lunes, 4 de marzo de 2013

Las preocupaciones de Benedicto XVI



 Ha pasado por Madrid el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe.  Invitado por el Cardenal Rouco ha impartido una conferencia en la facultad de teología de San Dámaso sobre la liturgia en el pensamiento teológico de Joseph Ratzinger. También ha concedido una entrevista al Semanario Alfa y Omega que no tiene desperdicio.

Secularismo poco humano
En ella habla de las preocupaciones del Papa por la secularización en cuanto hay una concentración en lo intramundano con pérdida de la perspectiva trascendental,  y por ello del valor de la vida humana y de la dignidad personal,  desertando de asentar la esperanza en Dios. Me parece una síntesis acertada del origen de nuestra crisis de verdad, de moral y de solidaridad. Pienso que de ahí arranca no solo la crisis económica sino la ruina de tantos matrimonios, la crisis de muchas familias, y los episodios de corrupción económica y política.

El Prefecto aventura la publicación de una nueva encíclica de Benedicto XVI, esta vez sobre la fe, que podría llamarse Lumen Fidei. Completaría con ella una trilogía sobre las tres virtudes teologales haciendo un gran servicio en ese Año de la fe. Y podría ser un tríptico de vida cristiana en continuidad con aquel tríptico de Juan Pablo II sobre Dios Trino, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, cuando preparaba a la Iglesia para el tercer milenio.

Liturgia a lo divino
Otra cuestión importante se refiere a la liturgia como algo objetivo, más profundo que alguna ceremonias llenas de espontaneidad y creatividad, como dicen, a gusto de los presentes para sentir más emoción. Mons. Müller habla en cambio de la veneración objetiva de Dios, del espíritu de adoración, de la presencia salvífica de Dios, y de la autoridad de la Iglesia para determinar la forma exterior de la liturgia. Claro que para vivir la liturgia en comunión con el Papa y los obispos hace falta obediencia y humildad, además de una continua formación doctrinal en la fe. No sobra tampoco su recuerdo sobre la importancia de las pausas y lo silencios en la liturgia para que no degenere en activismo humano.  

Cultura de la vida
Resulta especialmente lúcido cuando se refiere a gobiernos que han trabajado para destruir el fundamento de la moral promoviendo insolidaridad y conflicto de generaciones. Me parece una buena síntesis de los calamitosos años de Zapatero con el resultado de la destrucción del tejido social. Claro que fue votado y ayudado incluso por católicos poco coherentes con la fe y desde luego con la doctrina social de la Iglesia, que de ningún laicista puede recibir lecciones de libertad y respeto de los derechos humanos, comenzando por el derecho a la vida.

En este punto Mons. Müller afirma con sencillez la cultura de la vida mientras que la cultura de la muerte, por llamarla de alguna manera, promueve el aborto y la eutanasia en la Europa posmoderna. No sería difícil apreciar la continuidad entre esas prácticas inhumanas y el comunismo y el nacionalsocialismo, que se presentaban como salvadores del hombre y promotores de un mundo mejor. Señala que en los parlamentos europeos tenemos demasiados políticos que no entran en el núcleo de la existencia humana; son esclavos de unas ideologías antihumanas.

Aunque toca problemas difíciles el Cardenal Müller mira el futuro con optimismo porque confía en el trabajo, en el compromiso de los cristianos comprometidos, y sobre todo en la ayuda de Dios. Conecta así con el Papa Benedicto XVI en su impulso a las virtudes teologales, la fe, la esperanza , y la caridad, tan presentes en la doctrina cristiana coherente y en este Año de la fe.

Jesús Ortiz López 

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