Es sabido que George
Pell fue acusado en 2002 de abusos y condenado en un juicio con irregularidades
y sin pruebas concluyentes, como ha reconocido la Corte Suprema de su tierra en
2020 después de su segunda apelación anulando la condena al cardenal por los cargos
atribuidos.
Acababan ocho años de acusaciones, juicios, humillaciones, y de cárcel
durante más de 400 días. Fue acusado y condenado injustamente de un delito no
probado de abusos. Parece que algunos le tenían ganas. Sin embargo, en
contraste con la gran difusión del escándalo durante esos años, no ha sido tan
difundida la información y difusión acerca de su inocencia.
Pero antes
había que echar barro sobre el cardenal por ser quien era como miembro
importante de la Iglesia. Es significativo que en 2003 fuera nombrado cardenal
por Juan Pablo II y también que el papa Francisco le recibiera seis meses
después de esa anulación de sentencia.
Fue nombrado
para diversos cargos en la Curia romana, como el Consejo Pontificio para la Paz
y la Justicia, la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Congregación para
el Culto Divino. Paradojas de la vida porque le arrebataron injustamente la paz
exterior y la libertad.
Diario en prisión
Su «Diario en prisión» es una reflexión que resume en veinte semanas los trece
meses de cárcel y por ello de crecimiento interior y de caridad[1].
¿Quién restituye la fama arruinada y el tiempo robado y el deterioro personal
mientras estuvo en prisión? Porque en estos casos la exposición mediática se
prolonga durante años mientras que la exculpación se despacha con rapidez y
solo en algunos medios.
Su homónimo George Weigel comienza la introducción de este diario de modo
contundente: «Este diario de prisión jamás debería haberse escrito. Que lo haya
sido da testimonio del poder de la gracia de Dios para inspirar intuiciones,
magnanimidad y bondad en medio de la desgracia, el mal y la injusticia».
Parece que el tribunal popular y los magistrados no van mucho a Misa
porque, pasados estos años, la acusación de un joven no se sostiene. Antes,
durante y después de una Eucaristía en la catedral no hay posibilidad física de
un abuso por parte del celebrante, hay mucha gente en la sacristía y
alrededores, aparte de desconocimiento de la personalidad del cardenal George Pell.
Eso sin entrar en la poca consistencia de las pruebas, del testimonio
inverosímil de ese antiguo monaguillo, y sus limitaciones psicológicas. De este
hombre constata el cardenal que cambió muchas veces su declaración.
Bienaventurados los perseguidos
En la novela, Los hermanos Karamazov de Dostoievski, Mitia el principal
protagonista afirma que en la tierra no hay justicia, especialmente para los
débiles, algo que ha podido experimentar George Pell. Para el Tribunal que le
condenó es un patinazo clamoroso que desvela las prisas por minar el prestigio
de la Iglesia católica, arruinando la reputación del cardenal, que equivale a
una muerte social. Y ha sido rectificado por el Tribunal Supremo de Australia.
Además hay fuerzas oscuras –según escribe el cardenal exculpado- que
deseaban apartarlo de su labor de lograr mayor transparencia en las finanzas de
la Santa Sede, incluidas ciertas inversiones. Vale la pena leer ese Diario con
la tremenda experiencia en la cárcel, incluida la imposibilidad de celebrar la
Misa durante tanto tiempo, tarea principal de un sacerdote. En ese
encarcelamiento e intento de arruinar a un buen sacerdote y de alimentar el
morbo contra la Iglesia se cumplen una vez más las palabras de Jesucristo
«bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, cuando
por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra
vosotros, mintiendo, porque vuestro galardón es grande en los cielos ».
El presidente de la Conferencia Episcopal Católica Australiana ha destacado
el liderazgo del Cardenal Pell en la Iglesia en Australia, e invitando «a todos
los católicos y a otras personas de buena voluntad a unirse en oración por el
cardenal Pell, un hombre de fe profunda y permanente, y por el descanso de su
alma». Que así sea.
Jesús Ortiz López
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