martes, 3 de junio de 2025

Jesucristo ayer y hoy

Este año 2025 se celebran 1700 años del concilio de Nicea en el que el magisterio de la Iglesia dio un paso importante al precisar la doctrina sobre Jesucristo. El mundo cristiano del siglo IV estaba alterado por diversas interpretaciones equívocas sobre quién es Jesucristo, ¿el mayor entre los profetas, el mesías, el enviado de Dios?

Dios y hombre verdadero

Desde el principio de la evangelización se vive la fe en Jesucristo como verdadero Dios y hombre verdadero: así se celebra en la liturgia, así se le reza, así se va precisando la catequesis bautismal, y celebrando los sacramentos como prolongación de la Humanidad Santísima de Jesucristo, y así viven los fieles en unión con los sucesores de los apóstoles.  Así se expresa en el nombre habitual, Jesús, el hombre, y Cristo, el Ungido como Salvador.

Al principio algunos no tenían inconveniente en predicar a Jesucristo como una presencia terrenal de Dios, acostumbrados a los mitos culturales romanos y griegos: sus dioses venían y volvían de empíreo como Júpiter el dios superior, Mercurio el mensajero, Marte dios de la guerra, Venus diosa de la hermosura, Diana diosa de la caza y de la fecundidad, etcétera. En realidad no creían que Jesucristo fuera verdadero hombre pues sería algo deleznable para Dios.  

Problemas del arrianismo

Poco después surge el problema surge con el obispo Arrio que intenta penetrar en el misterio de Jesucristo y la parece exagerado afirmar que es Dios igual la Padre. Le parece no adecuado que Dios se abaje a ser hombre verdadero, y rechaza modos de orar o expresiones litúrgicas que divinicen a Jesús. Sí le consideraba como hombre perfecto pero no verdadero Dios, admitiendo que ha sido el gran Salvador en obediencia a Dios pero inferior a Él, el mayor y o el mejor de las criaturas pero no verdadero Dios, cien por cien. Todavía influye en el arrianismo la ancestral idea judía del Dios absolutamente Uno.

No se trataba sólo de predicaciones o disquisiciones teológicas porque estaba en juego la realidad de Jesucristo en su Persona divina que asume la naturaleza humana sin abandonar su naturaleza o realidad divina. Es verdad que no estaban bien precisados los términos teológicos pero se trataba de algo mucho más que de palabras, estaba en juego la fe en Jesucristo, el misterio de la Encarnación del Verbo, la unidad de esas dos naturalezas y la Persona misma de Jesucristo, y nada menos que la Redención.

Nicea ayer y hoy

El concilio de Nicea corrigió los errores de Arrio y sus muchos seguidores extendidos por Asia menor, Grecia, Italia, las Galias y hasta la región de Hispania. Porque si Jesucristo no es Dios y hombre verdadero no ha tenido lugar la Redención real o rescate de todos del pecado, de dominio de Satanás, y de la muerte eterna. La fe creída y vivida hasta entonces por los cristianos es que el Hijo unigénito del Padre, se ha encarnado, y ha salvado a todos los hombres, por ser verdadero hombre y verdadero Dios.

Hoy también siguen presentes errores e interpretaciones insuficientes alejadas de las enseñanzas de Nicea, de Constantinopla, del Credo del Pueblo de Dios, del Vaticano II y de la vida cristiana.

Porque algunos siguen precisando el misterio del Verbo encarnado, buscando nuevos conceptos más asequibles a los hombres de hoy, menos sorprendentes para la cultura actual, entrando en la psicología de Jesús, distinguiendo el Jesús histórico del Jesucristo de la fe, o subrayando el valor ejemplar de la vida de Jesús como Maestro de una doctrina moral más válida.

Por ejemplo, algunos encuentran en Jesús una espiritualidad elevada coincidente con las religiones orientales, un maestro de yoga, o un unificador de las religiones superando las diferencias ancestrales. Como si Jesucristo hubiera vivido un tiempo en la India o recibido formación de algún maestro yogui. Suposiciones completamente gratuitas pues no hay ningún dato para afirmar semejante cosa.

La Iglesia cree en Jesucristo

Vemos la importancia de escuchar al Magisterio de la Iglesia, a las enseñanzas de los Pontífices, al sentir de la Iglesia y a la liturgia católica como ley orante y creyente. Por ejemplo, la Eucaristía no es solo el recuerdo de la última Cena de Jesús sino esencialmente la renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz, adelantado ya en el cenáculo como entrega sacrificial bajo las especies del pan y del vino consagrados por el Señor.

San Ireneo fue un gran filósofo cristiano del siglo II que supo aplicar algunas categorías al misterio del Dios encarnado, atento a los Evangelios y las epístolas, al magisterio de Pedro y los apóstoles y a la fe del pueblo de Dios. En cambio, el irenismo ajeno al santo cristiano significa el intento de conciliar diversas posturas en un equilibrio intelectual para alcanzar una paz o equilibrio aun a costa de perder la identidad propia de la fe.

Punto clave es entender la intervención real de Dios en la historia humana desarrollada la Historia de la Salvación desde el Génesis hasta el Apocalipsis. No es una suposición y ni siquiera una explicación o una doctrina interesante, sino la expresión de fe en el actuar de Dios movido por su amor a los hombres. La prueba suprema de su misericordia es meterse en la historia, fundar la Iglesia como camino universal de salvación, y quedarse definitivamente en la Sagrada Eucaristía. Las adaptaciones a la cultura del momento acaban por borrar la verdad del Señor de la historia.

 

Jesús Ortiz López

https://www.exaudi.org/es/jesucristo-ayer-y-hoy/

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario