Hace cuarenta años que falleció Robert Schumann, desconocido
para muchos, dada la ignorancia culpable o no culpable, de las raíces
cristianas de Europa. Ha sido un hombre de fe y del derecho metido a político
para servir a la paz y al diálogo entre las naciones europeas, concretamente
entre Francia y Alemania. No estaba solo porque “Dios los cría y ellos se juntan”,
y mantuvo profundas relaciones con el italiano De Gasperi, y el alemán
Adenauer, considerados todos como los padres de la Europa actual, en lo que
tiene de sano y no en lo que soporta de podrido en la Comunidad Europea.
Estos
políticos cristianos gastaron su vida a favor del diálogo y del perdón entre
los pueblos, estableciendo estructuras verdaderamente humanas para la
prosperidad europea después de dos guerras terribles, buscando el bien común de
todos, aunque parezca una redundancia. Lo hicieron en el respeto de las
personas de cualquier raza, defendiendo a los judíos, y naturalmente en el
respeto de las normas morales necesarias para el progreso de los pueblos.
Al igual
que De Gasperi y de Adenauer, Schumann pensaba que “Europa es la puesta en
práctica de una democracia en el sentido cristiano de la palabra”. Porque ya
tenemos sobrada experiencia de que tantas veces la palabra “democracia” es tan
violentada que hasta China se presenta como un "Estado democrático”.
Políticos poco
escrupulosos
Sin ir tan
lejos uno piensa en el caso Bárcenas y las finanzas dudosas del partido
gobernante; en el caso Griñán y sus finanzas ciertamente corruptas, con esos
ERE falsos y corrupción generalizada hasta el punto de sentar en el banquillo
como acusados de delito a 116 cargos en los sucesivos gobiernos socialistas en
Andalucía. Uno piensa también en el caso Berlusconi, un anciano lascivo
estirado y conservado en formol, o en el francés Hollande con varios retazos de
familia desperdigados y un proyecto más laicista para el país galo laico;
parece un discípulo del irredento Zapatero que ha destruido la familia y el
tejido social, por no hablar de la economía. Dan ganas de llorar o de ponerse
la careta de “Anonimus”, si esa protesta no fuera una aviesa manipulación de
ingenuos ciudadanos en busca de honradez.
Política con
mayúscula
Sin embargo
la corrupción inoculada en las instituciones europeas por personajillos activos con poca sustancia no debe llevar al desánimo ni a juicios negativos sobre
todos los políticos y la Política, con mayúscula. Hoy también hay muchos
hombres y mujeres empeñados en hacer esa Política de servicio y no de
corrupción. Son aquellos que tienen principios morales y procuran ser
consecuentes con ellos, incluso a la hora de participar con su voto en el
Congreso para enderezar la funesta ley del aborto según plazos del año 2010.
Muchos de esos hombres y mujeres tienen fe y se esfuerzan por ser coherentes
con ella, pues saben que aquellos bonitos ideales de la Revolución francesa, “libertad,
igualdad, y fraternidad”, se alimentaban del cristianismo injustamente
manipulado en provecho de los agitadores y burgueses. Estos políticos honrados
saben que la fe es savia que da vida a las instituciones y a la sociedad,
compuesta en definitiva por personas que caminan esta vida hacia la eternidad
en Dios. Y que cada palo aguante su vela. Por cierto, Schumann está en proceso
de beatificación, como para recordar que la Política puede ser camino de
santidad, y que los políticos también están llamados a la santidad.
Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho
Canónico
http://www.religionconfidencial.com/tribunas/086784/una-politica-con-mayusculas
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