo. Las mismas Escrituras y el Nuevo Testamento -considera- están alteradas por la traducción del hebreo al griego, y escritas mucho tiempo después para mantener viva la memoria del Maestro.

Conocemos muchos casos como el de esta persona que en su búsqueda se fatigan y no llegan al camino de la fe. Ese misterio se puede entender quizá porque la fe no es resultado de razonamiento sino un don que, ciertamente, Dios no niega a nadie que se le acerque sin prejuicios, que está dispuesto al salto de fiarse, de dejar entrar a Dios en su vida, de cultivar el sentido de abandono ante la grandeza del Dios que sí interviene en la historia y llama a cada persona. 

Se puede comparar con el sol que luce para todos aunque muchos quedan a oscuras y sin calor por permanecer en la cueva, por aferrarse a su seguridad, por no atreverse a salir al exterior.

Qué pasa con la Iglesia 

Hay un punto más que se refiere a la sorprendente vida de la Iglesia. Los Evangelios muestran el propósito de Jesucristo de fundar la Iglesia y depositarla en manos de los discípulos, con la asistencia del Espíritu Santo que les envía. Ellos no inventaron la Iglesia y sí fueron enviados al mundo entero. Una empresa imposible para las fuerzas humanas y más de unos hombres y mujeres nada importantes, sin apenas medios humanos desproporcionados, y además perseguidos con furor durante siglos. No hay ningún caso semejante en otras religiones ni en empresas humanas.

«Hace años, una persona que no tenía mal corazón, pero que no tenía fe, señalando un mapamundi, me comentó: He aquí el fracaso de Cristo. Tantos años procurando meter en el alma de los hombres su doctrina, y vea los resultados: no hay cristianos.

»No faltan hoy los que todavía piensan así. Pero Cristo no ha fracasado: su palabra y su vida fecundan continuamente el mundo. La obra de Cristo, la tarea que su Padre le encomendó, se está realizando, su fuerza atraviesa la historia trayendo la verdadera vida, y cuando ya todas las cosas estén sujetas a El, entonces el Hijo mismo quedará sujeto en cuanto hombre al que se las sujetó todas, a fin de que en todas las cosas todo sea Dios (1 Co 15,28).» .

Muchos antiguos pensaban que la historia está sometida a fuerzas ciegas, que superan la voluntad humana y juegan con los hombres hasta desencadenar auténticas tragedias... Sin embargo, la Palabra de Dios revelada nos muestra que la historia no es resultado del azar sino manifestación de la Providencia divina y de la verdadera libertad de los hombres.

El amor de Dios está detrás de cada acontecimiento: provee en la tierra según la conveniencia de nuestro bien definitivo, que es el verdadero bien de la persona, aunque a veces el hombre no advierta su sentido, como enseña perfectamente el libro de Job. Además, lo que acontece a cada persona ilustra también la Providencia divina sobre la entera historia humana: la de cada época y toda ella en su conjunto. Providencia que, de modo muy particular, se manifiesta en la historia de la Iglesia, incluidas las persecuciones y las defecciones de los mismos bautizados.

La Iglesia peregrina

El peregrinar de la Iglesia en la historia es completamente peculiar a los ojos humanos. Aunque ha conocido épocas de crisis, siempre ha salido purificada y fortalecida en su misión universal, con la ayuda de Dios. Jalones importantes son la época de los primeros cristianos; el posterior desarrollo teológico de la fe; la crisis originada en los cismas de Oriente y Occidente; también los intentos luteranos por reformar que llevaron a la Iglesia a desarrollar la gran teología de los sacramentos instituidos por Jesucristo y administrados por los apóstoles desde el principio. 

Más tarde el racionalismo con el prejuicio anti sobrenatural ha obligado a profundizar en la Escritura, en la historia de la salvación, y en la pastoral; después con el desarrollo industrial y cultural de las sociedades modernas la Iglesia ha defendido la dignidad de las personas, ha desarrollado una teología del trabajo, una doctrina social pionera, la defensa de la familia, y la libertad de educación, entre otros muchos logros.

Ya en el siglo XX han crecido la preparación de los seglares más conscientes de su misión de transformar el mundo y elevar las estructuras en beneficio de una sociedad más humana; el Concilio Vaticano II ha supuesto un impulso sin igual para impulsar la búsqueda de la santidad en el mundo y la transformación de las estructuras haciéndolas más humanas.

El interés de los cristianos por la historia de la Iglesia lleva a conocer los dones y atenciones divinas, y también permite saber cómo han correspondido los hombres y mujeres con su libertad a los designios de Dios para la salvación de todos. Porque con su infinita sabiduría, Dios nos ha querido libres -también con la posibilidad de pecar- y que la historia esté efectivamente hecha por nosotros; y a la vez Él no ha querido sustraer su Providencia de ella sino que la gobierna con suavidad y fortaleza: «Todas las incidencias de la vida -las de cada existencia individual y, de alguna manera, las de las grandes encrucijadas de la historia- son como otras tantas llamadas que Dios dirige a los hombres, para que se enfrenten con la verdad; y como ocasiones, que se nos ofrecen a los cristianos, para anunciar con nuestras obras y con nuestras palabras ayudados por la gracia, el Espíritu al que pertenecemos.»  .

Las estimaciones humanas se han equivocado muchas veces respecto a la Iglesia cuando proceden de una fe poco formada, y no digamos si tienen su origen en la falta de fe. Desde esas perspectivas deficientes resultará inexplicable la permanencia de la Iglesia durante veinte siglos, pues las infidelidades, incoherencias, y persecuciones serían suficientes para hacerla desaparecer de la tierra. Pero no ha ocurrido de ese modo pues la Iglesia aparece hoy como un milagro permanente de la fe, al cumplirse en ella las palabras de Jesucristo: «Sabed que yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28,20).


Jesús Ortiz López


https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/sorprendente-iglesia/20241114010920050831.html


jueves, 17 de octubre de 2024

Esperanza sin victimismo

Cada día nos llegan noticias sobre problemas nuevos o habituales que reclaman más sensibilidad con los que sufren. Por ejemplo, la llegada diaria de nuevos inmigrantes desde África ocupa la primera plana y moviliza recursos, aunque insuficientes para acoger a estos jóvenes que huyen desesperados de la pobreza o de las guerras.

Victimismo woke

Las víctimas sufren daño por culpa ajena o por alguna causa fortuita, y esto golpea nuestra conciencia y las respuestas de nuestra sociedad del bienestar. Hay muchas acciones eficaces por parte de organismos nacionales e internacionales, y sobre todo de personas generosas o de asociaciones de voluntarios. También se ha convertido en un debate político algunas veces manipulado.

Hablamos del victimismo cuando se utiliza en la política o en espacios más amplios como hace la llamada ideología woke que viene empapando la sociedad desde hace varias décadas[i]. Se apoyan en situaciones indignas de personas y grupos que sufren injustamente, y sobre esa base se extiende como una denuncia habitual señalando problemas y configurando una posición en la vida. Tantas veces subyace una acusación a los demás pero sin ofrecer verdaderas soluciones a los problemas, remedios reales para las víctimas, o esperanza para una sociedad perpleja.

Los ataques a estatuas de personajes históricos como Colón, Junípero Serra, Churchill y hasta M.Tatcher manifiestan bastante ignorancia y una manifestación de rencor, poco racional y nada respetuosa, con la propia historia de cada país. México, California, Canadá, Perú, Reino Unido -y naturalmente la querida España- que distraen a la población con ese revisionismo histórico que pretende reescribir la historia. Reformar algunos museos es otra expresión de la ideología woke que señala culpables de supuestos robos.

Levantar en vez de derribar

El Premio Nobel Vargas Llosa ha manifestado varias veces que «gracias a la llegada de los españoles, Ámérica Latina pasó a formar parte de la cultura occidental y a ser heredera de Grecia, Roma, el Renacimiento y el Siglo de Oro». Y el profesor Ayllón ha publicado una interesante obra titulada «Breve historia de Occidente» que reconoce los orígenes de nuestra civilización occidental, de la trabajosa historia de las ideas, el respeto a la persona, la difícil conquista de las libertades, y el sentido cristiano de la vida que pide el reconocimiento de los hombres como hijos de Dios en Jesucristo[ii]. En realidad, unos tratan de desmontar nuestra historia, nuestra cultura, nuestro estilo de vida occidental, y en cambio otros tratan de aprender del pasado, rectificando errores y pecados. Mejor alentar el sentido responsable de la libertad, la misión de trabajar con un horizonte de servicio, de virtud, y de trascendencia. Mejor ofrecer esperanza sólida a una sociedad perpleja y con pocos asideros firmes.

La denuncia es comprensible y aun necesaria pero hay que ofrecer soluciones, trabajarlas y aprender las lecciones de la historia que nos ha llevado a la libertad. La afirmación del valor trascendente de la persona humana es la primera base para defender la dignidad, la libertad y los derechos humanos. Para ello es preciso reconocer las verdades objetivas y universales sobre el ser humano, el sentido de la sociedad, los valores pre jurídicos y la existencia de leyes inmutables de la naturaleza humana. Sin embargo las ideologías dominantes en la actualidad vienen rechazando estos principios, en realidad la existencia de principios, en aras de la subjetividad.

Más que señalar tendremos que levantar, más que deconstruir, tendremos que construir, más que desarrollar victimismos tendremos que acoger a las víctimas o sufrientes, más que abrumar tendremos que sembrar esperanzas y esperanza en la civilización occidental, tan denostada por la ideología woke pero tan buscada por los desesperados del tercer, cuarto o quinto mundo.

La iconoclastia y el talibanismo son tentaciones frecuentes en la historia de los pueblos, de los poderosos, de los revolucionarios que todo lo arreglan con violencia. La civilización es superar esas tendencias primitivas y asumir el pasado, aprender de la historia y proyectar el futuro con esperanza. «De la venus de Willendorf a las cabezas de Jaume Plensa, pasando por los guerreros de Xian, el Laocoonte y sus hijos, los Budas de Bamiyán, la Piedad de Miguel Ángel o el Pensador de Rodin», ha escrito Lorenzo Clemente, son conquistas personales que van tejiendo la historia y nadie tiene derecho a borrarlas. /Valle Cuelgamuros, Caídos,

El bien que supera al mal

Para muchos la existencia del mal representa el gran problema para admitir a Dios y su Providencia en el mundo. Se trata de un problema vital antes que intelectual debido a veces a experiencias duras y a una idea errónea de Dios. En cambio, son mayoría quienes creen en Dios a pesar de los males abundantes en el mundo cuando se acercan a las causas que los generan, con convicción personal y tradición de fe.

Un ejemplo válido lo encuentro en la experiencia de tantos hombres y mujeres que han pasado por los estadios de víctimas y han luchado con esperanza por un ideal a la medida de la dignidad, por buscar la verdad, por hacer el bien y no sólo huir del mal, de la guerra, del fanatismo, de odio. Por ejemplo el hombre llamado Gaétan que hoy es un sacerdote católico que cumple su misión evangelizadora.

Gaétan ha tenido una vida apasionante camino del sacerdocio en medio de grandes sufrimientos. Tuvo que huir de su Ruanda natal a causa de la guerra tribal, y comienzo el periplo por varios países como refugiado, especialmente en la República del Congo (antes Zaire) y en la República Centroafricana siendo un milagro que haya sobrevivido [iii].

Da testimonio de que el sufrimiento no es enemigo de la fe sino más al contrario: quien ha perdido la fe puede revisar el significado de su sufrimiento como una oportunidad de encontrarse con Dios. «Ningún pasaje del Evangelio -señala- promete el paraíso en la tierra. Y considera que la pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué el hombre maltrata a sus semejantes? En el caso del genocidio de Ruanda, cada machete que cortaba un cuello lo sujetaba la mano de una persona concreta».

Los años transcurridos en el exilio y después de formación lejos de hacerle amargo y pesimista le enseñaron a poner su esperanza en Dios y en los buenos samaritanos: «Había comprendido que el hombre es, siempre y en todas partes, igual: capaz de hacer el bien y el mal, capaz de amar y de odiar, capaz de apostar por la vida o por muerte. Lo que a mí me interesaba eran el bien, el amor y la vida, y eso se pueden encontrar en cualquier lugar». 

El papa Francisco daba las gracias en una audiencia reciente a las personas que se esfuerzan por atender a los migrantes. : «quisiera concluir reconociendo y alabando los esfuerzos de tantos buenos samaritanos, que hacen todo lo posible por rescatar y salvar a los migrantes heridos y abandonados en las rutas de la esperanza desesperada, en los cinco continentes. Estos hombres y mujeres valientes son signo de una humanidad que no se deja contagiar por la malvada cultura de la indiferencia y el descarte: lo que mata a los migrantes es nuestra indiferencia y esa actitud de descartar»[iv].



[i] De mayo del 68 a la cultura ‘Woke’. Pablo Pérez López, Palabra 2024.

[ii] Breve historia de Occidente, J.R.Ayllón. Rialp, 2023.

[iii] Una mano invisible, Gaétan Kabasha. Nueva Eva, 2021.

[iv] Papa Francisco, Audiencia, 28 agosto 2024.

El misterio de la fe en Dios

«Ahora todo tiene sentido», me decía un enfermo grave a las puertas de la muerte, después de recibir los sacramentos cristianos, de hablar de fe y naturalmente hablar de Dios.

Se daba cuenta del sentido de su vida que él ha dirigido libremente pero que entonces alcanzaba plenitud desde la perspectiva de la fe vivida. Comprendía entonces que Dios no invade su autonomía sino que ha estado cuidando de él como un padre sigue a su hijo pequeño, en sus primeros para que no se rompa. Para este buen hombre recibir los sacramentos y rezar ha sido mucha luz cuando él ha puesto más humildad. Porque lo fácil sería negar la libertad, viéndose casi como una marioneta de Dios, o ver la fe cristiana como un bonito cuento que acaba bien en el Cielo. En realidad estamos ante el misterio de la vida humana, de la libertad, y del sentido del nuestro quehacer en la tierra.

Los caminos de la fe

Nuestro protagonista alcanzaba la comprensión cabal de su vida como criatura de Dios y de su misión en el mundo, familia, trabajo, amigos, etc. De modo semejante y como tantos otros durante años muchos realizan los proyectos de su vida, especialmente crear una familia y alcanzar metas profesionales. Son los caminos normales para desarrollar la fe y tratar a Dios, ver el sentido del trabajo, de la convivencia, de las aficiones, de la solidaridad. Sin embargo, tantas veces el trabajo y la convivencia son pantallas que requieren tanta atención -como las pantallas digitales- que producen olvido de las cuestiones importantes del vivir con sentido, con proyecto a largo plazo pero realizado a diario, con avanzar en la línea de la felicidad.

La parábola de los invitados a las bodas muestra las dificultades que los hombres encontramos para responder a la invitación a seguir a Jesucristo, a caminar por las sendas de la santidad con capacidad para transformar el mundo.  Unos se excusaron por los negocios, otros por el trabajo inaplazable, otros por el matrimonio (Cfr. Lc 14,15-24). Y es una pena porque es precisamente en las ocupaciones habituales donde podemos encontrar a Dios y servir al prójimo.

Recuerdo un artículo de un periodista en búsqueda permanente de Dios, aun en medio de dudas, con una interesante aportación personal a la cuestión de la fe en Dios. Se remitía a sus años de bachillerato y estudio de la filosofía, que entonces le aburría pero que ha dejado huella en él. En concreto, recuerda el impacto de las famosas cinco vías de Santo Tomás acerca de la existencia de Dios. Reconoce que le sirvieron al menos para pensar con fundamento y abrirle horizontes. En efecto, esas reflexiones plantean con profundidad las cuestiones sobre la existencia de Dios aunque suponen un cierto bagaje filosófico. No son demostraciones de Dios al modo de las ciencias experimentales; sin embargo son verdaderas pruebas racionales y concluyentes sobre la realidad de Dios como ser supremo y fundamento último de todo cuanto existe. Lo cual no implica la fe aunque sí quedan como a las puertas de ella.

Pensar y creer en Dios

El columnista reconocía que una cosa es pensar en Dios y otra creer en Dios: lo primero, pensar es razonar y llegar a conclusiones válidas para la inteligencia y tener incluso la convicción sobre la existencia de Dios; lo segundo, la fe, se sitúa más allá, pues compromete a la persona en su integridad.

Esto quiere decir que de la convicción a la fe hay un paso importante que depende del hombre en su disposición a llenarse de Dios, de su libertad para descubrir la llamada de Dios, con un añadido importante: que la fe es un don o regalo de Dios que ofrece con generosidad a todos. Es decir, Dios no es arbitrario, dando a unos la fe y a otros no, porque sí llama al corazón de cada persona para que libremente admita la familiaridad con Dios y su misión en el mundo. Y aquí entra también la parábola de los talentos pues aquel señor repartió a uno cinco talentos, a otro dos y otro uno (Cfr. Mt 25, 14-30). Incluso el que menos recibió tuvo un tesoro de unos cuarenta quilos de plata para negociar, y al final cada uno es juzgado por su entrega para rendir los talentos, su trabajo para beneficio de los demás.

De nuevo estamos ante el misterio de la libertad humana capaz de comprometerse de continuo en algo que le trasciende pero también de resistir a las gracias de Dios. Importante, porque muchas veces planteamos la carga de la prueba en Dios y minimizamos la capacidad libre del hombre para aceptar o rechazar la oferta generosa. En realidad hay algo misterioso en la fe aunque no en el sentido de incomprensible sino como realidad sublime que invita a ser feliz, saliendo de las propias conveniencias y abriéndose al regalo de la felicidad. En suma, razonar con fe requiere mucha humildad y reconocerse como criatura de Dios con la misión de participar en el desarrollo de la creación.

 

Jesús Ortiz López

jueves, 29 de agosto de 2024

Evangelizar con más esperanza

La institución católica Caritas vuelve estos días a la calle, a las parroquias, y a las publicaciones, aunque en realidad todo el año está con nosotros. Son cerca de tres millones las personas beneficiadas, la mitad en España, con los casi quinientos millones de euros empleados junto con Manos Unidas. Se trata de la acogida y acompañamiento de personas vulnerables y excluidas. Y muchas familias con grandes necesidades.

No siempre se perciben las labores de muchos que trabajan por Jesucristo y aportan vida espiritual y colaboración, espiritualidad y pertenencia con gran espontaneidad, como realizan tantos movimientos y asociaciones de fieles. Porque las diócesis son principalmente las personas, los fieles que trabajan en cada territorio: unidad pero no uniformidad, unidad y variedad, unidad y comunión, pues todo ello lo estamos viviendo en este tiempo de sinodalidad.

Responsables del don recibido

Por todo esto y más estamos orgullosos de nuestra fe. Ya hay suficientes mensajes negativos contra la Iglesia, los sacerdotes, la doctrina de fe y las enseñanzas morales, especialmente la referida al matrimonio y la familia, como para no ofrecer a todos el Evangelio vivido con alegría y seguridad. No pasa nada por mostrarnos orgullosos de nuestra fe, porque aporta mucho a la convivencia en paz y a la sociedad en sus estructuras de bien común. Somos conscientes del don recibido como un talento para hacerlo más productivo, sin creernos predestinados pero sí responsables.

No se trata de molestar a nadie y creerse superiores a los demás, aunque sí de ser agradecidos a la fe que hemos recibido en la familia cristiana enraizada en la vida diocesana, a la vez particular y universal. Quienes hemos recibido el don de la fe compartida, celebrada y vivida nos sabemos responsables de desarrollarla aún más. Por eso el apostolado de los laicos es el cauce habitual, continuo y nada ruidoso de corresponder y transmitir el legado recibido. Ese ha sido precisamente el mensaje del Vaticano II que sigue de plena actualidad en particular el Decreto sobre el apostolado de los laicos. Enseña no solo la necesidad del testimonio sino de la palabra que ilumina y mueve a otros, teniendo en cuenta la confusión doctrinal y moral patentes en nuestra sociedad.  Veamos:

Con el testimonio y la palabra

«A los laicos se les presentan innumerables ocasiones para el ejercicio del apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas, realizadas con espíritu sobrenatural, tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios, pues dice el Señor: "Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16).

»Pero este apostolado no consiste sólo en el testimonio de la vida: el verdadero apóstol busca las ocasiones de anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe; ya a los fieles para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más fervorosa: "la caridad de Cristo nos urge" (2Co 5, 14), y en el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: "¡Ay de mí si no evangelizare"! (1Co 9, 16).

»Mas como en nuestros tiempos surgen nuevos problemas, y se multiplican los errores gravísimos que pretenden destruir desde sus cimientos todo el orden moral y la misma sociedad humana, este Sagrado Concilio exhorta cordialísimamente a los laicos, a cada uno según las dotes de su ingenio y según su saber, a que suplan diligentemente su cometido, conforme a la mente de la Iglesia, aclarando los principios cristianos, defendiéndolos y aplicándolos convenientemente a los problemas actuales» (n.6).

Familias evangelizadoras

Un campo preferente de evangelización sigue siendo la familia y más en nuestro tiempo cuando muchos no encuentran el sentido del matrimonio y la fuerza para desarrollar una familia cristiana y ni siquiera en el orden natural según la voluntad de Dios.

En familia rezamos, nos reunimos en el templo, celebramos las fiestas que alegran cada semana. Somos coherentes con la fe y moral de la Iglesia en los trabajos, no dejamos esta fe fuera como quien deja a la puerta el sombrero o el paraguas. Eso lo hemos vivido y visto hace poco en la JMJ de Lisboa y en las anteriores; en los dos mil quinientos centros de ideario católico que ahorran al Estado más de cuatro mil millones de euros; en la acción educadora con los alumnos inscritos en clase de religión, más de tres millones; en la vitalidad de los movimientos; en las misas de domingos y festivos, muy participadas por las familias.

A esas familias cristianas se refiere también el Concilio sobre el apostolado de los laicos: «Los cónyuges cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Ellos son para sus hijos los primeros predicadores de la fe y los primeros educadores; los forman con su palabra y con su ejemplo para la vida cristiana y apostólica, los ayudan con mucha prudencia en la elección de su vocación y cultivan con todo esmero la vocación sagrada que quizá han descubierto en ellos» (n.11).

Aquella madre cristiana enseñó a una hija suya adolescente que había dejado de ir a Misa y de rezar, cuando salieron de compras y al pasar por la parroquia le propuso entrar para hacer una visita a Jesús sacramentado, sólo unos minutos, y la joven accedió a regañadientes. Al salir la madre le dijo con un poco de gracia: ¿Sabes por qué paso muchas veces a hacer una visita o a rezar? -Para que cuando me muera y me traigan a la Iglesia no se extrañe Jesucristo y tenga que decir ¿Y quién es esta, porque no la conozco, no la he visto por aquí?

Jesús Ortiz López

https://www.exaudi.org/es/evangelizar-con-mas-esperanza/

 

El Escorial eterno

El proyecto de Felipe II fue configurado por muchos hombres de ciencia, de conciencia, de cultura que imaginaron esta maravilla para asombro de la posteridad.

Entrenarse para contemplar

En un tiempo de viajes y prisas sentimos la necesidad de frenar tanta movida y sosegar el espíritu. Parece necesario fomentar la escucha y el recogimiento para centrar la atención y contemplar, algo que algunos dejan para los que se apartan del mundo. En realidad hay que entrenare para ver, escuchar, contemplar las infinitas manifestaciones de la belleza, el ritmo, el orden que enriquecen a la persona: no estamos hechos para la velocidad ni para el ruido sino para el sosiego y la armonía.

Quienes tenemos la dicha de visitar con frecuencia el Monasterio de El Escorial experimentamos en cada ocasión un crecimiento interior aunque no siempre seamos conscientes de ello. El proyecto de Felipe II fue configurado por muchos hombres de ciencia, de conciencia, de cultura que imaginaron esta maravilla para asombro de la posteridad.

A vista de pájaro se puede observar la perfecta armonía de la traza con los patios y claustros rodeando la basílica, según el diseño de Juan Bautista de Toledo y luego Juan de Herrera.

Monumento de fe y ciencia

Toda la ciencia de su tiempo se puso al servicio de una idea grande y universal para la gloria de Dios y asombro de los hombres. Sin fe sería imposible realizar esta maravilla y sin fe no se llega a entender el sentido de esta creación. De entrada el gran Patio de los Reyes en su austeridad pétrea representa a los hombres que durante muchos siglos buscado el infinito y sentido último de la historia. En realidad representa aquellos tiempos de la Alianza Antigua de Dios con el pueblo hebreo, que necesitaba libertad para liberarse de la esclavitud a manos de los egipcios y sus dioses. Moisés fue el elegido para encaminar al pueblo a través del desierto hacia la tierra prometida por ese Yahvé misterioso, omnipotente y exigente que espera respuesta confiada en su amor sin medida. Pasarían muchos siglos para que la humanidad pudiera aliarse con el único Dios vivo saliendo de la tentación frecuentar de un politeísmo que no puede salvar.

Los reyes de Israel reciben la mirada de los visitantes antes de entrar en la basílica donde reside el Rey de Reyes y Señor de Señores. Son los reyes de Judá: Salomón, David, Josías, Manasés, Josafat y Ezequías. 

La austeridad fría de la piedra se abre al esplendor de las pinturas que llenan todo el recorrido de abajo arriba, los frescos llenos de color, las escenas de la historia de la salvación, la cúpula que inunda de luz el templo, y la mirada se asombra ante el retablo que resume la vida de Jesucristo en su misterio de gozo, de dolor, y de gloria de los pintores Tibaldi y Zúcaro.

En el centro el tabernáculo atrae la atención por su belleza porque ahí está el Dios-con-nosotros, como sabemos los creyentes, obra de Jacomo di Trezzo. A los lados se encuentran los cenotafios del emperador Felipe II con sus esposas, y de su padre Carlos I con las suyas, todas sucesivas pues con frecuencia daban la vida a sus hijos y perdían la suya por las enfermedades. Son obra de Pompeo Leoni, al igual que las imágenes en bronce del retablo.

Debajo del altar se halla la cripta con los restos mortales de los emperadores, reinas, y descendientes, perfectamente integrada en la basílica, manifestando el tiempo ante la eternidad, las sombras ante la luz, la muerte ante la Vida. Por cierto, que también los grandes hombres sufren a lo grande como Felipe II en su larga enfermedad llevada con profundo sentido cristiano participando intensamente en la Cruz de Jesucristo, quizá para purificarse de sus pecados y ganar el Cielo. Ayudado por los religiosos jerónimos que le atendieron y administraron los sacramentos últimos. Sit transit gloria mundi.

Patio de los Evangelistas

Las guías de mano explican muchos detalles de este conjunto monumental de armonía sin igual entre ciencia y fe: la biblioteca magnífica, las salas capitulares, las capillas, la gran sacristía, y los patios. Vale la pena detenerse en el patio principal o de los Evangelistas diseñado como una síntesis de fe en Jesucristo el Salvador del mundo. El claustro bajo permite seguir muchas escenas pintadas sobre la vida de Jesucristo desde la Anunciación a María y la Encarnación hasta la Ascensión gloriosa y el nacimiento de la Iglesia con la venida del Espíritu Santo.

Cuando lo permite la visita nos podemos acercar al templete del centro, abierto y de proporciones perfectas, con las imágenes en piedra de los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, de los que toma nombre este patio. En realidad es el Patio de Jesucristo del que los Evangelistas escriben sus palabras de vida eterna y los obras de quien es la Misericordia en favor de todos los hombres.

Desde el claustro alto se puede ver en perspectiva el diseño de este patio con los cuatro estanques en las cuatro direcciones que representan los cuatro continentes conocidos hasta entonces, en cuyas aguas tranquilas y transparentes se refleja Jesucristo Redentor, el templete rematado por la cruz sobre la cúpula. Los dibujos trazados las plantas de boj elegante y duradero, que se amolda a las manos expertas del jardinero representan el paraíso regado por el proyecto salvador de Dios prometido a los proto parentes Adán y Eva, porque  Dios quiere salvar a todos. Era la promesa del Mesías, Jesús el Rey de reyes y Señor de Señores.

La regla aurea está presente en toda la construcción forjando la armonía perfecta de los materiales, los diseños, los patios, los jardines, las torres. Entonces el visitante ha descubierto que hay otro modo de encontrar el sosiego, el equilibrio personal, y la integración del arte, la ciencia, la filosofía y la fe en una de las grandes maravillas de la humanidad. El Escorial es una obra inmortal y por ello un puente para asomarse a la eternidad. 

Jesús Ortiz López  

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/el-escorial-eterno/20240718004140049829.html

 

Francia reniega de sí misma

 

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos 2024 ha sido un espectáculo en el que los deportistas parecían comparsas de tanta pompa, láser, y circunstancia. Lo peor ha sido el planteamiento de fondo con ofensas a la historia de Francia, a Europa y a la fe cristiana. No extraña que avance una oleada de indignación porque el deporte ha sido asfixiado por la pasarela y la ideología woke se ha metido con calzador, como si el deporte fuera plurisexual y el arte consistiera en promover la decadencia. Por todo ello Francia ha renegado de sí misma.

Obsesión anticristiana

Esa inauguración ha sido un escaparate al mundo en el que Francia ha perdido la ocasión de mostrar lo mejor de su cultura y no de chabacanería; en fe porque ha ofendiendo gravemente a los creyentes del mundo entero; y de su historia de santidad y libertad, borrada con alevosía.  Toda esa tramoya ha sido programada para ofender la fe cristiana y la conciencia de la mayoría creyente de Francia y del mundo. Esos valientes rompedores no se atreven a burlarse del islam o del judaísmo porque saben que su ofensa no quedaría sin respuesta de sangre.

La obsesión contra la cultura cristiana no cesa y duele más en un país de gloriosa tradición, una tierra de santas y misioneros (se han olvidado de santa Genoveva y de santa Juana de Arco), por una teatralidad excesiva y de mal gusto. Una inauguración fuertemente ideologizada que ha renunciado a la mejor historia de Francia.

Carros de fuego

Por contraste, he recordado la famosa película «Carros de fuego», de Hugh Hudson, sobre aquellos Juegos Olímpicos de 1924, precisamente en París, que supo destacar las cualidades de los deportistas, su compañerismo, el esfuerzo y la tenacidad, resumidos en ese «Citius, Altius, Fortius». Abrahams, Liddell y otros jóvenes tenían ambición y brillaron por su pasión en busca de la excelencia; hombres con principios y alta capacidad de sacrificio, con nobleza y superación de sus faltas: ellos fueron protagonistas y el deporte brilló como misión de unos jóvenes elegidos para la gloria. Ellos sí representaron a una sociedad bien distinta en la que los valores humanos no quedaron sofocados por los fuegos artificiales.

De las instituciones francesas, de los medios, y de los grupos cristianos en Francia debe salir la respuesta y exigir responsabilidades para borrar esta página negra de su pequeña historia sectaria en estos Juegos Olímpicos. Francia sale perdiendo por ese sectarismo contrario a la libertad, al juego limpio, y a la excelencia humana. Francia ha mostrado, y del peor modo, que se halla en un acelerado proceso de descomposición social, cultural y política, porque sus dirigentes reniegan de su historia.

Jesús Ortiz López

https://www.religionenlibertad.com/blog/534551879/Francia-reniega-de-si-misma.html

jueves, 23 de mayo de 2024

La mano invisible

«Personalmente nunca he sentido la tentación de poner en duda la existencia de Dios ni de atribuirle mis desgracias. Nunca pensé, ni un solo instante, que Dios me hubiese abandonado. Al contario, fue precisamente durante los momentos de mayor dureza cuando se vio fortalecida mi fe».

Hoy día Gaétan es un sacerdote católico que ejerce su ministerio en Madrid como el Buen Pastor en una parroquia y entre los enfermos. Su trayectoria vital ha sido muy dura pasando por casi todas las penalidades que puede sufrir una persona, y que han consolidado su vocación y acercado a Jesucristo en la Cruz. Declara que nunca ha tenido la tentación de acusar a Dios de sus sufrimientos pues sabe bien que son causados por la maldad de algunos hombres y porque no tenemos en este mundo ciudad permanente. Desde muy niño deseaba ser sacerdote para ser las manos y el corazón de Jesucristo en servicio de los demás, y ha relatado su experiencia de fe, convencido de que Dios le ha guiado con mano invisible[1].

Dios en el banquillo

Para muchos la existencia del mal en el mundo representa el gran problema para admitir a Dios y su Providencia en el mundo. Se trata de un problema vital antes que intelectual debido a experiencias duras y a una idea errónea de Dios. En cambio, son mayoría quienes creen en Dios a pesar de los males abundantes en el mundo cuando se acercan a las causas que los generan, con convicción personal y tradición de fe.

Abundan los testimonios de personas que han sufrido males ordinarios, como la mayoría, y otros extraordinarios y han optado por una visión positiva y de conjunto. Se comprende el rechazo de un ser superior supuestamente bueno con los hombres ante grandes sufrimientos, pero el pesimismo existencial no vale para mantener el sentido de la vida y de la historia. Y descargar en Dios la responsabilidad del mal es quedarse en la penultimidad de la vida, porque algo tiene que ver la libertad de los hombres.

Del exilio a sacerdote de Jesucristo

Gaétan ha tenido una vida apasionante camino del sacerdocio en medio de grandes sufrimientos. Tuvo que huir de su Ruanda natal a causa de la guerra tribal, y comienzo el periplo por varios países como refugiado, especialmente en la República del Congo (antes Zaire) y en la República Centroafricana siendo un milagro que haya sobrevivido. Y más aún que sea un hombre sereno y sacerdote de Jesucristo guiado en verdad por la mano invisible de Dios, y de muchas personas que encarnan al buen samaritano como procura ser él mismo para los demás.

Da testimonio de que el sufrimiento no es enemigo de la fe sino más bien al contrario. Quien ha perdido la fe puede revisar el significado de su sufrimiento como una oportunidad de encontrarse con Dios. «Ningún pasaje del Evangelio -señala- promete el paraíso en la tierra. Y considera que la pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué el hombre maltrata a sus semejantes? En el caso del genocidio de Ruanda, cada machete que cortaba un cuello lo sujetaba la mano de una persona concreta».

La esperanza le sostuvo, y pudo sobrevivir al cólera y a la malaria, al hambre y a la sed, a la soledad, a la pobreza y a la precariedad. Considera que los sufrimientos, las humillaciones, la cárcel, las expulsiones, la pobreza y la fatiga eran el camino del calvario personal para unirse a Jesús. El sufrimiento, dice, le enseñó el amor al hombre y el valor de la fe. Cada vez que empezaba a desesperarse encontraba alguien que le solucionaba el problema: no han sido coincidencias sino la mano invisible de Dios y la bondad de unas personas.

De la guerra a la paz

Las causas del mal hay que buscarlas en el abuso de libertad de muchos hombres para sojuzgar a los demás. Gaétan señala que hoy día gracias a la prensa, a la concienciación social y a los medios tecnológicos disponibles, las personas de buena voluntad pueden socorrer a los que sufren a miles de kilómetros: «Fue en los campos de refugiados donde descubrí el sentido del voluntariado, del sacrificio, de la renuncia y de la generosidad internacional». Incluso a pesar de los miedos y desinformación de algunos. Por ejemplo, algunos obstaculizaban que los voluntarios americanos vacunaran del cólera a niños y madres embarazadas, difundiendo rumores de que tenían un plan maquiavélico para exterminarlos.

Recuerda en el prólogo la belleza de su país y la bondad natural de sus gentes: «No comprendía cómo el pueblo que habitaba aquel paraíso había podido pasar de una paz legendaria a una de las matanzas más atroces de la historia reciente de la humanidad.  De la paz se pasó a la guerra, de la guerra a la fractura social, y de ahí al genocidio. Después, todo fueron penas y miseria: el exilio para unos, la tristeza permanente para otros y la ruptura interior para todos». Había marchado con 22 años y volvía por un tiempo, ya sacerdote con 41.

Después de estar en el seminario de Bangassou (República Centroafricana)  y en el de Bangui, fue admitido providencialmente en el de Madrid. Tras cuatro años en este seminario Gaétan fue ordenado primero como diácono en la catedral de Madrid en junio de 2003 y en septiembre de ese año como sacerdote en Bangassou, lejos de su tierra natal y de su familia en Ruanda. En el año 2000, al comienzo del tercer milenio, se decidió a escribir su historia en parte para apartar los fantasmas, viendo su vida iluminada por la presencia de Dios en cada etapa de su itinerario. Y se pregunta ¿será verdad que Dios nos susurra en nuestros momentos de alegría y grita en nuestros sufrimientos?

Los años transcurridos en el exilio y después de formación lejos de hacerle amargo y pesimista le habían enseñado a poner su esperanza en Dios y en los buenos samaritanos: «Había comprendido que el hombre es, siempre y en todas partes, igual: capaz de hacer el bien y el mal, capaz de amar y de odiar, capaz de apostar por la vida o por muerte. Lo que a mí me interesaba eran el bien, el amor y la vida, y eso se pueden encontrar en cualquier lugar».  Con su experiencia como sacerdote ha publicado un nuevo libro titulado: «Un sacerdote entre dos mundos» pues ha madurado con lo mejor de su historia africana y también con lo mejor de nuestro Occidente cristiano, a pesar de los pesares.

 

Jesús Ortiz López

 

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/la-mano-invisible/20240517053809049353.html

 

 



[1] Gaétan Kabasha Una mano invisible. De seminarista en el exilio a sacerdote de Cristo.

Editorial Nueva Eva. Madrid 2021. 220 págs.

 

Tres pasos desiguales (I y II)

Tres pasos desiguales (I)

Han pasado muchas décadas desde aquel 20 julio de 1969 en que el mundo se asombró con la hazaña de los astronautas norteamericanos Neil Armstrong y Buzz Aldrin al pisar la Luna: un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad, se dijo entonces. Con razón, porque esa hazaña ha probado lo alto que puede llegar el ser humano cuando pone cabeza y corazón en una tarea.

Una gran hazaña humana

Se culminaba así un gran trabajo de equipos integrados por cientos de científicos y técnicos, muchos experimentos con unos fracasos y muchos avances. Fue un proyecto ilusionante para la sociedad norteamericana que avivó el sentido de pertenencia y el patriotismo, la confianza en los progresos de las ciencias, y la satisfacción de sentirse representados por esos hombres audaces. Lo que había sido aspiración de los hombres desde tiempos remotos, proyecto de los científicos, y sueños de la ciencia ficción se había logrado finalmente.  Sí, lo sentimos como un gran paso para la humanidad.

Además de recoger muestras y dejar aparatos para estudiar mejor la Luna, Armstrong y Aldrin dejaron en la superficie lunar unas cápsulas con signos de la civilización, y entre ellos una placa en la que estaban grabados algunos versículos del Salmo 8: « ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! /Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. /De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos/para reprimir al adversario y al rebelde. /Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, /la luna y las estrellas que has creado. /¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?/ Lo hiciste poco inferior a los ángeles, /lo coronaste de gloria y dignidad; /le diste el mando sobre las obras de tus manos./Todo lo sometiste bajo sus pies. /Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, /las aves del cielo, los peces del mar que trazan sendas por el mar. /¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!».

Es un canto con el asombro de los hombres sensatos que reconocen su misión en la tierra como administradores de la Creación, con capacidad para avanzar en el conocimiento de la realidad y configurar una sociedad más humana, a pesar de todos los pasos de regresión.

Un paso atrás en humanidad

En efecto y en contraste con esos buenos pasos, estos meses el mundo ha dado un paso hacia atrás en humanidad cuando la Asamblea francesa ha aprobado una reforma constitucional para garantizar, en determinadas condiciones, la libertad de reclamar la interrupción voluntaria del embarazo.

Bonitas palabras suficientes para blindar el aborto frente a futuras leyes que pudieran limitarlo. Se trata de un debate entre quienes defienden la vida y quienes consideran que las leyes refrendan lo que está en la calle, aunque esto sea engañoso. Porque la opinión pública no es unánime y hay demasiados intereses en ocultar la realidad del aborto empezando por el daño sufrido por las madres. Porque hay engañosa dificultad para entender que se trata de eliminar una criatura humana indefensa y las consecuencias en las mujeres que abortan. Superando la propaganda se puede ver el disfraz de la «interrupción voluntaria del embarazo», porque es eliminación del hijo, es forzada en la mujer, y no es algo accidental en ellas.

Además, no se puede olvidar el carácter configurador que tienen las leyes que edifican sobre la justicia, pero también desedifican regulando injusticias y muchos confunden lo legal con lo moral. Cosas del positivismo jurídico que abandona los presupuestos éticos de ley natural (que sigue existiendo aunque muchos la nieguen). Con ello se logra una aceptación social no suficientemente informada y muchos pierden los reflejos morales para entender que está en juego el nivel humano de la sociedad.

A ese paso atrás se añade que poco después el Parlamento Europeo que ha votado por mayoría una resolución que recomienda a los países miembros que sigan el camino de Francia para introducir el aborto en las respectivas Constituciones. La cercanía en el tiempo y el objetivo invitan a pensar que hay una agenda empeñada en cerrar en falso un debate vital para la sociedad y para las personas.

Como ha escrito Federico Montalvo «El aborto supone interrumpir un proyecto de vida único e irrepetible, el paso vital inescindible sin el que un ser humano no puede llegar a serlo para siempre, por lo que atribuir la facultad de decidir sobre un 'tertium' existencialmente distinto de la madre, aunque alojado en el seno de ésta, es decir, sobre si una vida va o no a desarrollarse, no parece sostenible ni jurídica ni menos éticamente. Se tienen derechos sobre cosas, no sobre personas ni vidas, Kant 'dixit'. El feto no es una mera 'pars ventrix' que queda sometida al arbitrio de la mujer. Se trata desde el principio de un derecho a la vida propio, no meramente derivado».

Todo ser humano es un fin en sí mismo, cualquiera que sea el estado de su salud o de sus capacidades intelectuales y físicas, y nunca puede ser tratado como medio. Toda persona tiene valor, pero ninguna tiene precio, como acaba de explicar el documento de la Iglesia defendiendo la dignidad de todos, y así se pueden superar los errores y tragedias que desagarran a la humanidad: el drama de la pobreza, la guerra, las condiciones de trabajo de los emigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, las violencias contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de las personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital[1].

La idea de la «dignidad infinita» de la persona humana es uno de los pilares fundamentales de nuestra civilización y encuentra sus raíces en la antigüedad clásica, en la tradición bíblica y, especialmente, en el pensamiento cristiano. Antes que una enseñanza de la Iglesia es una verdad de orden moral natural, asequible a cualquier persona reconocida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas (Continuará). 

 

Tres pasos desiguales (II)

Después de considerar el gran paso para la humanidad, con la llegada del hombre a la luna, y el paso hacia atrás por la legislación contraria a la vida, veamos el gran paso del Resucitado.

El Gran Paso de Jesucristo fuera del sepulcro

Y llegamos al Gran Paso definitivo con la Resurrección de Jesucristo por su propio poder como Dios, que la Iglesia celebra en esta Pascua  terminada ya en la fiesta de Pentecostés después de Ascensión de Jesucristo al Cielo.

De acuerdo con los relatos de estas semanas pascuales vemos la comprobación reiterada de la Resurrección por los discípulos y aun por los enemigos. Sí es el mismo Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios encarnado, sí es su propio cuerpo que se gestó en el seno de la Virgen María, sí es su misma alma espiritual como principio de todas sus capacidades, voluntad, inteligencia, facultades, sentidos, sentimientos, y actuaciones.

Pero no volvió a la vida natural sino en un estado sobrenatural en sentido estricto, el cuerpo glorioso no debido a la naturaleza humana, no sometido a las leyes naturales, y definitivamente inmortal, que subió por su propio poder al Cielo, donde permaneces para siempre con poder y majestad de Dios junto al Padre y al Espíritu.

Entre los seguidores de algunas religiones hay solo un recuerdo y unas tradiciones de su fundador o de sus orígenes, y en todo caso una sepultura con sus restos. Sin embargo, entre los cristianos y Jesucristo solo hay un sepulcro vacío en Jerusalén, la Tierra Santa, por haber nacido en ella el Señor Jesús.

Por eso confesamos juntos al final del Credo: Creo en la resurrección y de la carne y en la vida eterna. Es decir, que creemos en la resurrección de la carne al fin de los tiempos, según la realidad y la promesa de Jesucristo que va por delante. No es la simple aspiración a una pervivencia espiritual en el recuerdo, la fama o las obras después de la muerte segura. Es el don de Dios a cada persona, alma y cuerpo resucitado destinado a la gloria en Dios Familia, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No se trata de suposiciones o de una vaga esperanza sino de seguridad en la Palabra de Dios.

Y esto lleva a tomarse en serio la vida, a comprometerse en este mundo y responder a la misión de llevar a término la Creación del mundo. Así lo entendieron los primeros cristianos, las primeras familias que abrazaron la fe y sorprendentemente y contra todo pronóstico fueron capaces de cambiar el mundo.

Es la gran osadía de la fe cristiana: «La conciencia de la magnitud de la dignidad humana –de modo eminente, inefable, al ser constituidos por la gracia en hijos de Dios– junto con la humildad, forma en el cristiano una sola cosa, ya que no son nuestras fuerzas las que nos salvan y nos dan la vida, sino el favor divino» (san Josemaría Escrivá. Es Cristo que pasa, n. 133).

 

Jesús Ortiz López

https://www.religionenlibertad.com/blog/986657851/Tres-pasos-desiguales-.html

 

 



[1] Cfr. Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Dignitas infinita. 8 abril 2024.

viernes, 22 de marzo de 2024

A propósito de las ciencias y Dios

Siguen de actualidad dos libros que tratan sobre la existencia de Dios desde la perspectiva de las ciencias, uno de dos ingenieros franceses y otro de un experto español. Se trata del muy difundido “Dios-La Ciencia-Las Pruebas”, de Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré. Ed Funambulista, 2023. Y también de otro reciente: “Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios” de José Carlos González-Hurtado. Voz de Papel, Madrid, 2023.

No voy a entrar en la abundante información que aportan y de las conclusiones que dejan a las puertas de la indagación filosófica sobre Dios. Quizá pueda resumirse señalando que las ciencias empíricas no pueden probar la existencia de Dios pues su método se centra en el cómo de los eventos, en las experiencias del espacio, el tiempo y la materia.

Su aportación es valiosa porque abre a las cuestiones filosóficas sobre las causas reales, es decir, el cómo y el por qué o también expresado de otro modo por E.Kant: qué podemos conocer, qué debemos hacer, qué podemos esperar y, en definitiva, qué es el hombre. El testigo de las ciencias pasa entonces a la filosofía con su método propio y también a la teología con el suyo a partir de los datos revelados en la historia de la salvación.

Hombres perseguidos por su ciencia

Se conoce poco acerca de la persecución de sufrieron muchos científicos rusos durante las décadas ominosas dominadas por el materialismo dialéctico como única explicación de la historia, y con el ateísmo militante como religión del Estado. Las historias que recogen estos autores en las obras mencionadas son parte de la historia del pensamiento.

En los años treinta y cuarenta se extiende entre los astrofísicos la teoría del Big Bang como la más probable con los datos que se van descubriendo y los cálculos avanzados. A pesar de las dudas y rechazos anteriores los científicos van reconociendo como válida la intuición y exposición de Georges Lemaître, sacerdote y cosmólogo, como lo reconocen Hoyle, Einstein y después Wilson y Penzias. La intuición primera es que el universo no es estacionario sino que está en permanente expansión pues las galaxias se separan unas de otras, y más tarde se llega a recoger algo de la radiación cósmica de fondo causada por el Big Bang: es un despliegue sumamente organizado ajeno a un suceso fortuito o atribuible al azar, que no puede explicar la complejidad y perfección de las grandes leyes descubiertas en el universo.

Los científicos rusos de entonces participan en los debates cosmológicos y sintonizan con los nuevos desarrollos de la astrofísica, convencidos con pruebas de que el universo no es eterno. Sin embargo, el régimen marxista necesita destruir el mito de la creación como obra de Dios para ser coherente con su ateísmo programático. Algunos intentan huir de la Unión Soviética pero no siempre lo consiguen; la Policía Política va haciendo su lista negra entre los discípulos de Friedmann, Gamow, y otros. Stalin y el temible Molotov se consolidan en el poder y comienzan los crímenes contra los cosmólogos a partir de los años treinta.

Precisamente en esos años Einstein acabará dando la razón a la hipótesis de Lemaître y de Friedmann reconociendo que las ecuaciones de la relatividad describen un universo que no es fijo sino que está en expansión.

El materialismo es poco científico

Discípulo de Friedmann es Gamow quien publica un artículo que se difunde rápidamente entre los expertos sobre el Big Bang, en el que expone que los elementos ligeros de la materia, es decir, los protones y los neutrones, no pudieron nacer sino en una fase sumamente caliente del universo, de miles de millones de grados, muy superiores a la temperatura de las estrellas, y que la abundancia relativa de estos elementos constituía una prueba de que efectivamente el Big Bang tuvo lugar.

La trayectoria de Gamow le pone en el punto de mira de la Policía, intenta huir por dos veces con su familia y por fin consigue llegar a la libertad. Desgraciadamente Landáu, Ivanenko y Bronstein no siguieron el mismo camino y cayeron víctimas de la represión.

También el físico matemático Vladimir Fock es detenido por los milicianos de la Policía acusado de alta traición y complot contra la ideología del Estado y después de ser torturado, liberado y vuelto a detener alcanzará la libertad. No tuvo la misma suerte Evgueni Perepelkine que fue enviado al gulag y luego fusilado, y lo mismo Matvéi Bronstein con treinta y un años, detenido en su casa a la que no volverá. También en plena noche es detenido Dmitri Eropkine, fascinado por la teoría del Big Bang y fusilado sin llegar a cumplir los treinta años. Borís Númerov fue un matemático brillante, presidente de la Sociedad Rusa de Astronomía en sintonía con Friedmannn, detenido, condenado por espionaje y propaganda antimarxista, deportado y más tarde fusilado. El mismo camino seguirá Maximilian Musselius que acaba bajo las balas de un pelotón de ejecución. Todo esto ocurre en los años treinta, como venimos diciendo. Idéntico trato recibe otro discípulo de Friedmann expositor de la teoría de la relatividad de Einstein en la Universidad de San Petersburgo, porque muestra que el universo tuvo un comienzo; fue condenado y morirá más tarde a consecuencia de los malos tratos y los trabajos forzados. Añadamos a Innokenti Balanovski, Nikoláis Kózyrev, y etcétera.

En los años sesenta, no tan lejanos, el joven matemático Leonid Plyushch, investigador del Instituto de Cibernética de Moscú se convierte en disidente. Se le condenó a trabajos forzados, fue internado y torturado en un psiquiátrico. Su caso tuvo mucha repercusión en Europa, particularmente en Francia, cuando declinaba la fuerza del materialismo dialéctico.

Todos estos grandes científicos cayeron bajo represión del régimen estalinista el régimen del dictadore Stalin buscaba dar un castigo ejemplar para que el pueblo aprendiera a someterse al pensamiento ateísta.

Este breve repaso por una parte de la historia de la astrofísica contemporánea echa por tierra las tesis materialistas y otras alternativas al Big Bang, pues no hacen sino subrayar la fuerza de las pruebas que derivan de la expansión del universo, de su previsible muerte térmica, el principio antrópico, y de su comienzo del que da cuenta la radiación cósmica de fondo.

También los nazis lucharon contra el Big Bang y declaran la guerra a Dios, a quien apuntan las pruebas cosmológicas, porque no podían permitir que alguien sostuviera que la materia no es eterna. Pero este capítulo podemos dejarlo para más adelante.

 

Jesús Ortiz López

 

https://www.clubdellector.com/entrada-de-blog/proposito-de-las-ciencias-y-dios

 

La eterna pregunta sobre Dios

Dios no queda tan lejos según el novedoso libro de los ingenieros franceses Olivier Bonnassies y Michel-Yves Bolloré. Se ha publicado en castellana con el título «Dios, la Ciencia, las Pruebas» que trae a la actualidad la eterna pregunta ¿Dios existe?[1]. Un planteamiento semejante encontramos en otra obra también reciente de José Carlos González-Hurtado, «Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios»[2].

Estos autores piensan que el desarrollo actual de las ciencias proyecta luz sobre la existencia de un creador infinitivamente inteligente que explica la existencia del universo. Consideran que ya es “casualidad” que aparecieran los primeros elementos de la materia y mucha más “casualidad” que se hayan dado las condiciones para que la vida exista, y que la tierra sea el balcón del universo, con unas condiciones óptimas para la vida y la observación del más allá.

Buscando porqués

La pregunta eterna ¿Dios existe? es naturalmente humana porque buscamos los porqués de las cosas, las razones de su existir, y las causas que lo hacen realidad. Son cuestiones universales aunque la mayoría de las veces no se hacen explícitas sino implícitas ante los sucesos, los accidentes, el secreto de la vida o el misterio de la muerte.

A partir de esa búsqueda las ciencias buscan las causas según su parcela de la realidad y el método propio de cada una pues no es el mismo para la genética que para la astrofísica, para la historia o para la teología. Precisamente la filosofía busca las causas últimas de cada realidad y de todo en su conjunto, con su método propio a partir de los hallazgos de las ciencias empíricas, como la física, la psicología o la sociología.

Las ciencias humanas aportan datos y conclusiones pero no pueden demostrar absolutamente la existencia de Dios, pues se quedan a las puertas, ya que Dios no es objeto de experimentación científica, precisamente por no ser material y estar “fuera del mundo”. Tarea de la filosofía es recoger las aportaciones de los científicos y los desarrollos racionales para dar el salto de los fenómenos a su fundamento último. Los científicos comprueban que el espacio, el tiempo y la materia no tienen en sí la razón de su ser, y apuntan más bien a que tienen un origen y un final, siendo esta precisamente la pregunta filosófica:  ¿Hay una causa eficiente capaz de fundamentar ontológicamente la realidad y dar razón suficiente a nuestra inteligencia? ¿o quizá todo es producto del azar?

Buscando el fundamento

El filósofo encuentra que cada cosa no tiene en sí misma su fundamento porque ha sido causada “desde fuera” de sí misma, y que el azar o la casualidad pospone la cuestión sin resolverla; no hay que detenerse en el dedo que señala (las ciencias empíricas) sino mirar a la luna.

Insistamos en que esa eterna pregunta es una cuestión vital pues toda persona se la plantea tantas veces ante el milagro de la vida, de las leyes del universo, de la condición espiritual del ser humano, del sentido de la vida, del más allá de la barrera de la muerte, del reencuentro con los seres queridos, del valor del amor, y un largo etcétera. Siempre cabe permanecer en la duda como hace el agnosticismo falto de impulso o valentía para plantear en firme las últimas preguntas. Porque la respuesta a la existencia de Dios afecta a la vida personal, al sentido religioso, a la ética y a la sociedad. Si Dios existe yo no puedo vivir como si Dios no existiera.

La importancia vital de la pregunta desemboca en la verdadera cuestión más allá de la existencia de Dios que es precisamente la naturaleza de este Ser supremo, su realidad trascendente no mezclada con el mundo, su carácter absoluto y personal, su inteligencia y su voluntad, su verdad y su amor. Esto sí que es definitivo y decisivo para la vida de cada persona y de las relaciones con el prójimo así como la configuración de la sociedad.

Quién es Dios

En suma, es importante la pregunta sobre la existencia de Dios como ser supremo y ésta desemboca en quién es Dios, cuál es su realidad, qué me pide, y qué relación puedo tener con él. Y así entramos en el ámbito de la religión como relación confiada con Dios que habla y espera respuesta, que quiere el bien de cada persona y que concede sus dones a quienes se le acercan con humildad.

Esta es la visión judeocristiana de la religión, de la antropología humana, del sentido de la vida, y de la llamada a colaborar con Dios personal en la perfección del universo creado en estado de desarrollo. Demos gracias por tanto a los avances de las ciencias empíricas, a las técnicas que facilitan la vida, al desarrollo de los derechos humanos, y a las respuestas de la filosofía que siguen buscando la verdad inagotable, porque el hombre es siempre más.  

Y José Carlos González-Hurtado, afirma que «vistas las evidencias científicas que se acumulan en la física y en la cosmología, en las matemáticas o en la biología, la mayoría de los científicos son teístas o religiosos, que viene a corroborar el dicho de que, «cuanto más ciencia, más Dios».  

 Preguntas y respuestas

Bienvenidas sean esas obras sobre la eterna cuestión de la existencia de Dios, señal de que siempre es actual la pregunta sobre la causa de todo cuanto existe; las ciencias experimentales responden según su método propio y la filosofía de acuerdo con el suyo:  son dos planos distintos. Se refieren siempre al recto uso de la razón que piensa sobre la realidad y su sentido para el hombre: el eterno preguntón sobre el cómo y los porqués del mundo.

El libro de González-Hurtado presenta muchas evidencias alcanzadas por el desarrollo extraordinario de las ciencias en los dos últimos siglos. Y cita a muchos científicos que se declaran teístas ante los hallazgos científicos y por convicción racional. Unos son más conocidos por el público y otros principalmente por los científicos, como vemos a continuación.

«Toda persona que se interese seriamente por la ciencia, cualquiera que sea su campo de estudio, leerá la siguiente inscripción sobre la puerta del templo del conocimiento: “Cree”. La fe es una característica de la que no puede carecer el científico». Max Planck.

«El material de ADN ha mostrado, por la casi increíble complejidad de las disposiciones que son necesarias para producir la vida, que una inteligencia ha tenido que estar involucrada». Antoy Flew.

«La teoría de que la vida ha sido creada por una inteligencia es tan evidente que uno se pregunta por qué no es comúnmente aceptada. Las razones son más psicológicas que científicas». Fred Hoyle.

«Cuando más trabajo con los poderes de la Naturaleza más siento la benevolencia de Dios hacia el hombre y estoy más cerca de la gran verdad de que todo depende del Creador y Sostenedor Eterno». Guillermo Marconi.

Encuentro de fe y razón

Se han cumplido veinticinco años de la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II en la que aborda la relación entre la fe y la razón, no como dos realidades distintas sino como el uso de la inteligencia a partir de los hechos conocidos, bien por la experiencia o bien por la recepción de la revelación; en ambos casos es la misma razón que camina paso a paso desde el análisis de los fenómenos hasta su fundamento. Por eso hablaba Juan Pablo II sobre la «circularidad entre fe y razón»,  algo que se entiende cuando no hay prejuicios o esquemas mentales rígidos. Y añadía que son como las dos alas por las cuales la inteligencia se remonta al conocimiento de la verdad.

No sorprende que los últimos pontífices aborden también las relaciones entre la fe y la razón. Así Benedicto XVI presentaba el encuentro entre fe y razón que responden a la pasión del hombre por la verdad de las cosas y de su propia existencia. Y añadía que ese encuentro se realiza en la forma de relación personal con la Verdad en la Persona de Jesucristo: no es solo su doctrina y su ejemplo, ambos luminosos y aceptables sino que Él es la Palabra eterna del Padre que conocemos en plenitud por revelación pero que la razón profundiza y relaciona mediante la teología.

El papa Francisco también ha escrito sobre ello en la encíclica Lumen Fidei, a cuatro manos ha dicho, porque la había empezado Benedicto XVI y él la ha terminado; en ella denunciaba que algunos han utilizado la ciencia y su verdad como instrumento de dominio sobre otras personas. En cambio, ha invitado a descubrir y transmitir la buena noticia, el Evangelio de Jesucristo que no es solo fe y piedad sino razón de la vida de todo hombre como buscador del infinito y allí va a encontrar a Dios.

 

Jesús Ortiz López

 

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https://www.clubdellector.com/entrada-de-blog/proposito-de-las-ciencias-y-dios

 



[1] Dios-LaCiencia-Las Pruebas. Olivier Bonnassies-Michel-Yves Bolloré. Ed Funambulista.

[2] Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios. José Carlos González-Hurtado. Voz de Papel, Madrid, 2023.