Secularismo poco
humano
En ella habla de las preocupaciones del Papa por la
secularización en cuanto hay una concentración en lo intramundano con pérdida
de la perspectiva trascendental, y por
ello del valor de la vida humana y de la dignidad personal, desertando de asentar la esperanza en Dios.
Me parece una síntesis acertada del origen de nuestra crisis de verdad, de
moral y de solidaridad. Pienso que de ahí arranca no solo la crisis económica
sino la ruina de tantos matrimonios, la crisis de muchas familias, y los
episodios de corrupción económica y política.
El Prefecto aventura la publicación de una nueva encíclica
de Benedicto XVI, esta vez sobre la fe, que podría llamarse “Lumen Fidei”. Completaría con ella
una trilogía sobre las tres virtudes teologales haciendo un gran servicio en
ese Año de la fe. Y podría ser un tríptico de vida cristiana en continuidad con
aquel tríptico de Juan Pablo II sobre Dios Trino, el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, cuando preparaba a la Iglesia para el tercer milenio.
Liturgia a lo divino
Otra cuestión importante se refiere a la liturgia como algo
objetivo, más profundo que alguna ceremonias llenas de espontaneidad y creatividad,
como dicen, a gusto de los presentes para sentir más emoción. Mons. Müller
habla en cambio de la veneración objetiva de Dios, del espíritu de adoración,
de la presencia salvífica de Dios, y de la autoridad de la Iglesia para
determinar la forma exterior de la liturgia. Claro que para vivir la liturgia
en comunión con el Papa y los obispos hace falta obediencia y humildad, además
de una continua formación doctrinal en la fe. No sobra tampoco su recuerdo
sobre la importancia de las pausas y lo silencios en la liturgia para que no
degenere en activismo humano.
Cultura de la vida
Resulta especialmente lúcido cuando se refiere a gobiernos
que han trabajado para destruir el fundamento de la moral promoviendo
insolidaridad y conflicto de generaciones. Me parece una buena síntesis de los
calamitosos años de Zapatero con el resultado de la destrucción del tejido
social. Claro que fue votado y ayudado incluso por católicos poco coherentes
con la fe y desde luego con la doctrina social de la Iglesia, que de ningún
laicista puede recibir lecciones de libertad y respeto de los derechos humanos,
comenzando por el derecho a la vida.
En este punto Mons. Müller afirma con sencillez la cultura
de la vida mientras que la “cultura
de la muerte”, por
llamarla de alguna manera, promueve el aborto y la eutanasia en la Europa
posmoderna. No sería difícil apreciar la continuidad entre esas prácticas
inhumanas y el comunismo y el nacionalsocialismo, que se presentaban como
salvadores del hombre y promotores de un mundo mejor. Señala que en los
parlamentos europeos tenemos demasiados políticos que no entran en el núcleo de
la existencia humana; son esclavos de unas ideologías antihumanas.
Aunque toca problemas difíciles el Cardenal Müller mira el
futuro con optimismo porque confía en el trabajo, en el compromiso de los
cristianos comprometidos, y sobre todo en la ayuda de Dios. Conecta así con el
Papa Benedicto XVI en su impulso a las virtudes teologales, la fe, la esperanza
, y la caridad, tan presentes en la doctrina cristiana coherente y en este Año
de la fe.
Jesús Ortiz López
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