Una semana después del nacimiento de Jesús en Belén, la Iglesia ha celebrado la Maternidad divina de María, como el mejor comienzo de un año nuevo cargado de esperanza, que tanta falta nos hace. María es siempre el espejo en el que las mujeres cristianas ven elevada su propia maternidad, en una comunidad de sentimientos que solo ellas experimentan, a la vez que los hombres aprenden a valorar su aportación a la familia y a la sociedad. Es una luz para el feminismo auténtico en su tarea de empoderamiento de las mujeres, como ahora se dice.
Apuntes
al Congreso WomenNOW
La escritora
y activista Gloria Steinem ha proclamado en el congreso WomenNOW celebrado en
Santander que «la violencia más fuerte del mundo no es la que hay entre naciones,
sino la que se produce dentro de los hogares patriarcales, contra las mujeres y
niños» y que la jerarquía de la familia patriarcal prepara a las mujeres para
creer que es algo natural.
Reconocer
la misión de las mujeres
Steinem se
presenta como una feminista moderada y alejada de la guerra de sexos que propugna
un cambio generacional; por eso ella es acogida por instituciones liberales y
conservadoras.
En España y
Occidente nos tomamos en serio estos avances sociales para valorar más a las
mujeres (no existe la mujer, como tampoco el hombre) con su misión necesaria en
la familia y la sociedad. Una misión en sentido real como llamada a su libertad
para aportar lo que solo ellas pueden hacer; no es por tanto un papel o una
función mandada o impuesta desde fuera sino algo íntimo radicado en su
condición femenina, por la cual se realizan como personas y crean el entramado
más básico de la sociedad, mediante la maternidad, la filiación, y el espíritu
de servicio generoso que vitaliza la sociedad; sin ellas la convivencia sería
semejante a la puede darse entre robots sin alma.
Sin embargo,
todo este conjunto de principios y realidades representa sólo la mitad del ser
humano. También los hombres (no el hombre abstracto) son necesarios para crear
familia mediante la paternidad vivida también con generosidad y sacrificio, y
para que el entramado social se fortalezca frente a los ataques externos e
internos llevados a cabo por las ideologías, esas tan denostadas pero nunca
erradicadas, como podemos comprobar en la actualidad.
Qué pasa
en otras culturas
De modo que
la mayor parte de las sociedades occidentales toman buena nota del impulso
feminista para que ellas aporten todo su carisma, y más aquellas que tienen
raíces y sentido cristiano de las personas y del bien común. No ocurre así
otras muchas sociedades y en otras culturas que todavía no han recibido -y menos
asimilado- el mensaje del Evangelio de Jesucristo, raíz de la civilización
occidental, con todas sus deficiencias pero con unos valores más elevados. Como
botón de muestra me referiré a la experiencia de lo sucede en una parte de la
cultura islámica dominante en medio mundo y con fuerza expansiva.
Conmovedora
historia de dos mujeres afganas y de sus familias que contiene la conocida
novela «Mil soles espléndidos» de Khaled Hosseini. Está basada en hechos reales
con un sabor agridulce. Muestra la vida más que dura durante las guerras en
Afganistán que dejan rastro de destrucción y de barbarie, rusos, talibanes,
norteamericanos. Pero sobre todo el sufrimiento de dos mujeres Mariam y Laila
que representan a miles de mujeres tratadas casi como animales.
Aunque el
mundo musulmán tenga cosas buenas, por ejemplo la fe sencilla y perseverante en
Alá, no obsta para que muchos hombres -que son demasiados- abusen de las
mujeres como dueños de animales para su satisfacción y desahogar su ira y
frustraciones; es el caso de Rashid que se casa con la joven Mariam y años
después cuando ella no puede darle hijos se casa con Laila. Es el abuso
institucionalizado sobre mujeres prisioneras en casa de su dueño, porque tiene
poco de marido: solo las necesitan para reproducirse, cocinar y limpiar.
Los
talibanes aparecen como bárbaros asesinos sembradores de muerte y destrucción.
No es exageración pues reconozco que hay también muchos buenos musulmanes, pero
es una minoría selecta y cultivada, sobre todo quienes conocen la vida y los
valores de Occidente. Es el caso del autor, Khaled Hosseini, que vive y triunfa
en Estados Unidos, después de vivir años en su Afganistán natal.
El buen
progreso
Volviendo al
congreso WomenNOW sería bueno que se pudiera celebrar en los países musulmanes
para corregir las malas prácticas contra las mujeres, desde el propio hogar. Y
no le falta razón a la historiadora Maary Bread al recordar la escena de la
Odisea en que Telémaco, el hijo de Penélope y Odiseo, le dice a su madre:
«Cállate, madre. La palabra es cosa de hombres. ¡Vuelve a tu habitación! Y ella
obedece». En efecto, era un abuso en una estructura social todavía inmadura en
la que dominaba la fuerza por encima de la razón y del corazón. Una sociedad,
la troyana, que todavía no conoce la amplitud de la razón ni la riqueza de la
fe en el Dios real. Llegará siglos más tarde Jesucristo, el deseado de las naciones,
para mostrar la verdadera faz de Dios, justo y misericordioso, que ama a todos
y les atrae con infinita paciencia.
Esto es lo
que los cristianos celebramos en la Navidad cuando se nos hace patente la
naturaleza de la familia humana integrada por Jesús Niño, María y José, en la
que cada persona vive su misión divina inigualable en medio de grandes
dificultades, y es capaz de salvar definitivamente a la humanidad. Todo lo
demás es consecuencia, gracia de Dios y libre respuesta de las mujeres y de los
hombres, que tantas veces nos equivocamos.
Jesús Ortiz
López
https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/madre-mujeres/20210113231412040782.html
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