jueves, 16 de marzo de 2023

Se puede reaccionar (I)

Poner nombre a las cosas es privativo del ser humano en un proceso complejo que requiere una comunicación fuerte en los sentidos y una inteligencia creativa. Intus legere sostienen algunos filólogos como origen de la palabra inte-ligencia: poner nombres a las cosas es conocerlas por dentro, es decir, descubrir su naturaleza con sus cualidades y accidentes. Por ejemplo, gracias a las ideas o conceptos podemos experimentar que conocido un delfín ya están conocidos todos los delfines con distinción entre su naturaleza y los accidentes: tan delfín es un macho como una hembra, uno de tres años como otro de veinte años.

 

El juego de las palabras

Aquel humorista, Forges, representaba a su personaje Blasillo con las manos en los bolsillos y diciendo a su compañero con mucha seguridad: “Pues yo, al pan le llamo flus, y al vino frodo”. Paradoja ridícula, porque así no se puede entender con nadie.

Jugar con las palabras no es resolver crucigramas, un buen pasatiempo instructivo, sino un ejercicio peligroso al que algunos se dedican desde hace tiempo. Si llamo “mariposa” a un “silla” estoy alterando la realidad desde mi mente, me confundo y no puedo dialogar con los demás; por eso el manejo del lenguaje es clave para la madurez personal y para convivir en sociedad.

Algunos ejemplos negativos son: interrupción voluntaria del embarazo; elegir una muerte digna; género en lugar de sexo; derechos de los animales; dieciséis formas de matrimonio; progenitor A y progenitor B; familia monoparental; trabajo fijo discontinuo; inmunidad de rebaño; homofobia, etcétera. Y viene a la mente la denuncia de Orwel en su obra supercitada «1984» pues bajo la protección del Gran Hermano la verdad es la mentira; la libertad es la esclavitud; el amor es el sexo; la guerra es la paz, y tantas otras manipulaciones absurdas.

Sobre la interrupción voluntaria del embarazo, ha escrito el profesor Ignacio Sánchez Cámara con lógica irrefutable: «Hablando con propiedad el aborto consiste en matar al feto en el seno de su madre, más bien de la mujer. Abortar no es interrumpir un proceso natural o, si lo es, consiste en matar al no nacido. No decimos que el asesinato sea la interrupción de un proceso vital ajeno, ni el robo la interrupción de la propiedad ajena ni la violación la interrupción temporal de la libertad sexual de una mujer. El aborto consiste en dar muerte a un ser humano antes de nacer, es decir, en matar.»

Y seguimos pues avanza la ley sobre el maltrato animal que parece un sistema de distopía más que una ley para convivir en sociedad. Cómo se puede legislar que matar una rata en el garaje se castigue con una multa y algo más ¿están desquiciados o qué están buscando?

El sentido común se rebela contra estos intentos de una ideología absurda que traspasa los límites de lo imaginable. Se puede descubrir la pretensión de fondo de una batería de leyes: borrar la frontera entre la realidad y el absurdo, entre el bien común y la locura de una minoría, o entre el derecho y la arbitrariedad, entre lo justo y lo injusto, entre el bien y el mal. He aquí la cuestión: porque tratan de borrar la realidad del mal en sus manifestaciones estableciendo un relativismo pleno, en el orden del conocimiento, de las leyes, y de la ética. Y en el fondo se quiere establecer una antropología individualista cerrada al espíritu.

Jesús Ortiz López

(Continuará)

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/puede-reaccionar-i/20230301004622045604.html

 


 

Se puede reaccionar (y II)

Decíamos que jugar con las palabras no es resolver crucigramas sino un ejercicio peligroso al que algunos se dedican desde hace tiempo.

Leyes inadmisibles

La ley de aborto sigue encontrando oposición en la mayoría silenciosa de los ciudadanos, y otro tanto sobre la ley de la eutanasia. Mientras muchos trabajamos a diario por hacer progresar la sociedad, otros se dedican a jugar con las vidas ajenas, con las leyes, los decretos, y las declaraciones lanzando mentiras a la cara sin inmutarse, pues cuentan con la colaboración de poderosos medios de comunicación afines, que configuran una y otra vez la opinión pública, pero también amparados por la inmunidad del poder que intenta acallar la disidencia.

Con estas leyes de protección de los animales se está librando la batalla sobre la condición humana. Intentan elevar tanto a los animales hasta igualarlos a los hombres: proteger a una rata o una zorra mientras se impulsa el aborto de casi cien mil criaturas al año en el seno materno. Las disposiciones, las leyes, y la opinión pública dominada se orientan a minusvalorar a las personas, a los desfavorecidos, a los discapacitados (personas con capacidades especiales), y a los hombres como culpables de violencia machista.

Un matrimonio que pasa por mal momento, una imposición indebida, unas palabras malsonantes, o un marido sin trabajo, son causa suficiente para que la mujer lo denuncie como maltratador. Según la ley es culpable mientras no demuestre lo contrario, y eso lleva tiempo, dinero y una fortaleza sobrehumana. Así están las cosas: la supresión del principio de inocencia sin demostración alguna.

Una breve encuesta a universitarios con propuestas para debatir en clase muestra la desorientación de los jóvenes en los temas capitales de la antropología, pues se inclinan a tratar temas candentes en la opinión pública. Por ejemplo, por orden de preferencia les interesa debatir - lo cual no quiere decir que estén de acuerdo- sobre: monarquía o república; pena de muerte sí no; legalizar o no las drogas; educación pública versus educación privada; igualdad entre el hombre y la mujer. Lo que menos les interesan son otras cuestiones importantes como: conciliación entre vida familiar y trabajo; cesión de soberanía a Europa; emancipación de los jóvenes del hogar familiar; independencia o politización de la justicia; el estado de las autonomías; el derecho de huelga; los defectos del sistema democrático.

Ideología de género

Construir un edificio es laborioso y destruirlo es fácil con unas cargas de dinamita. Construir un matrimonio lleva tiempo, conocimiento, amor y proyecto de vida con generosas cesiones por ambas partes; destruir un matrimonio se puede hacer con mucha facilidad.

Entender y aceptar la dignidad del ser humano ha llevado siglos, con sangre, sudor y lágrimas. Y ahora los nuevos maestros de la distopía van destruyendo las normas humanas de convivencia: el objetivo es sustituir la armonía por el desorden, el derecho por unos decretos poco democráticos, la caridad por el odio. El esquema marxiano de enfrentamiento entre clases sociales ha evolucionado como superioridad moral de la izquierda frente a la corrupción de la derecha. Y silencian las corrupciones propias como las antiguas en Andalucía y las actuales en Canarias y diputados del Congreso.

La apropiación de los medios de producción se ha sustituido por el control de la comunicación. Pero no olvidan lo más importante que es la deconstrucción de la familia, estableciendo dieciséis, veinte o treinta formas de unión; la deconstrucción del matrimonio considerado como alienación machista; y también la deconstrucción de la fe cristiana minando el prestigio moral de la Iglesia católica, de los sacerdotes y de las religiosas.

La ideología de género sustenta todo el entramado para cambiar la sociedad, para animalizar a los jóvenes con la pornografía, y para eliminar a los ancianos con la eutanasia. Esta ideología está omnipresente en las series, las películas, las novelas, las continuas noticias sobre violencia de género, y la expansión en las redes. También son cargas de profundidad aplicadas en los libros de texto, publicaciones y conferencias. Se trata de un magma de referencia en el que caben muchas cosas: la elección de sexo según la propia voluntad, abandonando su condición natural; el empoderamiento de la mujer imponiendo cuotas a todos los niveles; y la guerra de los sexos.

¿Será posible frenar esta deconstrucción social? No seríamos humanos si no confiáramos en nuestras propias fuerzas, en los valores humanos, en los principios inmutables, en hablar y actuar con la fuerza de la verdad y con la esperanza cristiana.

 

Jesús Ortiz López

 

https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/jesus-ortiz-lopez/puede-reaccionar-ii/20230309003538045672.html

 

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