lunes, 18 de marzo de 2013

El Papa de la sorpresa



Desde la loggia de la Basílica del Vaticano Juan Pablo II exhortó  a no tener miedo a Dios; Benedicto XVI manifestó algo semejante presentándose como un humilde servidor de la Viña del Señor; y ahora Francisco I invita a que recemos unos por otros para que haya fraternidad en todo el mundo. Se ha visto un Papa venido del fin del mundo para todo el mundo, según ha dicho.

El bullicio en la Plaza de San Pedro ocupada por más de 150 mil personas se ha convertido en silencio por unos minutos obedeciendo con gusto a la invitación del Francisco I cuando ha solicitado la oración de Roma por su Obispo y de los católicos por el primer Papa del Nuevo continente. Pero antes hemos visto el gesto de cortesía propio de un hombre de Dios, el iniciar el rezo del Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria por Benedicto XVI por su entrega a la Iglesia. Lágrimas de emoción habrá vertido mientras rezaba en Castel Gandolfo por el Romano Pontífice.

De nuevo el mundo ha  vivido una gran sorpresa porque no salen las quinielas de papables,  y además los católicos advertimos que no conocemos a la Iglesia. Una y otra vez nos viene sorprendiendo: con la elección y muerte de Juan Pablo I; la elección del joven Juan Pablo II que no era africano; después la del anciano Benedicto XVI; y ahora la de Francisco I ni joven ni tan mayor. Uno vino del frío, otro de Centroeuropa, y el actual del Continente de la esperanza. No ganamos para buenos sustos pues el Espíritu Santo  mueve unos hilos invisibles a los ojos humanos. Debe ser porque está en la conciencia de estos 115 cardenales electores alimentándola con su gracia, que es amable pero tremendamente exigente. Y ante el panorama del Juicio final de la Sixtina poco cuentan las consideraciones humanas: allí sólo vale la fidelidad a Jesucristo.
Finalmente habemus Papam después de unas semanas de evangelización en que los medios de comunicación, han mostrado sincero interés, servicio a la opinión pública y respeto a la Iglesia, hasta el punto de que han hablado del Espíritu Santo como un conocido de toda la vida. A pesar de que en el Viejo continente muchos no habrán sabido seguir a Francisco I por desconocer las oraciones más elementales del cristiano. Un pontificado pues para rezar y vivir la fe en la calle.

Jesús Ortiz López 

http://www.analisisdigital.org/2013/03/20/el-papa-de-la-sorpresa/

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